La presencia, organizada por el Estado, de neonazis en el ejército ucraniano no es ‎simplemente anecdótica, aunque es por ahora imposible precisar cuántos son. Pero sí ‎es posible determinar la cantidad de víctimas. Ante la indiferencia de los ‎medios de prensa y de los gobiernos occidentales, esos elementos han asesinado 14 000 ‎ucranianos en 8 años. Esa es una de las causas de la intervención militar rusa ‎en Ucrania. Es la primera vez que Israel se ve frente a algo que podía creer ‎inimaginable. Su protector estadounidense apoya al enemigo histórico del pueblo judío: ‎el nazismo.‎

ste artículo da continuación a los trabajos
1. «Rusia quiere obligar Estados Unidos a respetar ‎la Carta de la ONU», 4 de enero de 2022.‎
2. «Washington prosigue en Kazajastán el plan de la ‎RAND Corporation, que ya continúa ‎en Transnistria», 11 de enero de 2022.
3. «Washington se niega a escuchar a Rusia y ‎a China‎», 18 de enero de 2022.
4. «La increíble sordera de Washington y Londres», ‎1º‎ de febrero de 2022.
5. «Washington y Londres tratan de mantener su ‎dominación sobre Europa», ‎8 de febrero de 2022.
6. «Dos interpretaciones sobre la cuestión de Ucrania», 16 de febrero de 2022.
7. «Washington hace sonar el clarín pero sus aliados retroceden», Red Voltaire, 22 de febrero de 2022.
8. «Vladimir Putin en guerra contra los “straussianos”», Red Voltaire, 5 de marzo de 2022.
9. «“Banda de drogadictos y de neonazis”», 6 de marzo de 2022.

Israel se ve bruscamente frente a un aspecto inesperado de la crisis ucraniana. ¿Es cierto, como ‎denuncia Moscú, que Ucrania está en manos de una «banda de neonazis» financiada por judíos ‎ucranianos y estadounidenses? De ser cierto, el gobierno de Israel está en el deber moral de ‎aclarar su propia posición ante los judíos que apoyan grupos nazis, independientemente de ‎cualquier otra posición sobre la crisis ucraniana. ‎

La cuestión se plantea de manera particularmente cruel en la medida en que los judíos ‎estadounidenses que apoyan a los nazis ucranianos o los utilizan son un grupúsculo de apenas un centenar de personas –los “straussianos”, discípulos del filósofo Leo Strauss– que han logrado ‎incrustarse en el entorno inmediato del presidente estadounidense Joe Biden [1]. ‎

¿QUÉ REPRESENTAN LOS NEONAZIS UCRANIANOS?

En febrero de 2014, la llamada «revolución de la dignidad» o «euroMaidan» fue una operación ‎de «cambio de régimen» orquestada por la straussiana Victoria Nuland desde su cargo en ‎el Departamento de Estado, primero bajo las órdenes de Hillary Clinton y después bajo la ‎autoridad de John Kerry, pero siempre bajo la presidencia del demócrata Barack Obama. A raiz de ‎los acontecimiento ocurridos en Kiev, la llamada «Secta 82», supuestamente hooligans ‎fanáticos del club de futbol de Jarkov, ocupó los locales de las autoridades de ese oblast y ‎propinó una brutal paliza a los empleados del gobierno derrocado. ‎

Ya convertido en ministro del Interior del nuevo régimen, Arsen Avakov, quien había sido ‎gobernador de Jarkov bajo el gobierno derrocado, autorizó la formación de una fuerza ‎paramilitar de 12 000 elementos alrededor de los hooligans de la «Secta 82» para «defender ‎la revolución» y el 5 de mayo de 2014 se formaba oficialmente el «Batallón Azov», o «Cuerpo ‎del Este», encabezado por Andriy Biletsky.‎

Biletsky, conocido bajo el sobrenombre de «el fuhrer blanco», es un teórico del nazismo. Antes ‎fue líder de los «Patriotas de Ucrania», un grupúsculo neonazi partidario de una ‎‎«Gran Ucrania» y ferozmente anticomunista. ‎

Andriy Biletsky y Dimitro Yarosh fundaron juntos «Pravy Sektor» (Sector Derecho), grupo neonazi ‎que tuvo un papel fundamental en los hechos de la Plaza Maidan, en 2014. Abiertamente ‎antisemita y homófobo «Pravy Sektor» estaba financiado por el mafioso ucraniano judío y ‎multimillonario Igor Kolomoiski. En el plano internacional, «Pravy Sektor» es furibundamente ‎contrario a la Unión Europea y reclama, por el contrario, la instauración de una alianza de ‎los Estados de Europa central y del Báltico, alianza que se denominaría el «Intermarium», ‎proyecto muy conveniente para los straussianos estadounidenses, quienes, desde el informe ‎Wolfowitz de 1992, ven en la Unión Europea un competidor más peligroso para Estados Unidos ‎que la mismísima Rusia. Y otra vez nos vemos obligados a recordar aquí la famosa conversación ‎telefónica entre la señora Victoria Nuland y el embajador de Estados Unidos en Kiev, donde ‎se oía claramente a la “dama” exclamar «¡que le den por el culo a la Unión Europea!» (Fuck the EU!). ‎

Dimitro Yarosh es un agente de las redes secretas stay-behind de la OTAN. En 2007, bajo la ‎atenta mirada de Victoria Nuland –entonces embajadora de Estados Unidos en la OTAN–, Yarosh ‎reunió neonazis de toda Europa e islamistas del Medio Oriente para luchar juntos en una yihad ‎contra Rusia en Chechenia. Yarosh fue después el líder del «Tyzub», o sea el Tridente de Stepan ‎Bandera, grupúsculo que glorificaba a los ucranianos que habían colaborado con los nazis. Para el ‎mencionado Stepan Bandera (1909-1959), los “verdaderos” ucranianos son de origen escandinavo ‎o protogermánico pero… cometieron el error de mezclarse con los eslavos (los rusos) a quienes ‎debían haber combatido para dominarlos. ‎

A finales de 2013, los elementos agrupados alrededor de Dimitro Yarosh y jóvenes de otros grupos ‎nazis recibieron entrenamiento en técnicas de lucha urbana impartidas por instructores de ‎la OTAN en Polonia. Cuando revelé esto fui muy criticado porque cité a una publicación satírica ‎en una nota, pero en Polonia el fiscal general abrió una investigación que, por supuesto, ‎nunca llegó a nada… porque habría revelado la implicación del ministro de Defensa [2].‎

En el verano de 2014, todos aquellos grupos neonazis ya se habían agrupado en el Batallón Azov ‎y fueron enviados a luchar contra los independentistas de Donetsk y Lugansk. La paga de ‎esos elementos se elevó a más del doble de la que recibían los soldados de las tropas regulares y ‎el Batallón Azov arrebató la ciudad de Marinka a la autoproclamada República Popular de Donetsk ‎y perpetró allí una masacre contra los «separatistas».‎

En septiembre de 2014, el gobierno provisional surgido del pustch de la Plaza Maidan integró el ‎Batallón Azov a la Guardia Nacional y separó a algunos líderes nazis. ‎

En las elecciones de octubre de 2014, dos ex líderes nazis del Batallón Azov, Andriy Biletsky y Oleh ‎Petrenko, obtuvieron escaños en la Rada (el parlamento ucraniano). El «Fuhrer blanco» Biletsky ‎estuvo solo, pero Petrenko se unió al grupo parlamentario que apoyaba al presidente Petro ‎Porochenko. El Batallón Azov se convirtió entonces en el Regimiento Azov de la Guardia ‎Nacional. ‎

En marzo, Arsen Avakov, que seguía siendo ministro del Interior, negoció con el Pentágono para ‎que las Fuerzas Especiales estadounidenses entrenaran al Regimiento Azov en el marco de la ‎operación Fearless Guardian. Pero los congresistas John Conyers Jr. (demócrata por Michigan) y ‎Ted Yoho (republicano por La Florida) denunciaron aquello como una locura recordando que al-‎Qaeda y la expansión del terrorismo nacieron de la decisión estadounidense de armar a los ‎islamistas para utilizarlos contra los soviéticos en Afganistán. Estos congresistas convencieron a ‎sus colegas de la Cámara de Representantes de que Estados Unidos no podía dar entrenamiento ‎militar a neonazis porque algun día eso podría tener graves consecuencias. El Congreso prohibió ‎entonces al Pentágono continuar con aquel plan y prohibió además la entrega al Regimiento Azov ‎de armamento antiaéreo del tipo MANPAD con el voto del presupuesto destinado a la defensa ‎‎ [3]. A pesar de la clara oposición del Congreso, el Pentágono ‎volvió a la carga y logró que se retirara la enmienda [4], lo cual dio lugar a protestas del Centro Simon Wiesenthal.‎

Durante aquel periodo, el senador estadounidense John McCain (republicano por Arizona), quien ‎ya mantenía vínculos con los jefes de al-Qaeda y con los cabecillas del Emirato Islámico (Daesh) ‎en Siria y era partidario del apoyo a todo enemigo de Rusia [5], visitó Dnipro-1, una unidad del Regimiento Azov y felicitó ‎calurosamente a los bravos nazis que desafiaban a Rusia… como ya había felicitado antes a los ‎‎“bravos” yihadistas. ‎

Es en ese momento cuando el Regimiento Azov comienza a reclutar en el extranjero. Neonazis de ‎todo Occidente, principalmente de Brasil, España, Estados Unidos, Francia, Grecia, Italia, del ‎Reino Unido y de países escandinavos, y también de Croacia, Eslovaquia, Chequia y Rusia, ‎convergen entonces en Ucrania. Sin embargo, los Acuerdos de Minsk –con Alemania y Francia ‎como garantes– prohíben rotundamente al régimen de Kiev el reclutamiento de mercenarios ‎extranjeros. ‎

El Regimiento Azov organizó además campamentos juveniles para 15 000 adolescentes y ‎asociaciones para civiles, de manera tal que el Regimiento ya contaba alrededor de 10 000 ‎hombres y al menos el doble de «simpatizantes». Andriy Biletsky declaraba entonces que el ‎Regimiento Azov tenía como misión histórica unir «las razas blancas del mundo en una última ‎cruzada por su supervivencia […] una cruzada contra los subhumanos dirigidos por los judíos». ‎

En 2016, el príncipe Zeid Raad al-Hussein, como Alto Comisionado de la ONU para los Derechos ‎Humanos, dedicó 2 informes a los crímenes de guerra perpetrados por el Regimiento Azov ‎‎ [6].‎

En 2017, una delegación oficial de la OTAN –delegación que incluía varios oficiales de ‎Estados Unidos y Canadá– se reunió oficialmente con el Regimiento Azov. ‎

Son numerosos los medios de prensa que han dedicado reportajes a los grupos neonazis ‎ucranianos. Todos, sin excepción, se han quedado horrorizados ante la ideología y la violencia ‎del Regimiento Azov. Por ejemplo, el Huffington Post advertía en 2015, en un artículo titulado ‎‎“Nota a Ucrania: No sigan blanqueando el historial político”, sobre la complacencia de los ‎responsables políticos ucranianos hacia esos elementos [7].‎

En 2018, el FBI entró nuevamente en conflicto con la CIA. En esa ocasión se trataba de casos de ‎neonazis estadounidenses que habían ido a Ucrania a entrenarse con el Regimiento Azov y que a ‎su regreso habían perpetrado actos de violencia en Estados Unidos. El grupo estadounidense ‎Rise Above Movement (RAM) fue formado por la CIA en Ucrania [8].‎

Después de los actos de terrorismo de Christchurch, en Nueva Zelanda, cuyo saldo fue de ‎‎51 muertos y 49 heridos, 39 miembros de la Cámara de Representantes de Estados Unidos ‎escribieron al Departamento de Estado exigiendo que el Regimiento Azov fuese catalogado como ‎‎«organización terrorista extranjera» (FTO por sus siglas en inglés) ya que el terrorista ‎autor de la matanza había estado vinculado a los nazis del Regimiento Azov. No está ‎de más resaltar que aquel individuo era antimusulmán aunque los neonazis ucranianos lucharon ‎en Chechenia del lado de los islamistas. ‎

En 2020, el multimillonario estadounidense Erik Prince, el fundador de la compañía de ‎reclutamiento de mercenarios conocida inicialmente como Blackwater, firmó varios contratos con ‎Ucrania. Uno de aquellos contratos le daba carta blanca para formar y dirigir el Regimiento Azov. ‎A largo plazo, Prince esperaba lograr el control de la industria militar ucraniana heredada de la ‎Unión Soviética [9].‎

En fecha más reciente, el 21 de julio de 2021, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski ‎promulgó una ley sobre los «pueblos autóctonos» que reconoce los derechos humanos y las ‎libertades fundamentales únicamente para los ucranianos de origen escandinavo o germánico, ‎excluyendo de esos derechos y libertades a los ucranianos de origen eslavo. Es la primera ley ‎racial que se adopta en Europa en 77 años. ‎

El 2 de noviembre de 2021, siguiendo una “sugerencia” de Victoria Nuland, el presidente Zelenski ‎nombró al nazi Dimitro Yarosh consejero especial del jefe de las fuerzas armadas ucranianas y ‎le asignó como misión la preparación del ataque contra el Donbass y la península de Crimea. ‎Es importante tener en mente que Yarosh es un nazi mientras que tanto la hoy estadounidense ‎Victoria Nuland como el presidente Zelenski son judíos ucranianos. ‎

Durante los 8 años transcurridos desde la operación de cambio de régimen en Ucrania –‎sin incluir la actual operación militar rusa– los neonazis han matado al menos 14 000 ‎ucranianos. ‎

UN DESAFÍO MORAL PARA ISRAEL

Cuando el presidente ruso Vladimir Putin denunció que el poder en Kiev estaba en manos de un ‎‎«banda de neonazis», el presidente ucraniano Volodimir Zelenski afirmó que eso era imposible ‎porque él es judío. Como esa respuesta no era suficiente, al sexto día del conflicto, Zelenski ‎acusó a Rusia de haber bombardeado el memorial de Babi Yar, donde los nazis masacraron a ‎‎33 000 judíos. ‎

Sin esperar confirmación, el Memorial Yad Vashem, la institución israelí encargada de preservar ‎el recuerdo sobre la «solución final de la cuestión judía» adoptada por los nazis, emitió un ‎comunicado de condena. Israel consideraba ultrajante que Rusia comparara a la extrema derecha ‎ucraniana con los nazis que aplicaron la «solución final» y que además bombardeara aquel ‎memorial. ‎

Pero cuando periodistas israelíes se presentaron en el “lugar del crimen” pudieron comprobar que ‎el memorial nunca fue bombardeado. Dicho claramente, el presidente ucraniano Zelenski ‎mintió. Poco después, el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, invitó el Memorial Yad Vashem a ‎enviar una delegación a Ucrania para que pudiera comprobar con sus propios ojos, bajo la ‎protección del ejército ruso, lo dicho por el presidente Putin. ‎

Todavía está esperando el Kremlin la respuesta del Memorial Yad Vashem. ¿Será que Putin tiene ‎razón? Como antes tenía razón el Centro Simon Wiesenthal. ‎

‎¿Será que desde Estados Unidos los judíos straussianos y en Ucrania el multimillonario ucraniano ‎judío Igor Kolomoiski y su empleado el presidente ucraniano judío Volodimir Zelenski están ‎trabajando con verdaderos nazis?‎

Después de eso, el primer ministro de Israel, Naftali Bennett, viajó a Moscú. A su regreso recibió al ‎canciller alemán Olaf Scholtz en Tel Aviv y después se entrevistó por teléfono con el presidente ‎ucraniano, cuya mentira había quedado al descubierto. ‎

Presentado como una enésima iniciativa de paz, el viaje del primer ministro de Israel a Moscú ‎tuvo en realidad como único objetivo determinar si Estados Unidos está utilizando verdaderos ‎nazis en Ucrania. Atónito ante su descubrimiento, el primer ministro Bennet llamó por teléfono al ‎presidente Putin –sólo un día después haberse entrevistado con él en Moscú. Y también ‎telefoneó a varios jefes de Estado de países miembros de la OTAN. ‎

Sería bueno que el primer ministro israelí hiciese público lo que ha podido verificar, pero es ‎poco probable que lo haga. Porque sería abrir un tema “olvidado”, la cuestión de las relaciones ‎entre ciertos sionistas y los nazis. ¿Por qué David Ben Gurion aseguraba que Zeev Jabotinsky –el ‎fundador del sionismo revisionista– era un fascista y quizás un nazi? ¿Quiénes fueron los judíos ‎que acogieron calurosamente una delegación del partido nazi (NSDAP) en Palestina cuando ya los ‎miembros de aquel partido realizaban pogromos en Alemania, antes de la llegada de Hitler ‎al poder? ‎

‎¿Quién negoció con los nazis, en 1933, el «Acuerdo Haavara» –literalmente “Acuerdo de ‎traslado”– y mantuvo una oficina oficial en Berlín hasta 1939? ¿Cómo se convirtió Vollrath ‎von Maltzan –cuya madre era judía– en proveedor del gas venenoso Zyklon B utilizado por ‎los nazis en sus campos de la muerte para eliminar a los miembros de las razas que consideraban ‎indeseables? ‎

Son preguntas que los historiadores suelen dejar sin respuestas. ‎

Y hoy en día, ¿será exacto, como reportan numerosos testigos, que el profesor Leo Strauss ‎inculcaba a sus discípulos judíos que tenían que instaurar su propia dictadura, con los mismos ‎métodos que los nazis, para protegerse de una nueva Shoah?‎

Parece evidente que el primer ministro de Israel, Naftali Bennett, no se ha “tragado” la narrativa ‎del régimen ucraniano y de la OTAN. Bennet declaró que el presidente ruso no está hablando de ‎una teoría complotista, no es irracional ni es un «enfermo mental».‎

Por el contrario, al ser interrogado sobre el apoyo de Israel, el presidente ucraniano Zelenski ‎respondió:

«Hablé con el primer ministro de Israel. Y, lo digo francamente, puede parecer un poco ‎insultante pero creo que debo decirlo. Nuestras relaciones no son malas. Pero las relaciones ‎se ponen a prueba en momentos como estos, en los momentos más difíciles, cuando la ayuda y el ‎apoyo son necesarios. Y no creo que él [Bennet] se haya envuelto en nuestra bandera.»‎

En conclusión, Israel debería retirarse del conflicto ucraniano. Si Israel cambia súbitamente de ‎posición sobre algún otro tema y entra en oposición con Washington, usted ya conoce el ‎por qué. ‎

Por Saruman

Te lo Perdiste

YEHUDA HISS, GUARDIÁN DE LA MORGUE Quizás uno de los casos de robo de órganos más prolongados y de mayor nivel —y que involucra órganos palestinos e israelíes— concierne a un funcionario extraordinariamente alto: el Dr. Yehuda Hiss, jefe de patología de Israel y, desde 1988 hasta 2004, director de la morgue estatal israelí, el Instituto L. Greenberg de Medicina Forense en Abu Kabir. Un primer indicio de irregularidades salió a la luz en 1998 y se refería a un escocés llamado Alisdair Sinclair, que había muerto en circunstancias dudosas después de ser detenido en el aeropuerto Ben-Gurion de Israel. Según la versión israelí, publicada por la revista Jerusalem Report, Sinclair confesó haber transportado drogas, aunque no se encontraron, a pesar de que tenía en su poder 9.000 marcos alemanes (5.000 dólares). La policía afirma que luego se ahorcó atando los cordones de sus zapatos y su camiseta a una barra de toallas a un metro del suelo y colocándose la soga improvisada alrededor del cuello. Desde una posición de cuclillas, según el relato policial, se dejó caer repetidamente con todo su peso, asfixiándose. Sinclair no falleció, y los médicos lograron reanimarlo. Fue trasladado a un hospital donde, según el reportaje de la revista, el subdirector, el Dr. Yigal Halperin, declaró que Sinclair «había sufrido daño cerebral irreversible y que los médicos poco podían hacer por él». Abandonado en un rincón de urgencias, falleció a las 19:00 horas. [Se desconoce si estuvo conectado a un respirador artificial]. Su cadáver fue trasladado al Instituto de Medicina Forense de Abu Kabir para la autopsia. Posteriormente, las autoridades israelíes localizaron a la familia de Sinclair y les dieron tres semanas para disponer del cuerpo. Sugirieron que lo enterraran en un cementerio cristiano en Israel, señalando que esto costaría un tercio del precio del traslado del cuerpo a Escocia. Sin embargo, la afligida familia reunió el dinero necesario para repatriarlo. Se realizó una segunda autopsia en la Universidad de Glasgow, donde se descubrió que faltaban el corazón de Sinclair y el hueso hioides, ubicado en la garganta. La Embajada Británica presentó una queja ante Israel, y se envió un corazón a Escocia. Según el Jerusalem Report, la familia «quería que el Instituto Forense financiara una prueba de ADN para confirmar que el corazón pertenecía a su hermano, pero el director del Instituto, el profesor Jehuda Hiss, se negó, alegando el costo prohibitivo». A pesar de la protesta del gobierno británico, Israel se negó a entregar los resultados de la autopsia de Hiss ni el informe policial. Según el gobierno británico y un reportaje de la prensa israelí, alrededor de la fecha de la muerte de Sinclair, un médico del Hospital Ichilov de Tel Aviv solicitó un hueso hioides para investigación y, finalmente, recibió una factura por los gastos de envío. Israel retuvo los 5000 dólares de Sinclair. A lo largo de los años, Hiss y el Instituto Abu Kabir de Medicina Forense siguieron siendo acusados ​​de tráfico de órganos. En el año 2000, el periódico israelí Yediot Ahronot publicó un reportaje de investigación que alegaba que Hiss extraía órganos sin permiso y luego rellenaba los huecos de los cuerpos con palos de escoba y algodón antes del entierro. El reportaje afirmaba que, bajo la dirección de Hiss, el instituto había estado involucrado en la venta de órganos —piernas, muslos, ovarios, mamas y testículos—, supuestamente a instituciones médicas. En 2001, un juez de distrito determinó que el Instituto había realizado cientos de autopsias y extraído partes de cuerpos sin el consentimiento de las familias, y en ocasiones contraviniendo directamente sus deseos expresos. Un informe describió un «museo de cráneos» en el instituto. Sin embargo, se hicieron pocas cosas y las quejas continuaron. Finalmente, en 2004, el ministro de salud israelí le retiró a Hiss la dirección de la morgue. No obstante, Hiss conservó su puesto como jefe de patología de Israel, cargo que, al parecer, sigue ocupando hasta el día de hoy. Hiss también había estado vinculado a dos escándalos nacionales anteriores, ambos con la posible implicación de personas poderosas en Israel, lo que podría explicar su larga permanencia en el sistema médico israelí a pesar de los años de irregularidades demostradas. La primera controversia giró en torno al “Caso de los Niños Yemeníes”, una situación que, en gran medida, se remonta a principios de la década de 1950, en la que mil bebés y niños pequeños, hijos de inmigrantes recientes en Israel, habían “desaparecido”. Cuando los inmigrantes llegaron como parte del programa israelí de «reunión de los exiliados», los bebés fueron separados inmediatamente de sus madres y llevados a orfanatos. Muchos fueron hospitalizados por diversas enfermedades y cientos murieron; las muertes se produjeron en tal cantidad que se anunciaron por megafonía. Los padres, desconsolados, a menudo nunca veían el cuerpo ni recibían un certificado de defunción, y crecían las sospechas de que no todos habían fallecido; se creía que algunos habían sido «entregados» a padres asquenazíes. Un autor escribe: «Era un hecho bien conocido dentro de la comunidad judía de Estados Unidos que si una familia deseaba un hijo, podía acudir a [los intermediarios de bebés, ambos rabinos] y simplemente pagar la tarifa correspondiente». Algunos investigadores israelíes han encontrado pruebas considerables que respaldan estas acusaciones, así como indicios de complicidad en múltiples niveles de la estructura de poder. De hecho, un investigador afirma: «Personas en posiciones de poder en el momento de la fundación del Estado de Israel se beneficiaron del secuestro y la venta de niños de familias inmigrantes pobres». La conexión de Hiss se produce en 1997, cuando Israel finalmente formó un comité para investigar la desaparición de niños yemenitas y otros niños judíos en los años 1948-1954. Entre los que testificaron ante este comité se encontraba una mujer de California que había venido a Israel en busca de su madre biológica y, según las pruebas de ADN realizadas por un genetista de la Universidad Hebrea, la había encontrado. El comité exigió que se realizara otra prueba de ADN en el Instituto Forense Abu Kabir. Tal como al menos un observador predijo, la prueba de Hiss dio negativo y, supuestamente, el gobierno fue exonerado, a pesar de que el genetista que había realizado las primeras pruebas defendió sus resultados. Hiss también figura en algunas teorías conspirativas sobre el asesinato en 1995 del primer ministro Yitzhak Rabin, quien había iniciado un proceso de paz con los palestinos. En marzo de 1999, un grupo de académicos presentó conclusiones que alegaban que Hiss había presentado pruebas falsas ante la comisión que investigó el asesinato. VÍCTIMAS PALESTINAS Los israelíes también han atacado a los palestinos, una población particularmente vulnerable en numerosos aspectos. En su testimonio ante el subcomité del Congreso, Scheper-Hughes informó que, antes de mudarse al extranjero, el jefe de trasplantes de un hospital israelí, Zaki Shapira, había encontrado vendedores de riñones “entre trabajadores palestinos necesitados en Gaza y Cisjordania”. Dijo que “un comité de ética le llamó la atención” y que trasladó su práctica al extranjero. Durante décadas, numerosos palestinos y otros han acusado a Israel de extraer partes del cuerpo de palestinos a los que habían herido o matado. En su testimonio ante el subcomité, Scheper-Hughes declaró que hacia el final del período del apartheid en Sudáfrica, “grupos de derechos humanos en Cisjordania se quejaron ante mí del robo de tejidos y órganos de palestinos asesinados por patólogos israelíes en el instituto médico legal nacional israelí en Tel Aviv”. Un artículo de Mary Barrett publicado en el Washington Report on Middle East Affairs (véase «Autopsias y ejecuciones», Washington Report on Middle East Affairs, abril de 1990, pág. 21) informaba de «una ansiedad generalizada por el robo de órganos que se ha apoderado de Gaza y Cisjordania desde que comenzó la intifada en diciembre de 1987». Barrett cita a un médico forense: «Hay indicios de que, por una razón u otra, se extrajeron órganos, especialmente ojos y riñones, de los cuerpos durante el primer año o año y medio. Hubo demasiados informes de personas creíbles como para que no ocurriera nada. Si alguien recibe un disparo en la cabeza y llega a casa en una bolsa de plástico sin órganos internos, ¿qué pensará la gente?». Un reportaje de IRNA de 2002 informó que tres niños palestinos de entre 14 y 15 años habían sido asesinados por las fuerzas israelíes el 30 de diciembre, y que sus cuerpos finalmente fueron devueltos para su entierro el 6 de enero. Según el informe: «poco antes del entierro, las autoridades médicas palestinas examinaron los cuerpos y descubrieron que les faltaban los principales órganos vitales». En una entrevista en Al Jazeera, el presidente Yasser Arafat mostró fotos de los niños y dijo: “Asesinan a nuestros hijos y usan sus órganos como repuestos”. El periodista Khalid Amayreh, que recientemente investigó más a fondo este tema, descubrió que «varios palestinos más ofrecieron un relato similar, describiendo cómo recibieron los cuerpos de sus familiares asesinados, en su mayoría hombres de poco más de veinte años, a quienes las autoridades israelíes les habían extraído órganos vitales ». Israel ha calificado sistemáticamente esas acusaciones de “antisemitas”, y numerosos periodistas las han descartado como exageraciones. Sin embargo, según la revista proisraelí Forward, la veracidad de estas acusaciones fue, de hecho, confirmada por una investigación del gobierno israelí hace varios años. En un artículo reciente que criticaba el artículo sueco, el Forward confirmó su punto principal: que Israel se había estado apropiando de partes de cuerpos de palestinos asesinados. El artículo del Forward informaba que una de las investigaciones gubernamentales sobre Hiss había revelado que «parecía considerar que cualquier cuerpo que llegaba a su morgue, ya fuera israelí o palestino, era un objetivo legítimo para la extracción de órganos». A lo largo de los años, un gran número de cadáveres palestinos han terminado en la morgue israelí. En numerosos casos, las fuerzas de ocupación israelíes se han hecho cargo de palestinos heridos o muertos. A veces, sus cuerpos nunca son devueltos a sus familias, que sufren en duelo; las ONG palestinas afirman que existen al menos 250 casos similares. En otros casos, los cuerpos han sido devueltos a las familias días después, con toscas incisiones desde el ombligo hasta la barbilla. En muchas ocasiones, soldados israelíes han entregado los cuerpos entrada la noche y han exigido a las familias en duelo que entierren a sus hijos, esposos y hermanos de inmediato, bajo custodia militar israelí, a veces con el suministro eléctrico cortado. En 2005, un soldado israelí describió a un médico militar que impartía «lecciones de anatomía a los sanitarios» utilizando los cuerpos de palestinos muertos a manos de las fuerzas israelíes. Según informa Haaretz: «El soldado declaró que el cuerpo del palestino estaba acribillado a balazos y que algunos de sus órganos internos se habían salido. El médico certificó su muerte y luego, según el soldado, “sacó un cuchillo y empezó a cortar partes del cuerpo”». «Nos explicó las distintas partes: la membrana que recubre los pulmones, las capas de la piel, el hígado, cosas así», continuó el soldado. «No dije nada porque aún era nuevo en el ejército. Dos de los médicos se apartaron y uno de ellos vomitó. Todo se hizo con mucha brutalidad. Fue un auténtico desprecio por el cuerpo». Si bien la mayoría de las investigaciones israelíes sobre el robo de órganos han ignorado en gran medida el componente palestino, se conocen una serie de hechos significativos: –Durante años de un sistema asombrosamente laxo, se extraían órganos palestinos en el que el jefe de patología extraía ilícitamente partes del cuerpo en la morgue nacional y las intercambiaba por dinero. Los palestinos de Cisjordania y Gaza son, en gran medida, una población cautiva. Numerosos informes de prestigiosas organizaciones israelíes e internacionales han documentado una situación en la que los palestinos tienen escasos o nulos derechos reales; las fuerzas israelíes han asesinado a civiles con impunidad, han encarcelado a un gran número de personas sin juicio previo y han abusado sistemáticamente de los prisioneros. Las autoridades israelíes han realizado numerosas autopsias a palestinos sin el consentimiento de sus familias, sin la más mínima transparencia pública y, al parecer, sin los informes correspondientes. Por ejemplo, a las familias de quienes fueron llevados con vida no se les proporciona un informe médico que indique la hora y la causa de la muerte. Un número significativo de israelíes, incluyendo oficiales militares y ministros gubernamentales, sostienen posturas supremacistas extremistas relacionadas con la extracción de órganos. En 1996, Jewish Week informó que el rabino Yitzhak Ginsburgh, líder de la secta Lubavitch del judaísmo y decano de una escuela judía religiosa en un asentamiento de Cisjordania, declaró: «Si un judío necesita un hígado, ¿se le puede extraer el hígado a un no judío inocente que pase por allí para salvarlo? Probablemente la Torá lo permitiría». Ginsburgh añadió: «La vida judía tiene un valor infinito. Hay algo infinitamente más sagrado y único en la vida judía que en la vida no judía». [The Jewish Week, 26 de abril de 1996, págs. 12, 31] Si bien la mayoría de los israelíes podrían repudiar tales creencias, el rabino Moshe Greenberg, un erudito israelí sobre las perspectivas escriturales judías acerca del racismo y el chovinismo étnico, ha dicho: “Lo triste es que estas afirmaciones están en nuestros libros”. Greenberg, que era profesor en la Universidad Hebrea, señaló que esos textos talmúdicos eran “puramente teóricos” en el momento de su redacción, porque los judíos no tenían el poder para llevarlos a cabo. Ahora, sin embargo, señaló, “se han trasladado a circunstancias en las que los judíos tienen un Estado y están empoderados”. Aunque es imposible saber si algún israelí ha actuado alguna vez amparándose en tal permiso religioso para matar a un no judío con el fin de proporcionar partes de su cuerpo a judíos, algunos observadores han considerado esta posibilidad. La Dra. A. Clare Brandabur, una distinguida académica estadounidense que ha vivido y viajado extensamente por Palestina, escribe que la información publicada en el artículo sueco “coincide con los informes de palestinos en Gaza que escuché durante la primera intifada”. Ella comenta: «Cuando entrevisté al Dr. Haidar Abdul Shafi, jefe de la Media Luna Roja en Gaza, le mencioné los informes de tiroteos contra niños palestinos en momentos en que no había enfrentamientos en curso: un niño de 6 años que entraba solo al patio de su escuela por la mañana con su mochila a la espalda. Los soldados secuestraron al niño herido a punta de pistola, y luego su cuerpo fue devuelto unos días después tras haber sido sometido a una “autopsia” en el Hospital Abu Kabir». Ella dice: «Le pregunté al Dr. Shafi si había considerado la posibilidad de que estos asesinatos se estuvieran cometiendo para el trasplante de órganos, ya que (como señala Israel Shahak en Historia judía, religión judía), no está permitido extraer órganos judíos para salvar una vida judía, pero sí está permitido extraer órganos de no judíos para salvar vidas judías. El Dr. Shafi dijo que había sospechado tales cosas, pero como no tenían acceso a los registros del Hospital Abu Kabir, no había manera de verificar estas sospechas». Scheper-Hughes, en su testimonio ante el Congreso, describe el peligro de “obtener órganos por cualquier medio posible, incluyendo (según me dijo un médico atormentado por la culpa) la inducción química de los signos de muerte cerebral en pacientes moribundos sin recursos y con acceso a un mínimo de apoyo social o vigilancia familiar”. Independientemente de que alguna vez haya habido asesinatos motivados por la extracción de órganos en Israel, como parece que ha ocurrido en otros lugares, numerosos grupos de todo el mundo están instando a que se lleve a cabo una investigación internacional sobre el manejo que Israel ha dado a los cuerpos palestinos bajo su custodia. Sin embargo, el gobierno israelí y sus influyentes aliados en el extranjero, que suelen bloquear las investigaciones sobre las acciones israelíes, están haciendo todo lo posible para impedir esta. Se han presentado varias demandas contra el periódico sueco; la más importante, interpuesta por el abogado israelí y oficial de las FDI Guy Ophir, quien presentó una demanda por 7,5 millones de dólares en Nueva York contra el periódico y Bostrom. Ophir declaró que Israel debe «silenciar al periodista y al periódico». Las investigaciones internacionales, por supuesto, tienen dos resultados: los inocentes quedan absueltos y los culpables son descubiertos. Está claro en qué categoría cree Israel que encaja.