En el gigante asiático este fruto se asocia a la gratitud y ha crecido como obsequio de Año Nuevo entre las personas más pudientes. Con esto, los exportadores chilenos estiman que la superficie de cultivo podría duplicarse en cinco años. El problema es que cada kilo de cerezas tiene una huella hídrica de 1.411 litros de agua.
El pasado 2 de febrero los más de 1.400 millones de chinos celebraron un nuevo año, iniciando así el período correspondiente al tigre de agua, según la tradición de ese país. Entre las múltiples formas de celebrar, hay una que tiene particularmente contentos a los exportadores chilenos de fruta: se trata de la costumbre de las personas más adineradas de regalar una cajita con cerezas en señal de agradecimiento.
Y si bien las noticias económicas de China han sido alarmantes, dada la crisis inmobiliaria asociada a Evergrande y los problemas de la cadena logística por la pandemia, lo cierto es que de todos modos es creciente el poder adquisitivo de los ciudadanos chinos, y por lo tanto, su capacidad de comprar cerezas en año nuevo (y durante el resto del año también).
Es tanto así que las cerezas se han transformado en el nuevo producto estrella del agro chileno durante los últimos años.
Hace una década el área que ocupaban las plantaciones de cerezos correspondía a 13.143 hectáreas, en instancias en que para este año la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa) informa que la cifra es de 48.961. Es decir, un aumento de 3,7 veces del área original, lo que representa 72 millones cajas de 5 kg anuales, según estimaciones del Comité de Cerezas de la Asociación de Exportadores (Asoex), presidido por Cristián Tagle.
Es más, según las tendencias e intenciones de los exportadores, las hectáreas destinadas al carozo seguirán en alza y podrían duplicarse en cinco años.
Y no hay dudas de que el principal responsable de este ‘boom’ es el mercado chino, el que concentra cerca del 90% de las exportaciones del carozo, seguido muy de lejos por Estados Unidos (1,8%), Latinoamérica (1,5%) y Europa (1,3%), según cifras de Asoex,
En cuanto al dinero, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos calcula el negocio de la exportación de cerezas chilenas hacia China en $1.700 millones de dólares para la temporada que va de noviembre de 2020 a mayo de 2021.
Por su parte, Odepa posee registros del valor anual exportado de las cerezas a nivel mundial desde el 2013 ($389 millones de dólares), con un peak de $1.600 millones de dólares en 2019, lo que representa la cuadruplicación del negocio entre esos años. Algo que se ha logrado, según los exportadores, gracias a cuatro ejes; la defensa de la fitosanidad, la diversificación de nuevos mercados (en especial Estados Unidos, Brasil, Corea del Sur, India, Vietnam y Tailandia), la profundización de las acciones en China y la unidad del sector.
Una de las figuras claves detrás del negocio de la cereza es Luis Schmidt Montes, el actual embajador de Chile en China, desde el 2018. Cargo que también ocupó durante el primer mandato de Piñera, entre los años 2010 y 2014.
Schmidt es un viejo conocido en el negocio del agro, ya que entre 1997 y 2006 fue presidente de la Federación Gremial Nacional de Productores de Fruta (Fedefruta) y también presidió la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) entre 2005 y 2009.
Asimismo, Schmidt -hombre de confianza de Piñera y amigo personal de Juan Sutil, actual presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC)- volvió a la presidencia de Fedefruta el 2016, tras su retorno como embajador en 2014.
De tal modo, distintas fuentes coinciden en que el rol de Schmidt resultó clave para este negocio, no solo por su experiencia en el rubro y su capacidad de operacionalizar los tratados de libre comercio con China, sino que también por campañas como Cherries from Chile (Cerezas desde Chile), que buscan promocionar las cerezas a través de ProChile.
Según Asoex, presidida por Ronald Bown, Chile invertirá en un esfuerzo público-privado un total de $5,9 millones de dólares en publicidad para la temporada 2021/2022. Esto, con la intención de aumentar por medio del marketing los consumidores de cerezas y atraer también a nuevos compradores.
Además, también se pretende incentivar la venta de este producto para otros meses del año, bajo el enganche de “Regálate un momento rojo todos los días”.
Ahora, más allá de los esfuerzos de los exportadores y las autoridades, lo que apalanca este voraz consumo es lo que pasa en China. El interés allá por este fruto radica en su color. El rojo intenso de las cerezas simboliza para los chinos abundancia y prosperidad, de allí que se entreguen crecientemente a modo de obsequio entre familiares y amigos, con la intención de ofrecer estos buenos deseos.
Adicionalmente, el consumidor chino que goza de este fruto corresponde a estratos económicos medios y altos, quienes son definidos por los productores chilenos como exigentes y capaces de pagar el alto costo de la cereza debido a su calidad.
Además se produce entre Chile y China una simbiosis perfecta en cuanto a los timing, puesto que la producción de cerezas chilenas se concentra entre los meses de octubre y enero, lo que coincide con la víspera y celebraciones del año nuevo chino. Es decir, Chile se beneficia de la contraestacionalidad de las estaciones del año (producir en el hemisferio sur para abastecer el hemisferio norte).
¿Y el medioambiente?
Sin embargo, algo que no parece estar claro -y que tampoco está entre los ejes establecidos por los exportadores para potenciar el mercado- es el impacto medioambiental que produce este acelerado crecimiento en la plantación y producción de cerezas en las regiones donde se cultivan. En especial, respecto del consumo hídrico que este fruto necesita.
Según la plataforma internacional Healabel, la huella hídrica (uso directo e indirecto) de un kilo de cerezas es de 1.411 litros de agua. A modo de comparación, un kilo de paltas tiene una huella hídrica de 1.981 litros de agua. Cabe mencionar que la huella hídrica no implica el consumo directo de las cifras de agua mencionadas. Por ejemplo, en la Región de O´Higgins, en su zona media, el uso consuntivo de riego es solo de 595 litros por kilo de cerezas.
El problema no es por cada kilo de cerezas o si este emplea finalmente toda esa agua directamente, sino que la producción de esta fruta representa 360 toneladas anuales, las que se cultivan en 49 mil hectáreas plantadas en un país como Chile, que ostenta el número 18 de los países con mayor estrés hídrico del planeta, según World Resources Institute.
La analogía con las paltas no es antojadiza, pues en 2019 el Movimiento de Defensa por el acceso al Agua, la Tierra y la Protección del Medioambiente (Modatima), acusó que el “descontrol” en las plantaciones de cerezas es uno de los causantes de la “disminución dramática” del agua en la laguna de Aculeo, comuna de Paine, Región Metropolitana, y lo compararon con la crisis de Petorca en relación a las paltas, en la Región de Valparaíso.
Esto, aunque las cerezas se cultivan en zonas de menor estrés hídrico, donde se produce menor ‘competencia’ con el consumo humano y de otras actividades, y a que según datos del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, el cultivo de paltas en Chile tiene una huella hídrica significativamente más baja que el estándar internacional (y que las cerezas); registrando un máximo 463 litros por kilo en las cuencas de mayor consumo.
De todos modos, en cuanto a la producción de cerezas, la Región Metropolitana ocupa el tercer lugar en superficie, correspondiente a 3.681 hectáreas. Por su parte, la Región de O’Higgins concentra 22.966 hectáreas y la Región del Maule 17.656 hectáreas.
Todas -en mayor o menor medida- con problemas de déficit hídrico. El último boletín publicado por la Dirección General de Aguas (DGA) correspondiente a diciembre de 2021, señala que entre las regiones de Valparaíso y O’Higgins existe un déficit anual de -54% en precipitaciones. Mientras que entre las regiones del Maule y la Araucanía es de -36%.
En cuanto a los caudales de ríos nutridos por cuencas nivales, la Región de O’Higgins junto con la Metropolitana presentaron aumentos. No obstante, el informe también detalla que esto se debe al deshielo producto de las altas temperaturas de la zona.
Respecto a los ríos del Maule hacia el sur, en su mayoría presentan una disminución de caudales en comparación al año anterior en la misma fecha de estudio.
En relación a los embalses, estos presentan un déficit global en su volumen promedio correspondiente a un 24.3%. Por su parte, en represas dedicadas exclusivamente al riego su baja es de un 44.8%, déficit que aumenta durante el periodo estival debido a la actividad agrícola.
Cabe destacar que la cereza es un fruto que ha sido adaptado a los climas templados y que, si bien concentra su producción en la zona centro del país, es posible encontrar cultivos desde Ovalle en la Región de Coquimbo hasta Chile Chico en la Región de Aysén.