¿Cuál es el origen histórico de ese “desorden mundial” que usted analiza en
detalle en su último libro?

La cuestión del desorden mundial debe plantearse, en efecto, en esos términos. La historia
nos informa mejor que nadie el origen de los hechos geopolíticos actuales. Habría que
remontarse al siglo XVIII y, en concreto, en el movimiento de giro político iniciado por las
Revoluciones que calificaríamos hoy en día de “colores”. En Francia, el descontento
popular había sido favorecido, en gran medida, por la liberalización de los precios del
grano iniciada por los banqueros-comerciantes presentes en el gobierno monárquico. La fabricación voluntaria del empobrecimiento popular añadida a descontentos estructurales
y coyunturales inherentes a toda sociedad fue el terreno sobre el que se desarrollaron las
protestas que dieron lugar a la Revolución. Esos movimientos de masas fueron
manipulados, enmarcados y armados por personas que tenían una hoja de ruta precisa,
con el objetivo de derruir el orden político en vigor, basado en la organización de la
sociedad en tres órdenes. De esos tres órdenes, todo el mundo sabe que solo los dos
primeros, la nobleza y el clero, ocupaban entonces el poder. Incluso si existía cierta
porosidad entre ambos, obedecían a jerarquías diferentes. Los dos funcionaban, en
consecuencia, como unos contrapoderes efectivos. Es precisamente debido a ese
contrapoder por lo que la burguesía mercantil pudo prosperar hasta adquirir una plaza
preeminente en la sociedad (que todavía conserva).

Sobre esta burguesía negociante se apoyaron los banqueros-comerciantes para iniciar sus
grandes maniobras políticas. Hay que recordar que los banqueros-cambistas tenían, desde
hacía tiempo, un poder importante en la institución monárquica ya que proporcionaban
crédito al rey y a los grandes señores; créditos que eran necesarios para armar y mantener
los ejércitos, las obligaciones políticas y sociales del rey y de la nobleza en general.

Solo el clero escapaba al poder de los banqueros cambistas. La Iglesia, desde la Edad
Media, había tenido un rol de moderación sobre el poder de los financieros. Precisamente
por eso la casta de los banqueros-comerciantes estimó, desde el siglo XVIII, que el clero
era su verdadero enemigo. Desde entonces, los financieros no han parado de desarrollar
toda una serie de armas civiles convencionales (financiando el desarrollo de teorías
anticlericales en todos los frentes económicos y sociales) y no convencionales (infiltración)
para acabar, en el largo plazo, con el clero. La Revolución francesa fue, en el nivel político,
el punto de partida de esas maniobras, de tipo militar, con el objetivo de la desaparición
del clero en un contexto en el que el poder temporal (rey y nobleza), muy debilitado por
sus incesantes necesidades financieras, ya había caído en manos de los banqueros
cambistas.

El orden político del Antiguo Régimen se basaba en un poder temporal (la aristocracia
organizada alrededor de un rey considerado como el primero entre iguales) y un poder
espiritual (el clero). Estos dos grupos se equilibraban. Jurídicamente, el vínculo entre los
dos reposaba en la preeminencia de lo espiritual sobre lo temporal, traducido por la
supremacía del orden natural, es decir, el “derecho natural”.

La cuestión está en que los banqueros-comerciantes querían la desaparición de todo
“orden natural”. En su búsqueda de poder, debían eliminar todos los fundamentos en los
que se basaba el antiguo poder. Con el tiempo y su impulso, emergió un concepto jurídico
nuevo, el del “derecho positivo”, cuya vocación era oponerse al “derecho natural”. Esta
noción nueva fue la puerta abierta a la llegada de un orden jurídico nuevo, derogatorio del
derecho común que era entonces el derecho civil. Poco a poco, en Europa y en Francia en
particular (a partir de 1807, fecha de la llegada, bajo Napoleón, del Código de Comercio), el 2/5 derecho comercial pasó al estatus de derecho común que tiene en la actualidad. Así,
históricamente, el positivismo ha sido el medio, utilizado por los banqueros-comerciantes,
para obtener la sustitución del derecho civil por el derecho comercial en su función de
derecho común. Recordemos que, quien dice “derecho común”, dice regla de gestión y
regulación de la sociedad en su conjunto.

Estamos hoy en día, en Europa y en el mundo, en el punto culminante de la dominación,
artificial y oficiosa, de la casta de banqueros-comerciantes, que son los herederos directos
de los orfebres cambistas de la Edad Media. Esta dominación se traduce necesariamente
en el advenimiento político de esta casta, que llegará mediante la instauración de un
gobierno mundial, de tipo autoritario, al no tener ningún contrapoder político ni social
efectivo. La constitución de este gobierno se basa en dos herramientas: una moneda
mundial eficiente controlada por los banqueros-comerciantes, y la constitución de puntos
de poder locales sobre el modelo de la Unión Europea. El control del comercio marítimo
mundial ha sido la puerta de entrada a la supuesta imperiosa necesidad de dotar al mundo
de una moneda mundial unificada… y debidamente controlada.

¿Cómo consiguieron los bancos impulsar el paso de una economía real a un
sector financiero totalmente virtual?

La virtualización de la finanza internacional ha sido el resultado previsible de Bretton
Woods. El dólar que se impuso entonces como moneda mundial no podía, tanto como el
patrón oro utilizado hasta entonces, no seguir el desarrollo estructural, permanente y de
naturaleza exponencial, de los intercambios económicos mundiales pretendidos por la
doctrina del librecambio, en vigor desde el siglo XVIII. Recordemos que el librecambio es
la versión modernizada de la “libertad de comercio” impuesta, en Occidente, por las
Revoluciones de finales del XVIII. Estas fueron iniciadas, encargadas y dirigidas por la
casta de banqueros-comerciantes.

En su búsqueda desesperada por conservar su propia moneda, el dólar US, como moneda
mundial, los norteamericanos tuvieron que recurrir a las reservas financieras de sus
vasallos occidentales además de otros subterfugios con el fin de crear, artificialmente, unos
activos financieros. La imperiosa necesidad de unir la moneda a unas riquezas dio
nacimiento a un vasto movimiento de desregulación financiera, nacido en Estados Unidos
en los años 1970. Lo que llamamos hoy “financiarización de la economía” es el resultado de
la desregulación financiera que ha permitido el nacimiento de activos financieros ficticios,
es decir, grosso modo, la transformación –como si fuera alquimia– de activos tóxicos que
son, en realidad, deudas, en riquezas.

Hay que comprender bien los mecanismos intangibles de la moneda: una moneda solo
funciona si está unida a una economía. Tratándose de moneda mundial, el asunto se
complica, ya que las limitaciones de una moneda local unida a una economía local son
incompatibles con las de una moneda mundial a escala global. Una economía local
próspera se basa en una balanza comercial excedentaria, es decir, en el hecho de que las
exportaciones deben ser superiores a las importaciones. Pero, para ser útil, una moneda
mundial debe ser emitida en cantidad suficiente para responder a la totalidad de los
intercambios económicos mundiales. Para poder circular en cantidad suficiente para
responder a las necesidades mundiales, el dólar US como moneda mundial exigía que las
importaciones americanas fueran superiores a las exportaciones, lo que ha producido el
efecto de debilitar la economía americana al desequilibrar de forma duradera e
irremediable su balanza comercial.

Desde entonces, se inicia un círculo vicioso: una economía débil no puede justificar la
emisión importante de moneda sin hacerle perder la confianza de sus usuarios. Hemos
visto que la emisión importante de dólares se unió a la creación de activos financieros
ficticios que han tenido el efecto de desestabilizar el funcionamiento monetario y
financiero a nivel mundial, mediante la circulación de una gran cantidad de activos tóxicos
vehiculados por los bancos y todos los organismos financieros; esta circulación de activos
tóxicos ha acabado con la confianza de los usuarios del dólar como moneda mundial,
haciendo necesario, entonces, su reemplazo.

Ese es el principio denunciado en la actualidad por el presidente Trump que exige, de
manera cada vez más imperiosa, la bajada por parte de la FED de los tipos directores
americanos. Esta exigencia está justificada en el hecho de que, con tipos muy elevados, las
exportaciones americanas disminuyen de forma automática. Trump defiende, así, la vuelta
a una concepción puramente local del dólar americano. Además, este tipo de posición de
Donald Trump es no solo compatible sino también perfectamente alineada con los
objetivos de la oligarquía mundialista que maniobra para la implantación de los DEG
(derechos especiales de giro; una cesta de monedas) como moneda mundial; los DEG son
la recuperación actualizada del Bancor defendido por Keynes en 1944.

Así estaba la situación financiera mundial a mediados de 2019. Este estado de desarrollo
monetario será utilizado por los banqueros comerciantes para hacer avanzar su agenda de
moneda mundial, ella misma haciendo “indispensable” la llegada del futuro gobierno
mundial encargado de regular la economía y las poblaciones. Los problemas financieros
mundiales permitirán, mediante la pérdida de credibilidad del dólar, poner en marcha una
moneda mundial viable, que toma hoy la forma de los DEG, a la vez que desaparecerá el
imperio norteamericano para dejar su sitio a un futuro gobierno mundial.

En el contexto del nuevo DEG-moneda mundial es como hay que entender la reciente
rehabilitación, por el Banco de Pagos Internacionales, del estatus del oro en los balances de
los bancos. Desde el 29 de marzo de 2019, el oro ya no está considerado como un “activo de4/5 riesgo”; los bancos pueden comprarlo y revenderlo sin ninguna restricción contable.
A la inversa, en ese mismo contexto de la llegada de una nueva moneda mundial, hay que
incluir la reciente suspensión del acuerdo de 1999 para coordinar las ventas de oro
realizadas por los bancos centrales de la zona euro. Para estos, ya no es necesario vender el oro que tengan, más vale guardarlo en buen lugar ya que ha vuelto a ser un “activo seguro” que permite una valorización de la moneda unida a él, con el objetivo de determinar el porcentaje de DEG que se tienen en las diferentes monedas. Estas medidas reflejan un plan preestablecido con el objetivo de imponer el DEG como futura verdadera moneda mundial.

Añadiría que la parte preponderante hoy en día del dólar US en la evaluación de la cesta de
monedas del DEG disminuirá de forma importante en los años venideros. Con este criterio
es con el que hay que entender los retos de la guerra comercial que enfrenta a EEUU con
China actualmente.

Las criptomonedas como el bitcoin, ¿son alternativas al sistema financiero?

Al inicio, la moneda no era una reserva de valor en el sentido en el que no tenía valor en sí
misma; era un simple instrumento de medida del valor de los bienes y servicios. Poco a
poco, la moneda se fue encarnando en oro o en plata, dejando al emisor la posibilidad de
modificar el peso y el contenido preciso del metal utilizado para fabricar las piezas. Para ser
útil, el concepto de moneda debe ser aceptado por todos sus usuarios; se convierte
entonces en una institución pública de naturaleza política.

Así, el concepto monetario terminó por ser asimilado al vector material utilizado para su
circulación (oro o plata). Al mismo tiempo, en la Edad Media, los orfebres consiguieron el
monopolio sobre el comercio de los metales preciosos y, comerciando con ellos, se
convirtieron en facilitadores de créditos, es decir, en banqueros en el sentido moderno del
1/5 término. Lejos del concepto político inicial, la moneda se convirtió en un bien material
acaparado por una casta de comerciantes. Pero, de esta forma, la moneda no puede
cumplir su papel de facilitar los intercambios; solo da un servicio a quien la controla, es
decir, a los banqueros-comerciantes que deciden desde entonces cómo será la afectación
de los recursos monetarios y quiénes, y en qué condiciones, podrán beneficiarse de ellos.

Después de esta explicación, respondo a su pregunta. Primero, desde su origen, se
conciben las criptomonedas como unas reservas de valor. Este primer problema induce el
hecho –sin llegar a hablar de la realidad más o menos probada del valor de la
criptomoneda en cuestión– que esta moneda podrá ser objeto de especulación. Pero este
fenómeno permite la apropiación de la moneda lo cual es, por definición, un impedimento
en el papel de facilitación de los intercambios que corresponde a una moneda.
Segundo, algunas de ellas (como el bitcoin), sin mencionar todos los pirateos a las que se
pueden ver expuestas en el momento de la circulación de los datos, requieren grandes
recursos energéticos. Aquellos que controlan la energía necesaria para la circulación de
bitcoins podrán, de una manera u otra, controlar esta moneda. De nuevo nos topamos con
la cuestión de la independencia política problemática de semejantes monedas.

Tercero, hemos visto que la moneda, por definición, es una institución política ya que
necesita la aceptación de todos los usuarios, condición esencial para permitir los
intercambios económicos. Tratándose de criptomonedas, en principio, nada impone a los
individuos aceptar una de ellas en lugar de otra. Los usuarios se encontrarán con una
multitud de ofertas disponibles, generando una complejidad que se opone al papel de
facilitador de intercambios de una moneda sana. Solo las criptomonedas generadas por los
Estados podrían cumplir el rol político de una moneda, con la condición de que no esté
bajo el dominio de intereses particulares y que esté efectivamente sometida a un verdadero control político.

Después de este análisis se concluye que las criptomonedas no responden a ninguna de las
condiciones para la existencia de una moneda sana.

La descomposición del sector bancario mundial, ¿es el síntoma de una
próxima crisis financiera de importancia?

Esa descomposición es el signo evidente de una futura y amplia espliación de los
particulares y las pequeñas empresas. No significa la desaparición del sistema financiero
sino, al contrario, un reforzamiento del control de este sector por algunos organismos del
ramo. El sector financiero va a concentrarse al mismo tiempo que el dinero disponible para
los particulares y las pequeñas empresas va a escasear. Concretamente, solo los agentes
financieros más importantes sobrevivirán a la crisis que tenemos. Dichos agentes, que se
habrán ocupado de rematerializar la moneda respaldándola con bienes materiales
tangibles acaparados (oro, petróleo), aprovecharán la crisis para imponer una desmaterialización total de la circulación monetaria, aumentando el control sobre la vida
de los particulares y las empresas. La crisis servirá para reducir todavía más los
contrapoderes políticos ante la dominación de los banqueros-comerciantes…

¿Cuál es su definición del “Estado profundo” que está detrás del fenómeno de
la globalización?

Aquello que algunos geopolitólogos como Peter Scott Dale llaman “Estado profundo” es, en
última instancia, la casta de banqueros que ha tomado el control político en Occidente con
ocasión de las Revoluciones del siglo XVIII. Han utilizado diferentes armas para ello: el
control de las monedas, el librecambio (que consiste en la ley del más fuerte
económicamente), el anonimato… y, por supuesto, un sistema de instituciones políticas a
su medida. Su enemigo más importante es el Estado; por ello persiguen la desaparición de
los estados políticos para imponer unos estados fantasma destinados a desaparecer en el
medio plazo. Sus herramientas son de naturaleza económica, jurídica (derecho
anglosajón), militar (ejércitos oficiales y pactos militares como la OTAN) y paramilitar
(yihadistas y otros terroristas).

En su libro, usted explica la competencia en el seno de la oligarquía
mundialista. La oposición entre la City y el imperialismo americano, ¿es un
hito histórico?

La reciente oposición entre la City y los intereses imperialistas americanos representa una
etapa más en la toma de control por la casta de banqueros. Asistimos a la creación de un
problema y a su resolución en el sentido de sus intereses específicos. Es decir, no hay que
olvidar que los grandes banqueros internacionales están en el origen del desarrollo de los
imperialismos británico y norteamericano. Están también, más recientemente, en el
desarrollo de China con el mismo modelo imperialista. También fueron el origen del
Imperio napoleónico y de su desaparición, como de todos los imperios geocentrados que
habían creado.

Desde un punto de vista metodológico, encontramos el mismo esquema en el tema
regulatorio. Mientras que la OMC impone el librecambio mundial trabajando por la
desaparición de las barreras regulatorias, es decir, de las leyes estatales protectoras de los
consumidores, los banqueros financian a la vez a organizaciones no gubernamentales que
militan por la elaboración de una reglamentación mundial que proteja el clima de los
desajustes impuestos por la OMC. Este método eficaz, que consiste en dominar los dos
vectores de la dialéctica, permite a los banqueros generar artificialmente una petición
mundial de regulación internacional: petición que no podrá ser correctamente respondida
más que por la creación de un gobierno mundial, puesto que los estados habrán sido, entre
tanto, neutralizados por las reglas de la OMC.

Si el imperialismo geocentrado –como el imperialismo americano– es en sí mismo un
problema, el imperialismo financiero nómada será un problema todavía más importante al
que deberá hacer frente la humanidad entera.

¿Cuál es el rol de la Unión europea en esta guerra interna en el Sistema?

Formalizadas bajo control norteamericano, las instituciones de la UE encuentran ya su
origen en la primera mitad del siglo XX con la dominación mundial de las grandes
instituciones bancarias. No hay que confundir, pues, la dominación norteamericana en
Europa, que ha permitido el desarrollo del proyecto de las instituciones europeas, y el
imperialismo norteamericano, aunque ambos estén relacionados cuando se firma el
Tratado de Roma de 1957. El actual divorcio entre los bancos de la City y el imperio
norteamericano hace necesaria esta precisión.

En efecto, el Brexit, que no termina nunca, fue iniciado por algunos grandes agentes
financieros de la City de Londres con el objetivo del cambio de moneda mundial y de la
reducción del estatus internacional del dólar US y del imperio US en sí mismo.
El reto político del Brexit era el siguiente: las instituciones financieras de la City debían
liberarse del corsé reglamentario europeo para pilotar libremente el paso a los DEG como
futura moneda mundial. Lo ideal, para los banqueros de la City, habría sido sin duda que el
gobierno británico se hubiera quedado incluido en las instituciones europeas mientras los
financieros se liberaban. Ahora bien, la compenetración histórica entre financieros y
gobierno británico no permitía la realización de semejante escenario.

Para los banqueros de la City, defensores del globalismo, lo esencial es que la extracción de Gran Bretaña del corsé europeo no sirva de pretexto ni modelo a otros Estados; las
instituciones europeas deben continuar funcionando mientras que la moneda mundial,
que integrará el euro y la libra como dos de sus cinco grandes componentes, será
modificada.

El Brexit deberá servir como detonador que permita reforzar la integración de los antiguos
países europeos para encaminar a las instituciones europeas hacia un federalismo integral,
el cual supone la desaparición de los estados unitarios como Francia.

Usted ofrece un verdadero programa de renovación nacional en su libro.
¿Cómo volver a una sociedad más justa y armoniosa?
La vuelta a una sociedad de ese tipo no es conceptualmente difícil; lo que es difícil es
plantear claramente la problemática y generar un contrapoder político a la dominación
exclusiva de la gran banca comercial. Una vez que la cuestión está en los buenos términos,
la solución parece evidente:

a) La vertiente institucional: ninguna vuelta a una sociedad armoniosa podrá hacerse sin
haber dado un repaso a la organización política de la sociedad.
b) La vertiente técnica que consiste en la desaparición de los pilares de la dominación
financiera, que son:

– La captación del control monetario por organismos privados.
– La organización jurídica del anonimato de los verdaderos decisores políticos.
– La supremacía del derecho comercial (convertido en verdadero orden político) sobre el
derecho civil (que representa el orden político natural).

Tenemos delante, pues, una solución más política que jurídica o económica.
Históricamente, el derecho y la economía no han sido más que herramientas que han
permitido la elaboración de una línea de conducta política.

La política, que consiste en la regulación de las fuerzas sociales presentes en un territorio
dado, debe retomar el dominio de las herramientas jurídicas y económicas. Si la fuerza
social está en manos de intereses privados, como es el caso en la actualidad, el fenómeno
político no existe… como tampoco existe la posibilidad de una civilización. Fenómeno
político y civilización están íntimamente ligados; los dos están basados en la delimitación
de un interés general común, bienes comunes y limitación de los apetitos individuales o
procedentes de una casta particular, es decir, en la determinación política de tener
contrapoderes. Fuente: Revue Rébellion

By neo