El werkén del lof Choiñ Lafkenche lleva la mitad del año intimidando al agricultor César Hompart. Reclama las tierras del Fundo Taitamito, un campo ubicado en el camino Curaco-San Andrés que es parte de la franja entre el mar y la cordillera donde más hechos violentos, e incluso muertes, han ocurrido en 2020. Si bien Ancalaf lleva más de 20 años en la ruta radical hizo un publicitado paréntesis en 2018 cuando se sumó a los Diálogos por la Paz que impulsaba el entonces ministro de Desarrollo Social Alfredo Moreno y participó en el encuentro 3xi en Villarrica. Los proyectos que entonces pactó con el Gobierno no pudieron concretarse, en cambio, recibió múltiples amenazas. “O hace su propia organización o se queda sentado en su casa esperando que se lo ‘piteen’”, dicen desde la IX región quienes lo conocen.
El asedio comenzó en julio. Víctor Ancalaf se dirigió al Fundo Taitamito para reivindicar un terreno. El fundador de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM) llegó con tres camionetas para exigir la venta, a través de la Conadi, de un potrero de 50 hectáreas. La tierra, propiedad del agricultor César Hompart, no estaba (ni está) a la venta. La respuesta no le gustó al dirigente de origen mapuche por lo que procedieron a la toma del predio.
Esto no bastó. En el proceso, el yerno de Ancalaf fue a la casa del agricultor, lo amenazó con un machete y lo golpeó. Le acompañaba también la hija del ex CAM; por lo que Hompart terminó constatando lesiones y con medidas de protección. Sin embargo, la escalada no se detuvo. La toma no terminó. Siete días después de su llegada, el 24 de julio, la Sociedad de Fomento Agrícola de Temuco y la Asociación de Agricultores de Malleco Victoria denunciaron la presencia de fuego intencional en el portón del fundo.
También tumbaron un poste de vigilancia, el 1 de agosto talaron 28 nogales de 18 años (avaluados en 50 millones de pesos) y ubicados cerca del potrero cuyos terrenos reivindicaba Ancalaf, han cortado cercos, y con una camioneta pasaron por encima de los cultivos de arándanos del fundo. Más recientemente, Ancalaf amenazó a los trabajadores, muchos de ellos mapuche, para que no participaran de la cosecha frutícola.
La imagen, siempre a rostro descubierto de Ancalaf, dista de la del hombre que en 2018 aceptó reunirse en su ruca con el entonces ministro de Desarrollo Social Alfredo Moreno, que ese mismo año posó sonriente junto a empresarios forestales en la cumbre 3xi celebrada en agosto de ese mismo año en Villarrica o que anunciaba el primer proyecto de generación de energías renovables impulsado por comunidades mapuche.
Las idas y vueltas de Ancalaf en la encrucijada entre diálogo y violencia no son recientes. De hecho, su inclinación a negociar fue lo que lo terminó apartando de la CAM en los tempranos 2000. A comienzos del año 2001 se produjo un quiebre en la coordinadora. Ancalaf -uno de sus líderes junto con José Huenchunao- fue expulsado de la organización que, para ese momento, llevaba cuatro años operando. Antes de la escisión, autoridades y empresarios lo acusaban de instigar los episodios más violentos del conflicto indígena y de “terrorismo”, situaciones por las que estuvo preso entre 2002 y 2007 (su caso llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y, gracias al fallo a su favor, en 2019 la Corte Suprema de Chile dejó sin efecto la condena).
Pero antes de estar en prisión, Ancalaf acordó en enero de 2002 con el subsecretario de Mideplan, Jaime Andrade, y la Conadi, abandonar las acciones de violencia a cambio de 1.625 hectáreas para 5 comunidades de Collipulli. En medio de la toma del Fundo Taitamito el ex CAM recordó este tratado. Aseguró que en 2001 las autoridades se comprometieron a traspasarle mil hectáreas y “hasta ahora nos han entregado poco más de 100 hectáreas”. De acuerdo con información difundida por la Asociación de Paz y Reconciliación en la Araucanía (APRA), el Lof Choiñ Lafquenche -que lidera Ancalaf- ha recibido 273,5 hectáreas.
Ancalaf fue expulsado de la CAM a finales de 2000 precisamente “por su interés de negociar con el gobierno”. Desde entonces, ese ha sido su rol: conversar, en reserva o en público, con las autoridades para lograr traspasos de tierras y otros beneficios. Según él mismo ha declarado, para los más radicales, se convirtió en un “entreguista y un traidor”.
Las razones del werkén
Las tierras que le entregaron al werkén, a través de la modalidad 20-b del Fondo para Tierras y Aguas Indígenas, que permite el financiamiento de tierras en conflicto provenientes de los títulos de merced, están al lado del fundo de Hompart; el agricultor ha dicho que su familia lleva 60 años en la zona y sobre su campo -que genera 300 empleos directos en época de cosecha- nunca existió alguna reclamación territorial, hasta ahora.
Ancalaf, vocero de más de 30 comunidades, renunció a la Confederación Económica Mapuche. Quienes lo conocen dicen que esta nueva vuelta en U fue para intentar la única cosa que hasta ahora le ha dado resultados: lograr sus objetivos por el camino más radical, ya que la vía del diálogo no le rindió réditos, pero sí le trajo muchas intimidaciones.
El proyecto del parque eólico no comenzó. Por el contrario, haber aparecido en las portadas de los diarios anunciando que estaría involucrado en una iniciativa que preveía una inversión de U$500 millones le trajo más enemigos y señalamientos de traidor. En entrevista con El Líbero acusó que se tergiversó la información. “Era un proyecto Corfo, que alcanzaba los 43 millones de dólares y generaba 18 megawatts. Pero lo desechamos porque nos trajo muchos problemas, por el tema de las amenazas constantes”. Además de eso, se involucró en la agricultura tradicional, en cultivos de trigo y avena, pero en el ínterin recibió “11 o 12 amenazas directas de muerte”. Además, por haber sido uno de los rostros de los Diálogos por la Paz que impulsó el ministro Moreno.
Fuentes de la IX Región explican que Ancalaf tiene hijos que están involucrados en la ruta radical. Sostienen que mantenerlos alejados de esa vía mientras el padre intentaba lograr ciertos beneficios a través del diálogo era una tarea difícil para el werken. “Que los resultados no llegaran le costó muy caro”, aseguran. “Dos años duró en el diálogo, pero no consiguió nada. Cómo él le explica a su gente, y más viendo que por la vía radical se consiguen resultados más rápido. Un ejemplo de esto es Temucuicui. Era complicado aguantar la presión de su propia gente”, dicen conocidos del tema que prefieren el anonimato por seguridad.
A esto se suma la enemistad con Héctor Llaitul, actualmente el principal vocero de la CAM; con quien, dicen, tiene una pelea a muerte. “Así que o hace su propia organización o se queda sentado en su casa esperando que se lo ‘piteen’. Haber negociado con el gobierno le restó prestigio, no ganó nada, así que ahora esta es una forma de volver a conseguir respeto”.
Esta sería una de las razones por las cuales actúa a rostro descubierto. La otra es que cuando estaba en el carril de la negociación, hubo quien se intentó hacer pasar por él para dirigir atentados. “Él nunca ha sido encapuchado. Les tiene rabia. Siempre ha preferido mostrar la cara. Sin embargo, durante los diálogos siempre hubo la desconfianza de que él por un lado estuviera negociando y por otro participando en hechos de violencia, y era por esos ‘imitadores’”.
Interés estratégico
Los primeros indicios que entregó Ancalaf de querer distanciarse del gobierno ocurrieron tras la muerte de Camilo Catrillanca en noviembre de 2018. Entonces fue uno de los primeros en exigir la salida del llamado Comando Jungla de la región y la cabeza del intendente Luis Mayol, con quien pocos días antes se había fotografiado risueño al conseguir el acuerdo del proyecto energético.
Hubo un amago de reconciliación en 2020, cuando opinó sobre las conversaciones entre el Consejos de Lonkos y la Corporación Nacional de Machi, con los tres poderes del Estado, iniciadas en septiembre, y dijo que estaría dispuesto a sumarse al debate siempre que se convocara a todas las comunidades mapuche.
Para la dirigente de Malleco, Gloria Naveillán, quien ha acompañado a Hompart en sus denuncias, el interés de Ancalaf siempre fue financiero. “Víctor Ancalaf puede haberse vestido de una persona dialogante, de ‘abuenado’ con el gobierno, para lograr un beneficio económico, pero sigue siendo el mismo de siempre. Si él hubiera conseguido las platas del Gobierno que quería, capaz e igual hubiera estado armando problema y tratando de reivindicar tierras. Ancalaf, al igual que Llaitul y que muchos líderes conocidos, que son o han sido cercanos a la CAM, tienen una ideología que los maneja y están preparados para convencer a otros de que la vía violenta es la forma de lograr las cosas”, destaca.
Naveillán también ofrece una visión estratégica del por qué ahora existe interés en los terrenos del Fundo Taitamito. “Acá hay al menos un par de negocios bastante lucrativos que están detrás de los grupos que ejercen violencia. Uno es el tráfico de drogas, otro el tráfico de armas, y entremedio, está el robo de madera que es lo que les da la liquidez para poder funcionar. No tengo idea si Ancalaf está metido en estos negocios turbios, pero es curioso que al mirar un mapa de Chile, lo que ellos gritan que quieren reivindicar como territorio va desde el mar a la cordillera, y justo en la franja donde se produce la mayor cantidad de atentados violentos y donde hemos tenido todas las muertes este año, que son 10, relacionados directamente con hechos de violencia entre la Provincia de Arauco y La Araucanía”.
Continúa la dirigente: “Sabemos que allí operan grupos, hay extranjeros, están organizados y preparados, porque en muchos atentados se ha visto cómo están uniformados, siguen órdenes, hay uno que dirige. Pienso que todo este show de Ancalaf con respecto al campo de César Hompart es su manera de volver a demostrar que en realidad para él la violencia es el camino y, por otro lado, también es una manera de generar miedo dentro de la población de ese sector que para ellos es muy importante. Me refiero a lo que va de Collipulli a la Cordillera de los Andes, donde sabemos que hay muchos pasos hacia Argentina, y que hay zonas desprotegidas”.
Hompart ha pedido más de 20 desalojos del campo ubicado en el camino San Andrés-Curaco, en Collipulli, pero ninguno ha logrado el efecto esperado. Ni siquiera porque se han contactado directamente con los nuevos miembros de la unidad de coordinación de la macrozona sur, ante lo reiterado del asedio de Ancalaf la última semana.
A Naveillán le preocupa la época de cosecha no solo de frutas, sino también de granos, que puede extenderse hasta mediados de febrero del próximo año. “Más allá de la parte económica también está en riesgo la seguridad agroalimentaria del país. Esto hay que pararlo con prevención. Hompart tiene ahora resguardo, pero qué va a pasar con el resto de los agricultores. No es viable que cada uno tenga protección particular, sobre todo cuando los hechos suceden en plena vía pública”.