No anden llenando sus vacíos de identidad con perritos y gatitos…
Mejor, sigan algunas de las rutas que propone el veneno talmúdico para sentir felicidad «Ayn Randiana» en el mundo moderno.
¿Qué tal volverte un «mesías-fentanilo»? Incluso podrás llegar a ser un santo entre los batallones-Soros.
¿Qué tal superar el enmuramiento de la edad / sexualidad conviertiéndote en una «charo caviar»?
Sólo tienes que hablar de cambio climático, homosexuales, niños trans o inmigrantes para tener un buen sueldo asegurado de por vida.
Qué tal convertirte en un evangelizador emocional que nos hable del mundo feliz que nos aguarda gracias al maná del ecofascismo caído del cielo globalista?
¿Qué tal volverte un censurador profesional? prohibir libros, películas, la historia misma…
Todo en nombre de la tolerancia, la diversidad y para que hasta el más imbécil no se sienta lastimado.
¿O qué tal postularte para convertirte en un monje negro del globohomo?
Serás bien financiado y aprenderás a vender la depravación como vitalidad, color y sonrisas.
O qué tal convertirte en una transacadémica-resiliente del Siglo XXI?
Mediante el subjetivismo del marxismo-liberalismo cultural podrás convertirte en paladína de la objetividad.
Finalmente, puedes optar por ser un vocero de la hiperliberación sexual y marketinarla como si fuera un sueño comunitario y no un escalón más hacia el individualismo demencial inyectado por el veneno talmúdico.