Durante más de medio siglo, se le ha dicho al público que el colesterol alto es el enemigo del corazón. A los médicos se les instruyó que cuanto menor fuera el nivel, mejor, y las compañías farmacéuticas construyeron un imperio sobre ese miedo.

Ahora, un grupo creciente de investigadores afirma que la historia no es tan sencilla. Entre ellos se encuentra el Dr. Uffe Ravnskov , médico sueco e investigador de lípidos de renombre internacional, cuya carrera se ha centrado en reexaminar la ciencia que subyace al colesterol y las enfermedades cardíacas.

Ravnskov ha pasado décadas analizando datos que, según él, exponen importantes lagunas en la narrativa convencional y plantean preguntas incómodas sobre cómo las ganancias corporativas influyen en la política médica.

Un crítico de toda la vida de la hipótesis del colesterol

Ravnskov ganó atención por primera vez con su libro The Cholesterol Myths (Los mitos del colesterol) , en el que sostenía que la evidencia que vinculaba el colesterol con las enfermedades cardíacas era menos clara de lo que sugerían las directrices oficiales.

Señaló estudios a largo plazo como el Estudio del Corazón de Framingham, cuyos seguimientos posteriores encontraron que las personas cuyos niveles de colesterol bajaron con el tiempo a veces experimentaron  tasas de mortalidadmás altas  , una observación que cree que merecía una discusión pública mucho más amplia.

Según Ravnskov, el enfoque incansable de la medicina en reducir el colesterol puede haber eclipsado otras causas más complejas de enfermedad cardiovascular, como la inflamación, el estrés oxidativo y la calidad de la dieta.

“Eso no es atención médica, es marketing”

En entrevistas y escritos, Ravnskov ha acusado a la industria farmacéutica de convertir una pregunta científica matizada en una oportunidad de marketing.

“Ahora los médicos quieren reducir la cifra a 150”, ha dicho.“Cada vez que se reducen las cifras, millones de personas más de repente ‘necesitan’ medicamentos. Eso no es atención médica, es marketing”.

Con ventas globales de estatinas que superan los 20 mil millones de dólares anuales , los críticos argumentan que el incentivo financiero para mantener vigente la teoría del colesterol es enorme. Afirman que cada revisión de los objetivos de colesterol“saludable” amplía el grupo de clientes potenciales, a menudo con beneficios marginales, o incluso cuestionables, para la supervivencia general.

El debate sobre las estatinas

Las estatinas reducen innegablemente el colesterol LDL, y en pacientes con alto riesgo de eventos cardiovasculares, numerosos estudios demuestran que pueden ser beneficiosas. Sin embargo, los escépticos sostienen que estos beneficios a veces se exageran, sobre todo en adultos sanos sin antecedentes de cardiopatía.

Algunos metaanálisis sugieren que la reducción del riesgo absoluto en poblaciones de bajo riesgo es pequeña, lo que quizá se traduzca en unos pocos días o semanas de expectativa de vida más larga en lugar de años.

Investigadores independientes como Ravnskov se preguntan si la prescripción generalizada de estatinas a millones de personas por lo demás sanas representa realmente una medicina basada en la evidencia o una precaución impulsada por la industria.

Siguiendo el dinero

Las directrices médicas suelen ser elaboradas por paneles que incluyen investigadores vinculados a las compañías farmacéuticas. Los críticos afirman que esta superposición estructural crea un sesgo sutil hacia las intervenciones farmacéuticas. Exigen mayor transparencia, mayor enfoque en estrategias no farmacológicas (dieta, ejercicio, reducción del estrés) y una reevaluación de si“más bajo siempre es mejor” para el colesterol.

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Elmédicodanéseinvestigador médicoUffe Ravnskov nuncacreyó que elcolesterol o lasgrasas saturadas causaran enfermedades cardíacas. Tildado deexcéntrico, sulibro de1991, Elmito delcolesterol, fue ignorado y ridiculizado. Demasiado paralos furiosos defensores de la “Dieta Corazón” en Finlandia, sulibro fue quemado en televisiónen vivo.

Un llamado al debate abierto

Ravnskov y colegas afines enfatizan que no están en contra de la medicina, sino a favor de la ciencia. Argumentan que el debate honesto y la revisión independiente son esenciales para la confianza pública. Advierten que suprimir los datos discrepantes solo profundiza el escepticismo sobre los consejos de salud convencionales.

«La ciencia del colesterol sigue evolucionando», escribió Ravnskov.«Pero el público merece saber cuándo dicha ciencia ha sido moldeada tanto por el marketing como por la medicina».

 

Por Saruman