Vino de paso a Chile, lo que le impidió volver al sur que adora y conoce al dedillo. Pero el tiempo le alcanzó para soltar sus ideas, que nunca dejan indiferente al oyente. Habló de la “derecha cavernaria” tal como Vargas Llosa, visitó a Matthei y le dejó un recadito a Kast. Pero no se pierde: la izquierda es su invariable punto en la mira.
Son dos Cayetanas, la que uno imagina que se va a encontrar y con la que se encuentra. Lo esperable es que la conversación sea con la diputada española del derechista Partido Popular que aparece en los reels y que tiene 200 mil seguidores, la que enfrenta debates durísimos sin pestañear, con frases afiladas, certeras y, muchas veces, con la dosis de agresividad que se ha acuñado en Las Cortes como moneda de curso habitual.
Pero por la puerta aparece otra persona, lo que confirma que a las redes hay que tenerles distancia. La Marquesa de Casa Fuerte, Cayetana Álvarez de Toledo, es española, francesa y argentina; es periodista y doctora en Historia por la Universidad de Oxford, y maneja la calma como un monje zen para soltar argumentos con la convicción y bravura de un toro suelto en las ferias.
-¿A qué otras cosas de tu vida le pones tanta pasión como le pones a la política, Cayetana?
-Tengo dos hijas, de 16 y 13 años. Ellas son mi otra gran pasión y vocación.
-La política es muy excluyente con la vida familiar. ¿Cómo lo llevas?
-El periodismo también, y como yo he sido periodista antes que política, he aprendido a abrirme hueco a machetazos para mis hijas y para mi familia.
-¿Y tus hijas llevan también esa pasión por la política en la sangre?
-Una sí y otra no. A la mayor le encanta la política, no quiere dedicarse, pero sabe mucho, sorprendentemente mucho. Lo oye en casa, pero tiene un talento natural. La pequeña es más literaria.
-¿Y tú, de dónde lo sacaste?
-Es una buena pregunta… no soy una política de esas que a los 5 años le preguntaban qué quería hacer de mayor y respondía “yo quiero ser primer ministro”. No. Fui llegando a la política un poco por azar…
-¿Y lo pasas bien en lo que haces?
-Hay momentos muy duros y difíciles, pero disfruto enormemente lo que hago. Nada me gusta más que subirme a la tribuna de un parlamento y mezclar ahí algunas de mis grandes pasiones: las palabras, el lenguaje, las ideas. Además, la pedagogía de la política, que es lo que me gusta a mí. Mezclar belleza y verdad es mi gran obsesión.
“Si yo osara llamarte miserable…”
“De figura menuda y esbelta. Distinguida en modales y en el vestir…” siento que mi libro escolar de lenguaje diría así al referirse a esta mujer de varios países, por ius sanguinis y ius solis, pero que pasó muchas vacaciones por el sur chileno en la juventud, y que por familia mantiene una casita en el borde costero, cerca de Puerto Montt.
-¿Logras hacer amigos en la política?
-Diré que algunos de mis más íntimos amigos vienen de la política.
-¿Y logras hacer amigos en los adversarios?
-Sí, también, pero es verdad que la conversación pública hoy está destruida, y esto que llamamos la polarización tiene efectos concretos. Y es que la conversación entre los distintos está arrasada. Antes, en el Parlamento, la conversación era mucho más fértil y fluida.
-Conversar con un adversario hoy puede ser leído como una traición. ¿Se requiere coraje, no?
-Públicamente hoy no se perdonan los “puentes”. Si hablas con el de enfrente eres colaboracionista, cuando no traidora.
-Pero eso es una pelotudez…
-Sí, claro. Cuando se instala en un país una estrategia deliberada de división y de exterminio moral del adversario, es decir, de expulsarlo del tablero político, entonces las relaciones empiezan a ser muy, muy difíciles. En España estamos exactamente en ese momento.
Cayetana cuenta como anécdota que un político socialista puso un tuit llamándola “miserable”, y a los pocos días se encontraron en una reunión. “¿Qué tal, cómo hemos pasado las navidades?”, le dijo. Como lo suyo no es dejar pasar ni una, lo enfrentó, pero su colega respondió ligeramente que “no, eso era en redes sociales, pero no…”.
-Yo no soy así. Si yo osara llamarte miserable, que me parece una barbaridad, luego entonces no te doy la mano como si fueras mi íntimo amigo. Aquí hay un problema de coherencia y casi de moral.
-¿Eso ocurre en todos los sectores, o no?
-Depende de cada país, pero en España claramente la izquierda ha resucitado una estrategia de guerra civil contra la otra mitad, porque el objetivo actual del gobierno es permanecer en el poder y liquidar la alternancia política. Como no pueden gobernar por adhesión, lo hacen por odio, necesitan que sus votantes, como no los quieren tanto ellos, odien lo suficientemente la alternativa para que les sigan votando.
Woke, Maga, Woke, Maga
De boca de Cayetana se escuchan calificativos temibles cuando habla del clima político de su país. Uno imagina una sociedad y una nación en fase terminal. Habla de “democracia fallida” y cosas por el estilo, términos que traen más a la memoria Haití que España.
–No calza tu descripción con el país próspero que se conoce y se ve.
-Eso es engañoso, la economía suele tener una inercia propia que acaba pagando la factura de la destrucción institucional con algunos años de retraso. Entonces tienes países que parece que todavía funcionan, pero luego empiezan a colapsar. Tenemos que adelantarnos a eso. En segundo lugar, España es un país que no ha hecho en años una profunda reforma económica, de las muchas que necesita.
–Volviendo a tu pasión en el discurso y en las formas, muchos te sitúan en Vox, sin saber que has sido blanco de críticas muy duras de ese partido de derecha extrema. ¿Por qué prefieres el PP y no Vox, siendo una mujer de derecha?
-Yo no soy nacionalista. Vox es un partido nacionalista para empezar a hablar.
-¿Vox le hace daño a las ideas de derecha?
-Las encuestas están dando a las dos derechas juntas más votos que nunca. Vox en su origen es una escisión del PP, pero acaba evolucionando a una fuerza distinta y captando votos en zonas que no eran tradicionalmente de la derecha, como sectores obreros. Si votáramos mañana, habría probablemente 200 escaños de la derecha, de los 350. Y esas son cifras siderales, es una derechización del electorado muy amplia.
-Eso en votos, pero en el ideario ¿Vox no contamina a la derecha?
-No, no me contaminan porque yo tengo mis ideas, que a veces no son las mismas que Vox.
Cayetana quiere ir más allá y explicar el fenómeno de Vox y sus similares en el mundo, y en una síntesis habla del triunfo del orden liberal con la caída del Muro y un repliegue de la izquierda que encuentra nuevas banderas “y empieza todo el movimiento woke, que lleva a la cancelación porque no se puede aceptar ninguna crítica a ese colectivo presuntamente víctima. Esa ha sido la operación de la izquierda”.
-Pero eso ha provocado una reacción en sentido opuesto.
-Claro, y ese péndulo no se queda en el sitio de la razón. De la respuesta ilustrada, liberal, se pasa a un nacionalismo identitario de sentido contrario. Entonces el movimiento pendular es Woke, Maga, Woke, Maga. Y mientras el mundo liberal no tenga las ideas claras va a seguir viendo el péndulo pasar.
-¿Qué evaluación haces de otras variantes a la derecha en el mundo, como Milei, que es tu país también? (hablamos antes de las últimas elecciones)
-Milei tiene un mérito: está haciendo un esfuerzo sobrehumano para ordenar la economía argentina después de años de peronismo, de un populismo devastador, pero en la parte política no está haciendo el trabajo de protección y fortalecimiento de las instituciones, manteniendo abierta la “grieta” y tachando a quienes nos importan las instituciones de “ñoños republicanos”. Me gustaría que también defendiera la libertad política.
-¿Y Bukele, que pese a no ser originalmente de derecha genera gran entusiasmo en la gente de derecha y en Chile en particular?
-Esa es una señal de lo grave que es el problema de seguridad en Chile. ¿Qué ha pasado que los chilenos estén deseando un presidente que te dice “ok, yo te voy a asegurar tu protección a cambio de que tú me entregues una parte de tu libertad”? Me gustaría decirle a Bukele: tú me vas a poner orden en El Salvador, pero no lo hagas a costa de las libertades públicas, y desde luego no a costa de permanecer en el poder.
-Ya comienza a mostrar otra cara Bukele…
-El poder aspira a tener más poder, y la democracia liberal es el límite al poder, son los contrapesos para asegurarse de que la libertad sigue viva.
-¿Meloni en Italia, a qué se parece?
-Es muy distinta, empezó como candidata mucho más populista, más frívola, y está resultando tener una gran solidez política e incluso intelectual. En temas migratorios es la que ha mostrado el equilibrio más inteligente de firmeza y humanidad.
-En Chile te vimos saludar a Matthei. ¿Crees que es mejor alternativa que Kast?
-Yo no voy a decirle a los chilenos lo que es mejor…
-Pero te sacaste fotos con Matthei y no has visitado a Kast.
-Con Kast no tengo relación. Lo conocí en Buenos Aires brevemente y me pareció muy cordial. No soy quién para darle consejos, pero es una pena que se limiten a una relación con Vox como interlocutor único en España. Tenemos que dialogar todos.
-¿El discurso de seguridad a cambio de libertades ¿te suena al discurso de Kast?
-Creo que no. Te voy a ser sincera: no conozco los detalles, pero si me preguntas si tiene pinta de ser un déspota y autoritario, no.
-Tu amigo Mario Vargas Llosa hace unos años habló aquí de la “derecha cavernaria” y generó gran revuelo. ¿Existe esa derecha?
-Sí, seguro que existe, y también una izquierda cavernaria… el problema es que en España tenemos una izquierda filoterrorista y separatista. A mí me fascina la enorme preocupación de tanta gente con la derecha cavernaria, pero no son capaces de ver a la izquierda troglodita que tienen enfrente.
-La derecha y la izquierda más moderadas, ¿fallan al mostrar menos sentido de urgencia frente a las soluciones que exige el electorado?
-Es peor. Es falta de convicción y de claridad. Los movimientos extremos han surgido porque muchas veces ha fallado el mainstream. La etiqueta de moderado o duro siempre me ha parecido una trampa de la izquierda, que te llaman moderado o duro en función de sus intereses. A mí siempre me han llamado dura y me da absolutamente igual. Yo creo que no se puede ser “moderadamente demócrata”, ni “moderadamente libre”.
-¿No les ha faltado urgencia, planteando siempre soluciones graduales?
-El problema es previo. Nuestro espacio, el espacio liberal, durante muchos años se ha replegado y no ha tenido la claridad, la convicción y el coraje para enfrentar determinados debates, no solamente culturales, sino sociales y económicos básicos. Esa falta de coraje y convicción ha dejado a muchos huérfanos, y cuando ha llegado alguien que le ha dicho, “no te preocupes, yo sí te lo resuelvo y en dos minutos”, se han ido con ellos por ofertas a veces ficticias, utópicas, drásticas y expeditivas, que a veces pasan por encima del estado derecho.
-¿Aspiras a ser Presidenta de España?
-No.
-¿No sería raro ni poco probable que te tocara?
-Sería muy improbable, por infinitos motivos. Yo creo que uno vale por unas cosas y no para otras y esa no es mi ambición ni mi aspiración.
-¿Si te toca, lo asumes?
-Esas cosas no “tocan”. No creo que vaya a ser presidente del gobierno español.
Ensimismados en debates identitarios
-Un importante historiador e intelectual de derecha chilena, Gonzalo Vial, escribió sobre su sector, a fines de los 80, que una de las características es la “indefinición, y por ende la debilidad en la defensa de los principios”. ¿Coincides en algo de eso?
-La derecha chilena y la española han sufrido ese problema muchas veces. La derecha dejó de hacer política y se dedicó a la tecnocracia, pensando que la política era un trabajo sucio, y se lo dejó a la izquierda. La derecha dijo que los seres humanos en el fondo son materialistas y solo les importan los bolsillos, sin darse cuenta de que somos animales morales, nos importan las ideas, los principios, los ideales. La derecha ha tenido un gran problema de claudicación en sus convicciones y de cobardía. Yo llevo muchos años animando a la derecha a despertarse, a generar una derecha racional, combativa, un liberalismo que de la batalla cultural sin complejo alguno.
-Vial añadió que “la debilidad de la derecha en materia de principios doctrinarios se debe al papel que asumió desde el comienzo: defensora de los intereses de un sector social…”.
-No estoy de acuerdo, en mi opinión es un complejo absurdo, heredado, asumir que el relato de la izquierda sobre la derecha es cierto. Eso es falso. Las ideas de libertad son las que más han generado prosperidad, clases medias y han sacado a los seres humanos de la pobreza a lo largo de las décadas. Asumir que somos simplemente portavoces de una élite o una casta es una gran mentira.
-En el éxito de las derechas hay una oportunidad en la batalla cultural. ¿Crees que están en condición de aprovechar esa oportunidad?
-Creo que no estamos aprovechando este momento para dar una respuesta inteligente, racional, ilustrada y moderna a este movimiento pendular. No podemos pasar de un feminismo radical absurdo en el mundo woke a una especie de concepción de los años 40 o 50 de la familia.
-Hay quienes ven esa lógica de lo identitario como fruto del individualismo que da el sistema económico liberal. ¿Haces algún link?
-No sé, creo que tiene más que ver con el enorme travestismo político de la izquierda y su enorme capacidad para levantar banderas. El victimismo es una pulsión poderosísima.
-¿Hablar más de dolores que de oportunidades?
-Los derechos infinitos, los dolores, son culpa de otro. Entonces yo te protejo en el colectivo, y te doy toda clase de subvenciones y atajos.
-¿Cómo imaginas la democracia en 50 años?
-Yo no veo alternativa posible a la democracia liberal.
-¿Has pensado qué será de la política en la era de la IA?
-Claro… pero nadie está pensando en eso. En España estamos expulsando la inteligencia de la política y despreciando la Inteligencia Artificial. Es una doble maniobra suicida. La política la estamos dejando en manos de los peores y está quedando de espaldas a la IA. Estamos ensimismados en debates identitarios y no vemos una revolución que va a sacudir los cimientos en todo.
