LA ORGANIZACIÓN CRIMINAL ANTIFA.
El movimiento antifa justifica injuriar, perseguir, robar, agredir, torturar e incluso asesinar a quienquiera que los antifas estigmaticen como «nazi» o «fascista». Aquà serÃa menester marcar una primera distinción: los que son realmente «nazis» o «fascistas» y los que no lo son. En el segundo caso resulta obvio cuáles serÃan las consecuencias para el perjudicado y conviene tener muy presente que el uso que hacen los antifas de sus etiquetas criminalizadoras es muy laxo: puede ser calificada de «fascista» o «nazi» cualquier persona que los antifas consideren «reaccionaria» (es el caso de Charlie Kirk).
Página 233 del libro del judÃo Mark Bray.
Pero ahora vamos referirnos sólo a los primeros, es decir, a personas que se hayan declarado a sà mismas «nazis» o «fascistas» o que supuestamente lo sean sólo por exhibir los sÃmbolos históricos correspondientes.ÂEntre las mismas puede haber delincuentes, sÃ, como en todos los colectivos. Que se les aplique la ley. Fin.
Sin embargo, ¿qué ocurre con quienes no delinquen? ¿Qué pasa con los que se limitan a argumentar públicamente sus ideas de forma pacÃfica? ¿Cuántos nazis y fascistas hay en el mundo y qué porcentaje han cometido delitos? Yo fui funcionario de prisiones y puedo aseverar con conocimiento de causa que pocos fascistas o nazis vi encarcelados a pesar de la legislación antifascista vigente, con delitos especiales discriminatorios sólo para «nazis» y «fascistas». La mayorÃa de los presos eran, pues, «demócratas». Los mafiosos, verbi gratia, son entusiastas demócratas (=liberales) porque el fascismo los persiguió y erradicó. ¿Convierte eso a la democracia (=liberalismo) en una ideologÃa criminal? Dejo la respuesta en el aire.
Pues bien: los antifas consideran que un «nazi» o «fascista» que no vulnere la ley y se limite a ejercer su libertad de expresión puede y debe ser también injuriado,Âdoxxeado, perseguido, agredido, robado, torturado o asesinado. La idea central del antifa es que los nacionalsocialistas y fascistas no debemos poder hablar en público porque convencemos a la gente con nuestros argumentos. Ya lo hicimos antaño y podemos volver a hacerlo. Somos peligrosos. Mejor no hablar con nosotros. Al fascismo no se le discute, se le destruye. Esto nos explica el judÃo Mark Bray, ideólogo antifa, en su obra. Yo fui vÃctima de los antifas el 13 de mayo de 2003 en Barcelona: el ayuntamiento de la «ciudad de la paz» colaboró en el sabotaje de un mitin legal, es decir, aprobado por la Junta Electoral: fuimos insultados, agredidos, amenazados y robados. Ellos eran un centenar, nosotros apenas media docena. La policÃa municipal estaba ahà presente y querÃa detenerme a mÃ, no a los agresores. Juzguen ustedes si este movimiento, terrorista o no, debe ser ilegalizado y si Trump podÃa haber esgrimido otras razones, no necesariamente la acusación de terrorismo, para justificar su medida.
Dr. Jaume Farrerons
Figueres, la Marca Hispà nica, 18 de septiembre de 2025