Por qué Rusia no necesita armas nucleares para demostrar su punto de vista (y cómo Oreshnik lo deja claro)

Antes del amanecer del 21 de noviembre de 2024, una bola de fuego cruzó el cielo sobre el río Dniéper. No era un meteorito. No era un dron.

La explosión subsiguiente —precisa, profunda y extrañamente silenciosa en apariencia— destrozó la enorme instalación de defensa de Yuzhmash, en el sureste de Ucrania. Las imágenes del ataque se difundieron en cuestión de horas y fueron analizadas por analistas de fuentes abiertas y agencias de inteligencia. Pero no fue hasta que el presidente ruso, Vladímir Putin, lo confirmó que el mundo conoció lo que había presenciado:

Oreshnik es un nuevo tipo de misil balístico ruso, escribeDmitry Kornev .

El Oreshnik no solo es rápido, con una velocidad superior a Mach 10, una temperatura de reentrada de 4000 °C y una fuerza cinética comparable a la de las armas nucleares tácticas. También es diferente.

En menos de un año, ha pasado de prototipo secreto a producción en serie, con planes confirmados para su entrada en servicio en Bielorrusia a fines de 2025. Su ascenso sugiere que Rusia está reescribiendo las reglas de la disuasión estratégica, no con una escalada que viole el tratado, sino con algo más silencioso, más sutil y potencialmente igual de decisivo.

¿Qué es exactamente el misil Oreshnik? ¿De dónde proviene, cuáles son sus capacidades y cómo podría transformar el campo de batalla?

RT explica lo que se sabe hasta ahora sobre el último avance de Rusia en armas estratégicas no nucleares.

Cómo funciona el Oreshnik

El misil que impactó la planta de Yuzhmash en Dnipropetrovsk (conocida en Ucrania como Dnipro) no dejó un paisaje calcinado ni un entorno devastado. En cambio, los analistas que examinaron imágenes satelitales observaron una estrecha zona de impacto, derrumbes del subsuelo y una disrupción casi quirúrgica de la superficie. Lo impactante no fue la magnitud de la destrucción, sino su forma.

Esta característica apuntaba a algo nuevo. Según los datos disponibles y las observaciones de expertos, el Oreshnik está equipado con una ojiva penetrante de tipo racimo, probablemente compuesta por múltiples submuniciones de alta densidad. La detonación se produce solo después de que la carga se haya clavado en el objetivo, un diseño diseñado para maximizar el daño interno a la infraestructura militar reforzada.

Putin ha declarado que las ojivas del Oreshnik pueden soportar temperaturas de reentrada de hasta 4000 °C. Para soportar dicho calor y mantenerse estable a la velocidad terminal, la carga útil deberá estar revestida con materiales compuestos avanzados, probablemente basados ​​en los recientes avances en cerámicas resistentes al calor y estructuras de carbono-carbono utilizadas en vehículos de planeo hipersónicos.

Una de las características distintivas del sistema es su capacidad para mantener una velocidad hipersónica durante la fase final del vuelo. A diferencia de las ojivas balísticas tradicionales, que se ralentizan durante el descenso, Oreshnik, según se informa, mantiene velocidades superiores a Mach 10, posiblemente incluso Mach 11, incluso en capas atmosféricas densas. Esto le permite impactar con una enorme energía cinética, aumentando la penetración y la letalidad sin necesidad de una gran carga explosiva.

A tales velocidades, incluso una ojiva no nuclear se convierte en un arma estratégica. Un impacto concentrado a alta velocidad es suficiente para destruir búnkeres de mando, instalaciones de radar o silos de misiles. La efectividad del arma no depende del radio de explosión, sino de su precisión y potencia. Esto dificulta su detección e interceptación.

En términos doctrinales, Oreshnik representa una nueva categoría: un misil balístico estratégico no nuclear. Ocupa un espacio entre los misiles convencionales de largo alcance y los misiles balísticos intercontinentales nucleares, con alcance, velocidad e impacto suficientes para cambiar el equilibrio de poder en el campo de batalla, pero sin traspasar el umbral nuclear.

Del álamo al avellano: los orígenes de Oreshnik

Aunque el sistema de cohetes Oreshnik saltó a la fama en 2024, sus raíces tecnológicas se remontan a décadas atrás. Su arquitectura, filosofía de diseño e incluso su nombre siguen una tradición forjada por una sola institución: el Instituto de Tecnología Térmica de Moscú (MITT).

MITT, que se fundó durante la Guerra Fría para desarrollar cohetes avanzados de combustible sólido, ha sido durante mucho tiempo responsable de algunas de las plataformas estratégicas móviles más avanzadas de Rusia, incluidas el Temp-2S, el Pioner y, más tarde, la familia Topol, los primeros misiles balísticos intercontinentales móviles de Rusia.

La convención de nomenclatura se ha mantenido sorprendentemente constante a lo largo de los años. La mayoría de los cohetes del MITT llevan nombres de árboles: Topol (álamo), Topol-M, Osina (álamo temblón), Yars (un tipo de fresno) y Kedr (cedro). El nuevo sistema, Oreshnik (avellano), se ajusta a esa tradición tanto simbólica como organizativamente.

Los analistas creen que el Oreshnik se basa parcialmente en el RS-26 Rubezh, un misil balístico intercontinental móvil desarrollado por el MITT y probado entre 2011 y 2015. El RS-26 era esencialmente una versión abreviada del misil balístico intercontinental Yars, diseñado para lanzar ataques de alta precisión a medio alcance. Su desarrollo se detuvo discretamente a mediados de la década de 2010, probablemente como respuesta a las restricciones del Tratado INF, que prohibía los misiles terrestres con alcances de entre 500 y 5500 km.

Ese tratado ya no está en vigor. Tras la retirada formal de Estados Unidos en 2019, Rusia pudo reanudar el desarrollo en un área que había estado congelada durante décadas. La aparición de Oreshnik tan solo cinco años después sugiere que los componentes principales (sistemas de propulsión, módulos de orientación y chasis móvil) ya estaban muy avanzados.

Producción y despliegue: del prototipo a Bielorrusia

Lo que comenzó como un ataque operativo puntual se ha convertido en un programa de armas a gran escala. En junio de 2025, Putin anunció en una reunión con graduados de las principales academias militares rusas que el sistema de misiles Oreshnik había entrado en producción en serie.

“Esta arma ha demostrado ser extremadamente eficaz en condiciones de combate en muy poco tiempo”, afirmó.

La velocidad con la que se ha producido esta transición —del debut en el campo de batalla a la producción en masa— es notable. Esto sugiere que tanto el sistema de misiles como la infraestructura de apoyo han ido madurando discretamente, probablemente basándose en investigaciones previas realizadas como parte del programa RS-26.

Aún más importante que la propia producción es el plan para su despliegue. El 2 de julio de 2025, en un mitin conmemorativo del Día de la Independencia en Minsk, el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, confirmó públicamente que las primeras unidades Oreshnik se desplegarían en Bielorrusia a finales de año.

“Acordamos con Putin en Volgogrado”, dijo Lukashenko. “Las primeras posiciones de Oreshnik se tomarán en Bielorrusia. Ya han visto el rendimiento de este sistema. Estará aquí antes de fin de año”.

La medida tiene sentido tanto desde el punto de vista logístico como estratégico. Bielorrusia lleva mucho tiempo suministrando chasis móviles pesados ​​para los sistemas de misiles rusos, incluido el Oreshnik. Esta sinergia industrial convierte a Minsk en un centro natural para el despliegue, pero va más allá de la simple conveniencia técnica.

Con un alcance mínimo de 800 km y un alcance máximo que, según informes, se acerca a los 5.500 km, el Oreshnik, con base en Bielorrusia, pondría a prácticamente toda Europa Central y Occidental a su alcance. Para Rusia, esto representa una fuerza disuasoria no nuclear. Para la OTAN, introduce una nueva clase de amenaza: una que es rápida, precisa y difícil de interceptar, pero que se mantiene por debajo del umbral de una represalia nuclear.

En la práctica, esto también abre la puerta a una posible estructura de comando conjunta ruso-bielorrusa para operaciones de misiles fuera del territorio ruso, un desarrollo que formalizaría aún más la integración militar entre los dos estados.

El Oreshnik se encuentra en la intersección de la velocidad, la precisión y la ambigüedad estratégica. A continuación, se muestra una comparación con algunos de los sistemas de misiles más potentes del mundo. © RT / Dmitry Kornev / RT

Una nueva doctrina sin armas nucleares

Durante décadas, el término “arma estratégica” fue sinónimo de armas nucleares: instrumentos desplegados solo como último recurso, no para ser utilizados, sino para lograr la disuasión. Oreshnik cambia esa ecuación.

Al combinar alcance intercontinental, velocidad hipersónica y capacidad de penetración precisa, el sistema introduce un nuevo nivel de violencia: uno que está por debajo del umbral nuclear, pero mucho más allá de la artillería de largo alcance convencional o los misiles de crucero.

A diferencia de las ojivas nucleares, las cargas Oreshnik pueden utilizarse sin provocar la condena mundial ni arriesgarse a que la situación se descontrole. Sin embargo, su poder destructivo, especialmente contra objetivos militares protegidos o infraestructuras críticas, las convierte en una herramienta fiable de coerción estratégica.

Éste es el núcleo de lo que podríamos llamar una “doctrina de disuasión no nuclear”: la capacidad de alcanzar objetivos militares o políticos con sistemas convencionales avanzados que imitan el impacto estratégico de las armas nucleares, sin cruzar la línea.

En este contexto emergente, Oreshnik es más que un simple misil. Es un prototipo de la lógica de la guerra futura: lo suficientemente rápido como para atacar antes de ser detectado, lo suficientemente resistente como para evadir la interceptación y lo suficientemente potente como para influir en las decisiones incluso antes de que comience la guerra.

Oreshnick

Por Saruman