La Unión Europea, cuyos Tratados ponen la defensa en manos de la OTAN, está ‎organizada como un gran campo de batalla. Todas las vías de comunicación europeas, ‎ya sean terrestres o aéreas, están sometidas a las necesidades militares de ‎Estados Unidos. ‎

La movilidad de los ciudadanos europeos por vía terrestre quedó paralizada en 2020 en virtud de ‎los confinamientos, esencialmente al decidirse bloquear el turismo. Lo mismo sucedió con la ‎movilidad por vía aérea. Según un estudio del Parlamento Europeo, correspondiente a marzo ‎de 2020, Europa registró una pérdida neta de 56 000 millones de euros, también se perdieron ‎‎191 000 empleos directos y más de un millón de empleos de contratistas. La reactivación de la ‎economía europea, prevista para 2021, parece ahora muy problemática. Un solo sector marcha ‎a contracorriente de esa tendencia, y ha desarrollado fuertemente su movilidad: el sector militar. ‎

En este momento, en Europa, alrededor de 28 000 militares están moviéndose –con tanques y ‎aviones– de un país a otro. Son las tropas implicadas en Defender Europe 2021, la gran ‎maniobra no de la OTAN sino de las fuerzas de Estados Unidos desplegadas en Europa, ‎maniobra en la que además participan 25 países miembros y socios europeos de la OTAN. ‎Italia participa no sólo con sus propias fuerzas armadas sino también como país receptor de tropas. ‎

Al mismo tiempo, está a punto de comenzar el ejercicio de la OTAN Steadfast Defender ‎‎(Defensor Decidido), que moviliza más de 9 000 militares estadounidenses y europeos. Ese ejercicio es el primer ensayo a gran escala de los 2 nuevos centros de ‎mando de la OTAN: el Mando de la Fuerza Conjunta, que tiene su cuartel general en Norfolk ‎‎(Estados Unidos), y el Mando de Apoyo, cuyo cuartel general está en Ulm (Alemania). ‎

La «misión» del mando con sede en Norfolk es «proteger las vías atlánticas entre ‎Norteamérica y Europa», vías que –según la OTAN– están amenazadas por los submarinos rusos. ‎La del mando con sede en Ulm es «garantizar la movilidad de las tropas a través de ‎las fronteras europeas para permitir un rápido refuerzo de la alianza atlántica en el frente ‎oriental» –según la OTAN– amenazado por las fuerzas rusas. ‎

La Unión Europea desempeña un papel importante en esta «segunda misión», para la cual el ‎ejército terrestre de Estados Unidos en Europa (US Army) ha solicitado que se instituya una ‎especie de «Schengen militar». ‎

Además, el Plan de Acción para la Movilidad Militar, presentado por la Comisión Europea ‎en 2018, prevé modificar «las infraestructuras (puentes, vías férreas y carreteras) que no estén ‎adaptados al peso o las dimensiones de los vehículos militares». Por ejemplo, si un puente ‎no puede soportar el peso de una columna de tanques de 70 toneladas, hay que reforzarlo o ‎reconstruirlo. Después de haber asignado a ese fin alrededor de 2 000 millones de euros –en ‎dinero público sustraído a los gastos sociales–, los ministros de Defensa de la Unión Europea ‎decidieron, el 8 de mayo, hacer participar a Estados Unidos, Canadá y Noruega en el plan de ‎movilidad militar de la UE. Presente en la reunión de la Unión Europea donde se tomó esa ‎decisión, el secretario general de la OTAN, Jenz Stoltenberg, recalcó que «esos aliados ‎no miembros de la Unión Europea desempeñan un papel esencial en la defensa de Europa». ‎De esa manera, la OTAN –que cuenta entre sus miembros 21 de los 27 países miembros de la ‎Unión Europea– no sólo descarga sobre la UE el peso de la realización y el pago de la ‎restructuración de la infraestructura europea con fines militares sino que además se apodera del ‎manejo del «Área Schengen militar». ‎

En una Europa convertida en plaza de armas, la adaptación de la infraestructura a la movilidad ‎exigida por Estados Unidos y la OTAN para sus tropas se pondrá a prueba con ejercicios ‎de guerra que prevén «el despliegue de fuerzas terrestres y navales de Estados Unidos en la ‎región del Mar Negro» y que, según Stoltenberg, «servirán para mostrar que la OTAN tiene la ‎capacidad y la voluntad de proteger a todos los aliados frente a cualquier amenaza». ‎

En qué consiste tal amenaza es algo que dirán los ministros de Exteriores del G7 ‎‎(Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Japón), que se reunieron el 5 ‎de mayo en Londres. Recurriendo a una inversión de los hechos, los 7 ministros acusan a Rusia ‎de «adoptar un comportamiento irresponsable y desestabilizador: acumulación masiva de fuerzas ‎militares rusas en las fronteras de Ucrania y en la Crimea ilegalmente anexada, ciberactividades ‎malintencionadas por afectar los regímenes democráticos de otros países, actividades ‎malintencionadas y uso de la desinformación […] Subrayamos la importancia del respeto de la ‎Convención de Viena» [1]. ‎

El hecho que el G7 formule esas acusaciones exactamente con las mismas palabras ya utilizadas ‎por el Pentágono y repetidas por la OTAN confirma la existencia de una matriz común en la ‎estrategia de la tensión que está empujando a Europa hacia una situación cada vez más peligrosa. ‎

By neo