Georges Soros es una de las personalidades más influyentes de nuestra época.
El activismo de Soros, que se considera a sí mismo como un “jefe de Estado
sin Estado”, afecta, de hecho, a todos los dominios y todos los continentes.

Durante las últimas décadas, pocas naciones se han librado de la acción o la
influencia del conjunto de sus fundaciones: la Open Society Foundation.

Por dondequiera que la soberanía política y la estabilidad social son atacadas se encuentra
el rastro de George Soros, de sus redes, de sus militantes, de sus millones de dólares. Ya
sea a través de la inmigración masiva, de la despenalización de las drogas, de las nuevas normas societales, de la promoción de la ideología de género o de las revoluciones de
colores. En cada uno de estos dominios, Soros opera con una sorprendente constancia para
la realización de un mismo objetivo: el advenimiento de un nuevo orden político
internacional fundado sobre la noción de “sociedad abierta” y el fin de los Estados
nacionales.

Injerencia humanitaria y soft-imperialismo
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Como él mismo expone al principio de la obra “La sociedad abierta y sus enemigos”, Karl
Popper se ve como el promotor de una ingeniería social fragmentaria, es decir, una
ingeniería social que progresa y transforma la sociedad por etapas y por “intervenciones
limitadas” de manera casi furtiva y mediante acciones imperceptibles. Una forma de
constructivismo sociopolítico que él opone a la ingeniería social utópica y revolucionaria de
tipo marxista (…) El modus operandi de George Soros y de la Open Society se afecta a una
reconfiguración permanente y extremadamente bien controlada de los procesos
sociopolíticos contemporáneos. Por lo tanto, la idea de sociedad abierta se presenta como
una herramienta de ingeniería social increíblemente eficaz: un pretexto democrático y una
idea-fuerza movilizadora cuyo horizonte de expectativas es la integración de toda la
humanidad bajo la forma de una ecúmene mundial unificada. A fin de dar una forma
concreta a este concepto operativo, Soros sólo necesitaba forjar la herramienta adecuada
para su ambición planetaria. Es con este objetivo que Soros lanzará su fundación en 1979,
cuando decide que había acumulado bastante dinero como para iniciar su acción
metapolítica. Llamada entonces Open Society Institute (OSI), su red de fundaciones se
llama hoy Open Society Foundations (OSF)…

Soft-power e intereses americanos
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George Soros es un maestro en materia de “poder blando” y le gusta presentarse como un
hombre de paz, campeón frente a los provocadores de guerras y nacionalismos. Una
especie de Robin Hood millonario que vendría a ayudar, por todo el mundo, a los débiles y
los desfavorecidos, aplastados por la tiranía de las “sociedades cerradas”. Sin embargo, en
lo que concierne al origen de su fortuna, la independencia de la OSF respecto a los
aparatos de inteligencia militar angloamericanos constituye un buen ejemplo de “story
telling” destinado a los medios y al gran público. Un angelical relato que no resiste un
examen en profundidad: los vínculos que existen entre su red mundial de fundaciones y el
complejo militar-industrial norteamericano y las redes neoconservadoras belicistas, son
bien reales. Sin estos vínculos, no puede comprenderse la implicación y el dejar-hacer de
que dispone la OSF en sus diferentes teatros de operaciones en el mundo entero. El softpower de la OSF puede ser considerado como la continuación del imperialismo angloamericano por otros medios distintos a los del hard-power.

No sólo el personal, sino también la propia agenda de intervenciones humanitarias de la
OSF, corresponden a la extensión de los intereses americanos en el mundo desde los años
70 del siglo pasado: ya sea en África, en Oriente Medio o en Europa del Este, la OSF está
presente regularmente, como un aval, en el intervencionismo militar estadounidense. A la
manera de un Zbigniew Brzezinski o de un Kissinger, George Soros está, de hecho, a favor
de una progresiva vasallización y dilución de las soberanías estatales en un sistema de
gobernanza mundial inclusivo, pareciéndole el imperialismo directo como demasiado
visible e incluso arriesgado a medio plazo.

“La estrategia de Soros para expandir la Pax Americana difiere del modelo de Bush,
particularmente en su sutileza. Pero es tan ambicioso como mortal. Los liberales de
izquierda, que admiran su apoyo en algunas de sus cuestiones favoritas, tales como los
derechos de los homosexuales y la legalización de las drogas blandas, le permiten salirse
con la suya”.

Así, después de salvar a George Bush de la bancarrota en la década de los 90, George Soros invertirá 15 millones de dólares en la campaña electoral de 2004 para contrarrestar su  reelección. George Soros se opondrá a los neoconservadores y al clan Bush, precisamente en esta cuestión táctica, durante la segunda guerra estadounidense contra Irak en 2003.

La Open Society, una herramienta de injerencia universal
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Podemos ver, por tanto, que el imperialismo contemporáneo posee dos estrategias
principales a su alcance: la vía dura, que pasa por la dominación y la sujeción militar y
armada directa; y la vía dulce, que utiliza el humanitarismo y el soft-power (…) La
hegemonía imperial contemporánea puede también recurrir a un conjunto de tecnologías
políticas muy elaboradas fuera del puro y duro poder militar; pero entre ellas pocas son
comparables a la envergadura de medios y de campos de acción de la Open Society de
George Soros. La especificidad de la OSF es la de operar sobre temáticas sociales,
societales y metapolíticas en todos los continentes. Una herramienta tanto más eficaz en
cuanto que se presenta como independiente de los Estados y de las instituciones
internacionales. Además, mientras la mayoría de las ONG concentran su acción y sus
medios sobre un tema preciso, la OSF puede, con su ideal de sociedad abierta, abarcar
todos los campos posibles de acciones no gubernamentales. Como se expone en la
presentación oficial de la OSF:

“La OSF apoya, en cualquier parte del mundo, a personas y organizaciones que combaten
para promover la libertad de expresión, la transparencia de los gobiernos y la creación de
3/5 sociedades más justas e igualitarias. Esto se traduce, frecuentemente, en una atención
particular hacia aquellos que sufren discriminaciones por el simple hecho de ser ellos
mismos, como los gitanos en Europa, y de ser obligados a vivir al margen de la sociedad
mayoritaria”.

Es difícil encontrar algo más globales que la OSF como red de organizaciones no
gubernamentales, en la medida en que su influencia se afirma como realmente planetaria.
A la vista de las sumas invertidas desde su creación, se puede considerar a la OSF como
una de las herramientas más poderosas del mundo en materia de influencia e injerencia “Hasta la fecha, la OSF cuenta, al menos, con veintitrés fundaciones nacionales y
regionales, cada una con su propio consejo asesor. Los miembros de estos consejos
supervisan las actividades y deciden las prioridades en términos de financiación, a fin de
responder mejor a las necesidades locales. La primera fundación fue creada en Hungría en
1984 (que Soros ha tenido que trasladar ante la oposición de Viktor Orbán), la más
reciente fue abierta en Myanmar en 2016”.

Migración, despenalización de las drogas, nuevas normas sociales (teorías de género,
propaganda LGBT), desestabilización de regímenes políticos, libertad de prensa, ecología:
la actividad de la OSF afecta a todas las cuestiones sociales sensibles en la mayoría de los
continentes.

La OSF y la inmigración

Entre los campos de acción de la red Soros, la cuestión migratoria es una de las prioridades
de la OSF. El objetivo de Soros y de sus redes es llegar a refundar el sistema político
internacional y de la Unión europea sobre los principios de la “sociedad abierta”, siendo la
inmigración y los desplazamientos masivos de población los medios más eficaces para
lograr este fin. Una perspectiva que puede parecer desmesurada salvo si se invierten los
medios necesarios. Lo que la OSF ha estado haciendo desde hace varios años.

Como indica el informe financiero, la OSF dedicaba buena parte de su presupuesto a la
cuestión migratoria, que está en el centro de sus actividades internacionales: “Nuestra
misión es la de reforzar las instituciones y las prácticas que mantienen las sociedades
abiertas (…) No hay mejor ilustración de la forma en la que nosotros concebimos esta
misión que la prioridad que damos en nuestro presupuesto a la inmigración”. Una misión
para la que la Universidad de Europa Central (CEU) también contribuyó en la perspectiva
de la integración de los inmigrantes: “Nosotros hemos invitado también a la Universidad
de Europa Central a proponernos en que forma podría dirigir un mayor esfuerzo a fin de
proporcionar una mejor educación a los refugiados, tanto si viven en campamentos como
en el seno de las comunidades de acogida”.

La lectura de este informe ofrece los detalles de los medios financieros que emplea la OSF
para influir sobre la cuestión migratoria. Así, sobre un presupuesto total para 2016, que
era de 930,7 millones de dólares, la OSF declaró utilizar 20,8 millones para las
problemáticas ligadas a las migraciones. En 2017, sobre un presupuesto incrementado en
un 1,1% para alcanzar los 940,7 millones de dólares, la OSF dedicó entonces 32,6 millones
sólo para la cuestión migratoria. Esto constituye un aumento del más del 50% en un año.
Estas sumas pueden parecer colosales, pero este informe indica que ni siquiera se incluyen
las inversiones privadas que Soros utiliza como parte del plan que planteó a sus agentes de
la Unión europea en 2015.

“Comenzamos 2016 con 20,8 millones de dólares invertidos en esta tarea, pero el
montante para 2017 es de 32,6 millones, lo que significa un aumento de más del 50% (…)
Los 32,6 millones no incluyen el plan, anunciado por Soros en septiembre de 2016, de
invertir 500 millones de dólares en acciones e inversiones en beneficio de los migrantes”.

La OSF y las migraciones en el Mediterráneo
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El resto del informe financiero del OSF es explícito y demuestra la inmensa
responsabilidad de las redes Soros en la crisis migratoria en el Mediterráneo. Una
responsabilidad que, obviamente, nunca se menciona en los medios de comunicación,
aunque este informe está disponible en el sitio web de la OSF para cualquier periodista
curioso: “En febrero de 2016, mucho antes de anunciar las prominentes inversiones
privadas, George Soros prometió públicamente 25 millones de dólares a lo largo de varios
años para ayudar y desplegar a los sirios en el Líbano y en Jordania, así como a los
miembros de su comunidad anfitriona y también para proporcionar asistencia legal a
cientos de miles de refugiados que huían de la guerra”. El informe concluye así la parte
dedicada a la inmigración: “En este tema como en otros, el presupuesto de 2017 refleja una síntesis de liderazgo desde lo alto con programas iniciados a nivel local”. Según la temática tan querida por los mundialistas del “glocalismo”: fusión de lo global y de lo local. Invertir en el campo local e implicarse sobre el terreno en las problemáticas reales, inundar de colosales medios financieros a las asociaciones y las ONG que, en realidad, son subalternas asalariadas de su proyecto de sociedad, tal es el método Soros sobre la cuestión migratoria.

■ Fuente: Le retour aux sources

 

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