El presidente salta a la cama con los peores manÃacos genocidas de Israel…dice este titular.
Estamos agradecidos con Rebe Trump por devolverle la cordura a
La polÃtica estadounidense, por desgracia, está diseñada para preparar a los estadounidenses para una guerra apocalÃptica en la que perecerán.
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Barrett: “Desafortunadamente, Trump se está preparando para el fracaso al aliarse con los lunáticos genocidas, belicistas y más locos del planeta, la derecha israelÃ. Israel ha estado en estado de guerra declarada o no declarada contra todos sus vecinos, y de hecho contra los pueblos de la región, desde su fundación en 1948”.
¿Donald Trump es un pacificador o un belicista? Fue elegido como pacificador. Trump construyó su carrera polÃtica criticando las “guerras eternas” en Oriente Medio. Ganó las elecciones de 2024 prometiendo poner fin a la guerra en Ucrania y no ser “el genocida Joe”. Si el segundo mandato de Trump está marcado por la paz y la prosperidad, se retirará en 2028 como un triunfador. Si reinan la guerra y el derramamiento de sangre, y la economÃa sufre, Trump será visto como un fracaso épico.
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Lamentablemente, Trump se está preparando para el fracaso al aliarse con los lunáticos genocidas, belicistas y más locos del planeta: la derecha israelÃ. Israel ha estado en estado de guerra declarada o no declarada contra todos sus vecinos y, de hecho, contra los pueblos de la región, desde su fundación en 1948.
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Israel no es un aliado de Estados Unidos porque se niega a declarar sus fronteras (no puede tenerlas, porque necesita seguir atacando a sus vecinos y robándoles sus tierras). Pero, aunque no es elegible para el estatus de aliado, Israel se ha convertido en el amo de Estados Unidos, al hacer que sus leales compren a los polÃticos y a los medios de comunicación. Y los peores extremistas israelÃes –los colonos de Cisjordania, que son ampliamente aborrecidos incluso entre sus compatriotas judÃos israelÃes– parecen creer que se han convertido en los amos de Trump. Si Trump los obedece, inevitablemente se producirá un desastre.

En su primer dÃa en el cargo, Trump mostró su lealtad a Ben-Gvir y Smotrich al rescindir las sanciones de Biden contra los peores colonos israelÃes. Los colonos celebraron quemando casas y vehÃculos palestinos, hiriendo al menos a 21 personas. (Los colonos y sus cómplices de las Fuerzas de Defensa de Israel han matado a más de 860 personas en Cisjordania durante los últimos 15 meses, incluidos 175 niños, y han herido a más de 6700, parte de un genocidio en cámara lenta que continúa durante décadas, en paralelo con el genocidio más intenso de Gaza).
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Los colonos a los que Trump ha desautorizado son terroristas que se dedican a robar las tierras de los palestinos mediante asesinatos y vandalismo. Afirman que Dios les dio la tierra hace miles de años, por lo que tienen el sagrado derecho de masacrar a los actuales propietarios, a quienes consideran no mejores que animales, y de confiscar sus pertenencias.
El apoyo de Trump a los colonos israelÃes más locos es incompatible con su deseo expreso de llevar la paz a la región. Los colonos ocupan territorios que todo el mundo reconoce como pertenecientes a los palestinos, territorios que Israel robó en su invasión de 1967 a sus vecinos. Incluso los dirigentes israelÃes de 1967 admitieron que robar territorio mediante la guerra es inaceptable e ilegal, y prometieron que devolverÃan los territorios ocupados tan pronto como se pudiera elaborar un plan de paz adecuado.
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Los Acuerdos de Oslo de 1993 formalizaron la devolución de los Territorios Ocupados a cambio de una paz duradera, pero Israel se negó a cumplir sus compromisos y, en su lugar, envió a más de medio millón de colonos terroristas invasores para que masacraran a los palestinos e invadieran permanentemente sus tierras bajo la protección del ejército israelÃ. Esa invasión terrorista fue posible gracias al asesinato en 1995 de Yitzhak Rabin, el Primer Ministro israelà que habÃa planeado cumplir con los Acuerdos de Oslo.

El “plan de paz” de Trump durante su primer mandato, los llamados Acuerdos de Abraham, fue un desastre que hizo inevitable la actual guerra genocida. Ninguna nación de la región, y menos aún los palestinos, pueden apoyar genuinamente un plan de paz que no exija que Israel se retire de todos los territorios ocupados que le robó en la guerra de 1967. Sin embargo, Trump dio la señal exactamente contraria al trasladar la embajada de Estados Unidos a la Jerusalén ocupada y apoyar a los colonos extremistas. Los paÃses de la región que firmaron los “Acuerdos de Satán”, como se los conoce en la región, lo hicieron bajo presión, para obtener recompensas y evitar castigos, con los dedos cruzados, sabiendo que lo que estaban firmando era absurdo. Bien podrÃan haber estado firmando un contrato que otorgara a Israel la propiedad de una galaxia distante: “Seguro, firmaremos un disparate palpable, sólo dennos el dinero”.
¿Trump cometerá el mismo error dos veces? Hoy sabe qué lado no quiere la paz. El 13 de diciembre de 2021, Trump dijo que Netanyahu “nunca quiso hacer la paz… que se joda” y agregó que el lÃder palestino Abbas era el que realmente querÃa la paz.
De hecho, Netanyahu ha dedicado la mayor parte de su carrera polÃtica a tratar de arrastrar a Estados Unidos a una guerra contra Irán. Si Trump sigue aprobando las acciones lunáticas de los peores israelÃes, podrÃa encontrarse en el lado perdedor de la guerra entre Estados Unidos e Irán, que se basó en el ejercicio Millennium Challenge de 2003. Como se descubrió en ese ejercicio, una guerra total de Estados Unidos con Irán probablemente conducirÃa a miles de muertes estadounidenses, al cierre del estrecho de Ormuz, a la destrucción de la mayor parte de la infraestructura petrolera de Oriente Medio y a la peor calamidad económica mundial de la historia.
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El segundo mandato de Trump y su lugar en la historia ya están en serio peligro.