Se repite la tragedia humana

¿Se ha dado cuenta el Partido Comunista Chino (PCCh) que hay una desconcertante similitud entre el camino de la transmisión del coronavirus de 2020 con la propagación de la peste negra hace casi 700 años?

La denominada muerte negra, la pandemia más devastadora en la historia de la humanidad, se extendió al resto de los países justamente por la Ruta de Seda y eliminó a casi la mitad de la población mundial en el siglo XIV.

Por ser ateos, los líderes del PCCh niegan la creencia milenaria china de que el Cielo arregla todos los asuntos del hombre. Por ende, no creen que lo que ocurrió hace siglos pudo haber sido, en realidad, la primera parte de un guión y una señal o anticipo de lo que vendría después.

Según la creencia de la Escuela Buda, el tiempo sobre la Tierra, en otros espacios, representa el lapso de un “abrir y cerrar de ojos”.

Entonces, desde esta óptica, hoy estaríamos experimentando tan solo una continuación de la obra iniciada por el Cielo hace 7 siglos de nuestro tiempo humano.

Las casualidades no existen

¿Cuál es la increíble similitud entre la peste negra y el coronavirus? La primera se propagó a través de las regiones que conformaban el camino de la antigua Ruta de la Seda.

El coronavirus se extendió precisamente a los mismos países, que han ratificado recientemente su participación en el plan del PCCh llamado una Franja y una Ruta, One Belt and One Road (B&R).

Es evidente que la vieja Ruta de la Seda inspiró a Xi Jinping para impulsar semejante plan que fue anunciado mundialmente en Indonesia en septiembre de 2013, durante la reunión de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).

El PCCh ha estado ideando este ambicioso proyecto desde hace por lo menos una década. Al igual que la antigua Ruta de la Seda, el B&R se trata de una extensa red económica y geopolítica, terrestre y marítima, que busca ramificarse por todo el mundo.

La original Ruta de la Seda apareció durante la dinastía Han (206 a. C.-220 d. C.). Hacia el este, la ruta llegó a Corea y Japón. Asimismo, el comercio chino se expandió hacia el oeste, conectando mercados orientales y occidentales; llegó a Holanda y, a través de la vía marítima, alcanzó a Egipto e Italia.

De esta forma, la Ruta de la Seda empezó en China y terminó en Italia. Hoy el PCCh está repitiendo la misma historia porque su proyecto del B&R  toca casi los mismos países de la antigua Ruta de Seda.

Debido a la Ruta de la Seda original, creció significativamente el comercio internacional y se experimentó un intercambio pujante, no solo de mercaderías sino también de aspectos culturales y religiosos.

La cotizada seda china, el jade, las especias y otros productos valiosos fueron llevados al oeste, mientras las caravanas regresaron a China con oro, marfiles, metales preciosos, productos de vidrio y hasta libros de astrología.

Para la época de la dinastía Tang (618 d. C.-907 d. C.), esta ruta ya se había extendido por más de 6.000 kilómetros hacia Europa.

La peste negra

La peste negra se originó en el siglo XIV en la provincia china de Hubei, y el epicentro del coronavirus de hoy es precisamente Wuhan, la capital de Hubei.

¿Cómo es posible que, después de 700 años, en esta vasta Tierra, el coronavirus brote del mismo lugar donde surgió la pandemia más mortífera de la historia? ¿Cómo es posible que se propague de la misma manera, por una ruta que ahora el PCCh quiere nuevamente revivir? ¿Es simplemente una coincidencia?

Cinco millones de habitantes de Hubei murieron por la peste negra. En aquel entonces, llevó varios años que la pandemia se propagara, mediante los comerciantes y las caravanas, a lo largo de la Ruta de la Seda.

Pero hoy en día, con el contacto permanente de personas que viajan rápidamente de un lugar a otro, mediante carreteras, aviones e incluso cruceros, la velocidad de propagación del coronavirus ha alcanzado una escala escalofriante.

Y como la modernización nunca fue del todo positiva (y la ciencia aún menos), a pesar de los avances científicos y técnicos contemporáneos, hoy, al igual que en el siglo XIV, tampoco existe un remedio para esta pandemia.

Cuando la peste llegó hasta Persia (hoy Irán), provocó la muerte de la mitad de la población local (una situación similar amenaza hoy a este país de Medio Oriente).

Después de infectar al Imperio Persa, la peste llegó a Europa por la vía marítima, y llegó a Génova y Venecia en 1348. Más tarde, desde Pisa, se propagó al norte de Italia y desde allí se expandió al resto del continente: España, Francia,  Alemania, Portugal, Inglaterra, Escocia y la Escandinavia, Islandia y finalmente Rusia.

Setecientos años después, un virus, originado en Wuhan, provincia de Hubei, llegó primero a Irán e Italia, y desde el norte del país europeo se propagó al resto del viejo continente; un camino increíblemente idéntico al de la peste negra.

Las áreas más aisladas de Europa se salvaron de esta plaga. Menos comercios, menos contactos. Igual que el coronavirus.

Hoy, en los países más afectados por el coronavirus, las regiones o provincias que no tienen o tienen menos comercio o vínculos con el PCCh, no tienen tantos infectados, como el sur de Italia o el este de Alemania.

En tanto, aquellos lugares que reconocen la verdadera cara del PCCh, como Taiwán y Hong Kong,  pueden tener control sobre la epidemia. Otra vez, ¿es todo esto una mera coincidencia?

Una última oportunidad para la humanidad

De todas formas, es evidente que no hemos aprendido una lección de lo que pasó en el siglo XIV, porque fue hace tanto tiempo, y son pocos, o más bien casi ninguno, quienes quieren asociar aquella tragedia con lo que está ocurriendo hoy en día.

Sin embargo, algo está bien claro: la peste negra se propagó a lo largo de la Ruta de Seda y el coronavirus hace lo propio a través de la moderna ambiciosa B&R del PCCh, la cual toca los mismos países.

La antigua cultura china y las Escuelas Buda y Dao dicen que los dioses limpian la Tierra, rectifican las acciones de los humanos y eliminan vidas cuando nuestro mundo se vuelve muy sucio.

Si esto es lo que pasó en el siglo XIV con la peste negra, ahora, después de tanto tiempo, ¿acaso la humanidad ha llegado otra vez a un estado en el que necesita una “limpieza”?

De hecho, el deterioro de la moralidad nunca fue tan grave como hoy. Perdido en la sociedad actual, el hombre ya no puede distinguir lo bueno de lo malo, mientras la baja moral también se difunde rápida e instantáneamente, contaminando a todos, como el coronavirus.

El PCCh controla su pueblo sin libertad de pensar ni de creer. El estado es la madre y padre y persigue brutalmente a cristianos, budistas, a la disciplina budista milenaria Falun Dafa, a los Tibetanos y a los periodistas, entre otros.

Afuera del país, el PCCh busca una forma de globalización, con una nación y una doctrina o religión (el comunismo incluso con el uso de una sola moneda, el renminbi).

El mundo, ya sin conciencia, engañado por las promesas de dinero y poder, ha complotado con el poder comunista, que no cree en la existencia de la Divinidad. La propagación de la peste negra fue lenta, pero la velocidad de la transmisión del coronavirus es feroz.

Cree que puede alcanzar su meta usando la iniciativa de One Belt and One Road que ya cuenta con muchos seguidores y gente que lo apoya alrededor del mundo, materializándose en aquellos países que firmaron el acuerdo con el régimen comunista.

Pero, hay un dicho en antigua China: los planes del hombre nunca pueden superar a los planes celestiales. Es posible que la globalización, o un poder ateo absoluto y una única religión sobre la Tierra para gobernar a la humanidad, no fuera el plan de los dioses.

¿Por qué? Para las escuelas Buda y Tao, los dioses son tantos como los granos de arena en las playas y dirigen los infinitos reinos en los diferentes espacios. Y el origen de los humanos está en esos reinos.

Así, un entendimiento superficial sería que cada uno tiene que regresar a su verdadero hogar, y los humanos no pueden regresar sin tener fe. El PCCh ateo corta este camino de volver al hogar.

Si este guión fue escrito por el Cielo, entonces, ¿cuál es la lección? Transcurrieron alrededor de 700 años para que la humanidad mejore después de la traumática experiencia de la peste negra, pero lamentablemente, en vez de mejorar, la sociedad está aún peor.

Conclusión

No existe más la fe. La moralidad ha caído brutalmente. ¿El tiempo se acaba? No, aún hay una salida. Hay que rechazar ese espíritu comunista maligno, no hay que aceptarlo.

La antigua cultura china decía que el Cielo tiene el deber de destruir poderes ateos corruptos. No importa lo que hacen los gobiernos, cada persona puede rechazar este espíritu maligno, materializado en el PCCh, que ha desmoralizado el mundo y ha provocado esta pandemia.

Ningún país tiene que apoyarlo con acuerdos, amistad y negocios, mientras daña a su pueblo y al mundo en todos los aspectos. Para un individuo, lo primero es reconocer la existencia de un poder superior que es divino y rechazar el comunismo ateo en su corazón.

Esto funciona porque el virus puede sentir la energía positiva y la esquiva. Esta es la puerta para salir de la red de una pandemia. De esta forma, no es difícil salir, más bien es fácil y cada uno puede salvarse.

Los chinos también tienen que salvarse y, a pesar de que tuvieron que vivir bajo el régimen comunista por setenta años, ellos pueden renunciar al partido maligno en su corazón y volver al antiguo camino de la cultura tradicional china, donde el Cielo es lo más importante para un ser humano.

El Cielo también mira al resto del mundo; para el resto del mundo, donde el PCCh busca acercarse cada vez más, ¡debes alejarte de ese  todo lo que puedas!

Por Liwei Fu.

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