“Prepárense para la cuádruple pandemia”, advierten los expertos, mientras una tormenta perfecta de cuatro brotes virales amenaza con estallar apenas unos días después de la investidura de Trump, lo que plantea nuevas preguntas sobre el momento oportuno, los motivos políticos y el frágil estado de los sistemas inmunológicos de los estadounidenses vacunados.
A medida que se acercan los días para la toma de posesión del presidente Trump, el caos parece ser la orden del día, un hecho que muchos sostienen que está lejos de ser una coincidencia.
Con el Estado Profundo acorralado, desesperado por mantener su control del poder, hay una creciente sensación de que estamos presenciando el siguiente capítulo de su manual de manipulación.
Y mientras el espectro de una llamada “Cuaddémica” se acerca, el momento no podría parecer más sospechoso.
Especialmente si se tiene en cuenta que el Dr. Peter Hotez, exalumno de la Fundación Gates y experto en virus, advirtió explícitamente que se avecinan pandemias queestallarán el 20 de enero, la fecha de la toma de posesión de Trump.
Hoy en día, cuestionar la narrativa es casi una segunda naturaleza. Después de todo, las cicatrices del COVID-19 (un virus que muchos creen que fue creado por el hombre y utilizado políticamente como arma) aún están frescas.
Los motivos detrás de su supuesta creación siguen siendo confusos, pero las consecuencias han convencido a innumerables estadounidenses de que la pandemia tenía tanto que ver con el poder como con la salud pública.
Ahora, el término “cuatémica” está en los titulares, generando temores de un cuádruple ataque viral mientras el país se sacude la resaca navideña.
Para quienes no lo conozcan, este término describe la oleada de cuatro enfermedades importantes: gripe, COVID-19, VSR (un virus respiratorio vinculado a los resfriados) y norovirus (la temida gripe estomacal) que han afectado a los estadounidenses al mismo tiempo. Las cifras oficiales pintan un panorama sombrío:
- Gripe : Se estima que habrá 3,1 millones de casos esta temporada, con 37.000 hospitalizaciones y 1.500 muertes.
- VSR : Las hospitalizaciones han aumentado casi un 40% en solo dos semanas.
- Norovirus : Los casos han alcanzado sus niveles más altos para esta época del año desde 2012.
- COVID-19 : Entre octubre y principios de diciembre, se estima que hubo entre 2,5 y 4,4 millones de casos, con entre 72.000 y 120.000 hospitalizaciones y hasta 13.000 muertes.
Estas cifras alarmantes son cortesía de The Wellness Center, dirigido por el Dr. Peter McCullough, un firme defensor de la transparencia médica. Según McCullough y su equipo, la “cuatémica” se intensificará y las tasas de infección aumentarán a medida que la temporada de gripe llegue a su punto máximo.
Pero la verdadera historia puede no ser los virus en sí, sino la respuesta.
Momento oportuno para la imposición de la obligación de usar mascarillas y la toma de poder
Como era de esperar, el establishment de izquierdas ha aprovechado la narrativa de la “cuatémica”, reviviendo el mismo manual que definió la era del COVID. Las órdenes de uso de mascarillas, desacreditadas por muchos por ser más una cuestión de control que de eficacia, están volviendo a ponerse de moda.
Los hospitales de estados como California, Illinois, Indiana y Nueva Jersey han vuelto a imponer el uso obligatorio de mascarillas para el personal y los visitantes. Las autoridades de la ciudad de Nueva York están instando a los viajeros a utilizarlas en el transporte público. Incluso Wisconsin, un campo de batalla por la libertad médica, ha visto cómo los hospitales han vuelto a adoptar estas medidas obsoletas.
Para millones de estadounidenses, es como una experiencia de déjà vu. Las mismas instituciones que fracasaron en la respuesta inicial a la pandemia ahora están presionando para recuperar su autoridad. Y esta vez, lo que está en juego es aún más importante, ya que los vientos políticos cambian en Washington.
El teatro político de los virus
Lo que quizás sea más alarmante es que el momento coincide perfectamente con importantes hitos políticos. El regreso de la obligatoriedad de llevar mascarilla y la intensificación de la retórica pandémica llegan justo cuando RFK Jr., un crítico acérrimo de las grandes farmacéuticas y las grandes empresas alimentarias, se prepara para asumir su cargo en el Departamento de Salud y Servicios Humanos. Para los poderes establecidos, este puede ser un último esfuerzo por socavar a un hombre comprometido con la exposición de su corrupción.
Y no olvidemos el contexto más amplio. El sistema inmunológico estadounidense, debilitado por la COVID-19 y, según algunos, por la propia vacuna, se enfrenta ahora a una avalancha de patógenos. Los críticos afirman que no se trata de un fenómeno natural, sino más bien del resultado predecible de un liderazgo deficiente y de intervenciones médicas apresuradas.
¿Una crisis fabricada?
La pregunta que muchos se hacen es si la “cuatémica” es una crisis de salud pública genuina o una fabricada. Es difícil ignorar el patrón: cada nueva ola de enfermedad justifica convenientemente más control, más mandatos y más poder para las mismas entidades que fracasaron de manera tan espectacular durante la COVID-19.
Y mientras el país se prepara para lo que viene, resulta evidente que la confianza en estas instituciones está en su nivel más bajo. La pregunta no es sólo qué está pasando, sino por qué y quién se beneficia.