Las autoridades sanitarias de Estados Unidos del FDA planean advertir que la vacuna contra el coronavirus de Johnson & Johnson puede desencadenar riesgos a sufrir una afección nerviosa llamada síndrome de Guillain-Barré.
Este sería otro golpe para la monodosis de la compañía farmacéutica Janssen, que ya estuvo frenada por unos días en abril pasado. Pese a que los entes reguladores hayan encontrado que las posibilidades de desarrollar la condición son bajas, parecen ser de tres a cinco más altas entre los vacunados con esta inyección que entre el resto de la población norteamericana, según publicó The New York Times.
La FDA identificó alrededor de 100 casos sospechosos con este síndrome entre los inmunizados, a través de un sistema de monitoreo que depende de los pacientes y proveedores de atención médica para informar los efectos adversos. Así, los informes se consideran preliminares. La mayoría de los afectados por esta condición nerviosa terminan recuperándose, de acuerdo al informe del medio estadounidense.
En declaraciones de hoy, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, una agencia que depende del gobierno de Estados Unidos, anunciaron que la mayoría de estos casos fueron reportados en hombres, muchos de ellos de 50 años en adelante.
Según los informes, los síntomas del síndrome Guillain-Barré se desarrollan alrededor de las tres semanas posteriores a la vacunación. Un vacunado de 57 años, que había sufrido un ataque cardíaco y un derrame cerebral, falleció a principios de abril, tras haber desarrollado el síndrome luego de su vacunación.
Se espera que la administración de Joe Biden anuncie la nueva advertencia mañana. Posiblemente, las agencias reguladoras europeas la sigan. Por ahora, no se encontraron vínculos entre el síndrome Guillain-Barré y las vacunas desarrolladas por Pfizer-BioNTech o Moderna, que cuentan con tecnologías diferentes.
Cerca de 13 millones de personas recibieron la monodosis de Johnson & Johnson, pero el 92% de los norteamericanos vacunados recibieron inyecciones de Pfizer-BioNTech o Moderna. Pese a requerir solo una dosis, la vacuna elaborada por Janssen fue marginalizada por demoras en su fabricación y por una pausa de 10 días, mientras investigadores estudiaban si estaba vinculada a una extraña enfermedad de coagulación sanguínea en las mujeres. En aquel entonces, se les diagnosticó el trastorno sanguíneo a 15 mujeres vacunadas en Estados Unidos y Europa, de las cuales tres murieron.
La vacuna en cuestión jugó un rol menor en la campaña de inoculación de Estados Unidos, porque la planta de Baltimore que debía abastecer de dosis a la mayor parte del país fue cerrada durante tres meses por violaciones regulatorias. La fábrica se vio forzada a tirar 75 millones de dosis por sospechas de contaminación, lo que demoró severamente las entregas.
Recientemente, las autoridades decidieron que el riesgo era remoto y que los beneficios eran superiores. Finalmente, le agregaron una advertencia a la vacuna y autorizaron su uso. Sin embargo, los contradichos afectaron la percepción de la población respecto a la vacuna.