“Es inútil”, afirma el colonizador en el tracto clásico de Albert Memmi, el colonizador y el colonizado, “tratar de pronosticar las acciones de colonizados (son impredecibles! Con ellos, nunca se sabe!)”. Parece para el colonizador que “una extraña e inquietante impulsividad controla al colonizado.“
La única explicación oficial que Israel y sus partidarios podrían dar de por qué los palestinos se han levantado últimamente es que fueron influenciados por la propaganda islámica. Esa propaganda incitó tan fácilmente a los “impulsivos e impredecibles” palestinos en las últimas semanas, según la versión de Israel.
En términos generales, los comentaristas occidentales han estado más dispuestos a colocar la resistencia en el contexto más amplio de la opresión que enfrentan los palestinos.
Sin embargo, este enfoque occidental, articulado principalmente por académicos y periodistas liberales, tiene algo en común con el de Israel: este considera infundadas e irrelevantes las acusaciones de que Israel planea demoler al-Aqsa en Jerusalén o construir un “Tercer Templo” en Haram al-Sharif, el compuesto circundante. Las acusaciones aparecen en los medios de comunicación occidentales como un mero pretexto que ha provocado sólo incidentalmente que los palestinos se levanten.
No se puede negar que después de casi 50 años de brutal colonización uno no tiene que mirar muy lejos para entender las profundidades de la desesperación y los niveles de ira que sienten los palestinos.
Sin embargo, este comprensible impulso por actuar en contra de la opresión no debe llevarnos a ignorar los planes de Israel hacia Haram al-Sharif. Tampoco hay que aceptar que las aprehensiones árabes y palestinas sobre Israel son invenciones de la imaginación oriental y que no tienen sus bases en la realidad. De hecho, pueden ser justificadas.
Es, por tanto, crucial preguntar, seas religioso o secular: ¿está al-Aqsa en peligro? Si es así, entonces su precario futuro no sólo es una ofensa al Islam, sino también un indicio más de hasta qué punto el proyecto colonial de asentamientos de Israel podría llegar.
Crimen Arqueológico
Demoler sitios árabes e islámicos en Jerusalén no es algo desconocido en la política y las actitudes israelís. En 1967, Israel arrasó el barrio marroquí en la ciudad vieja de Jerusalén.
Esta fue una joya arquitectónica de la civilización islámica que databa de finales del siglo 12 y fue sede de algunas de las más importantes órdenes religiosas islámicas.
Cuando apareció el sionismo en Palestina, sus líderes no sólo estaban tratando de comprar tierras para los asentamientos, sino también para comprar lo que ellos consideran como la Jerusalén judía.
El Barón Edmond de Rothschild intentó comprar el barrio a finales del siglo 19, al igual que los dirigentes sionistas bajo el mandato británico, en vano. Cuando la compra no funcionó, fue tomada por la fuerza durante la guerra de 1967 y demolido.
La demolición incluyó la destrucción de la mezquita Sheikh Eid construida por un hijo de Salah al-Din al-Ayubi, que liberó a Jerusalén de los cruzados. Al aprender acerca de la destrucción en años posteriores, Benjamin Cedar, un historiador y vicepresidente de la Academia Nacional de Ciencias de Israel, declaró al diario israelí Haaretz que “fue un crimen arqueológico.“
La destrucción de mezquitas no fue una práctica nueva, o una limitada a Jerusalén. Las fuerzas sionistas dejaron intactas muy pocas mezquitas en los aldeas y pueblos palestinos destruidos durante la Nakba (la operación de limpieza étnica de 1948). Las autoridades israelíes después conviertieron muchas de las mezquitas en clubes, restaurantes y recintos de animales.
Geografía de la destrucción
Por lo tanto, ni los monumentos históricos en Jerusalén ni las mezquitas alrededor de Palestina eran inmunes a las políticas destructivas del colonizador. El proceso de arruinar la herencia islámica del país está profundamente grabado en la memoria colectiva palestina.
Los palestinos también atestiguan frecuentemente cómo Israel destruye edificios con bulldozers D-9 blindados, suministrados por la empresa estadounidense Caterpillar.
Sin embargo, no es sólo ésta vívida memoria de la geografía de destrucción israelí la que siembra el temor entre muchos sobre el futuro de al-Aqsa. Se trata de un análisis realista de la ideología de algunas de las potentes fuerzas políticas hoy en Israel, que están representados en el actual gobierno de Benjamin Netanyahu.
El más importante de ellos es el creciente movimiento nacionalista religioso. Solía ser una fuerza marginal, pero hoy es parte del establishment.
Como Or Kashti de Haaretz reveló recientemente, parte del plan de estudios del sistema escolar de ese movimiento (Israel ejecuta tres sistemas: uno judío secular, uno religioso nacional y el sistema “árabe”) está un programa que aboga por la construcción del “Tercer Templo“.
La construcción del templo es la ambición de la humanidad en su conjunto, se les dice a los alumnos. Kashti habló con expertos que leen el programa y aunque él insiste en que el programa no tiene una referencia directa a la demolición de al-Aqsa, los alumnos se inoculan con la idea de que están al borde de la redención judía (Geula) del monte.
Este programa es apoyado por Naftali Bennett, el ministro de Educación. Junto con su colega, Uri Ariel, Bennett es parte del Partido Hogar Judío, que se ha comprometido a reemplazar al-Aqsa con un templo judío.
Después de la elección a principios de este año, Ariel fue nombrado ministro de Agricultura. En su cargo anterior como ministro de Vivienda, llamó explícitamente a construir el nuevo templo sobre al-Aqsa. Él no es un político marginal, y tampoco lo es su partido.
El gobierno israelí apoya con dinero y otros medios varias organizaciones que llaman abiertamente a un plan similar. El más importante de ellos es el Instituto del Templo en Jerusalén, fundada por el rabino Yisrael Ariel. Su financiación ha sido investigada por el periodista de Haaretz Uri Blau.
El objetivo principal del instituto, según su sitio web, es “ver a Israel reconstruir el Templo en el Monte Moriah en Jerusalén [complejo de la mezquita al-Aqsa], de acuerdo con los mandamientos bíblicos.”
No hay nada absurdo o inimaginable en el supuesto de que un fanático sionista algún día llevar a cabo dichos planes.
Por Ilan Pappe para Electronic Intifada
El autor de numerosos libros, Ilan Pappe es profesor de historia y director del Centro Europeo de Estudios Palestinos de la Universidad de Exeter.
Fuente: https://electronicintifada.net/content/destruction-al-aqsa-no-conspiracy-theory/14991