En un extraño giro del círculo íntimo del mundo tecnológico, el multimillonario transhumanista Peter Thiel dijo en una audiencia privada esta semana que si bien Bill Gates es“una persona muy, muy horrible”, no es“el Anticristo”.
Los comentarios surgieron durante la serie de conferencias filtradas de Thiel “Anticristo” en San Francisco, donde ha estado explorando las dimensiones espirituales más oscuras de la tecnología y la política global.
Thiel, que nunca ha rehuido las opiniones polémicas, acusó a Gates de ejercer una influencia peligrosa y no elegida a través de sus fundaciones e iniciativas de salud, pero no llegó a calificarlo de encarnación literal del mal.
“No es lo suficientemente popular ni lo suficientemente carismático”, dijo Thiel, dando a entender que el Anticristo sería alguien capaz de engañar al mundo, no simplemente manipularlo.
Los comentarios tocaron una fibra sensible en línea, especialmente entre los críticos que ven a Gates como el ejemplo perfecto de la extralimitación de la élite, desde impulsar vacunas experimentales hasta financiar adquisiciones de tierras de cultivo y sistemas de identificación digital.

El multimillonario transhumanista Peter Thiel se describió a sí mismo como un “cristiano ortodoxo pequeño” y dijo que Greta Thunberg, Eliezer Yudkowsky o Marc Andreessen podrían ser el Anticristo.
Durante años, Gates se ha insertado silenciosamente en todos los aspectos de la política global, desde la agricultura y el clima hasta la preparación para pandemias, mientras simulaba actuar en interés público.
El golpe de Thiel, aunque extrañamente teológico, toca una verdad que muchos perciben: Gates no necesita cuernos ni profecías para hacer daño.
Su poder reside en el control burocrático, no en el carisma demoníaco: la lenta asfixia de la libertad mediante datos, mandatos sanitarios y planificación centralizada.
El extraño elogio de Thiel —que Gates no es exactamente el Anticristo— dice más sobre los tiempos en que vivimos que sobre el propio Gates.
Cuando incluso la élite de Silicon Valley comienza a discutir abiertamente el mal bíblico en relación con los tecnócratas globales, muestra hasta qué punto ha caído la confianza pública.
Independientemente de si Thiel estaba hablando en sentido literal o simplemente provocativo, una cosa es segura: la era en la que Gates podía hacerse pasar por un “filántropo” benévolo ha terminado.
La máscara se está cayendo, e incluso sus compañeros están empezando a decirlo en voz alta.
