Muchos de los electos en la Convención Constituyente no superan el 5 %, otros no superan ni el 1 %, pero dicen representar a una inmensa mayoría y al pueblo.
Muchos lo advertimos, no fuimos escuchados. El tema que se decía en todo y por todos los medios era cambiar la Constitución, así se terminarían todas las angustias de las familias chilenas.
Se le dio poder al anarquismo y una minoría violenta que con muy pocos votos se cree con la representación y autoridad de un país para refundarlo. La señora Elisa Loncón, presidente de la Convención Constituyente obtuvo 5,38 % de los votos de su coalición, es decir, 11700 votos, en una elección que no superó el 42 % de la participación del padrón electoral. Ahora quiere refundar Chile y tampoco le gusta el Himno Nacional.
Marcela Cubillos obtuvo 21,87 % de los votos de la Lista Vamos por Chile, 84014 votos. Harry Jurgensen 19 % con 19000 votos aproximadamente. También tuvieron buenas votaciones Daniel Stingo con 111.000 votos, un contundente 24,65 % y Jaime Bassa obtuvo 43000 votos, representando 13,8 %.
Otros resultados muy malos para la inmensa mayoría que creen representar, Jorge Baradit sólo 21000 votos equivalente a 5,14 % y Beatriz Sánchez casi 28000 y un discreto 16,8 %, ella fue candidata presidencial.
Ahora si uno mira en detalle, muchos de los electos no superan el 5 %, otros no superan ni el 1 %, pero dicen representar a una inmensa mayoría y al pueblo. Es decir, ¡no representan a nadie!
Así las cosas, ahora quieren pasar por encima de otros poderes del Estado y cuestionar, solicitar por medio de presión la liberación de los delincuentes que destruyeron Chile, que para ellos son presos políticos.
También quieren parar las licitaciones estatales y será la tónica de este proceso. Una imbecilidad tras otra, habrá que esperar 12 meses y un despilfarro de recursos para votar rechazo en un plebiscito de salida.
Lógicamente el costo de esta estupidez lo pagarán los desempleados, pobres, las pymes y todo el sector productivo que depende de la inversión y crecimiento económico, palabras no conocidas por los políticos y constituyentes.