PorMichael Snyder
vía TheMostImportantNews.com
Cuando empecé a investigar sobre este tema, apenas podía creer que fuera cierto. Una empresa suiza conocida como “Final Spark” ha construido un extraño bioordenador híbrido que combina cerebros humanos en miniatura creados en laboratorio con circuitos electrónicos convencionales. Este método ahorra una cantidad extraordinaria de energía en comparación con los ordenadores normales, pero hay un gran problema: los cerebros humanos en miniatura creados en laboratorio se siguen desgastando y muriendo, por lo que los científicos tienen que seguir creando nuevos para sustituirlos.
Se utilizan células madre derivadas de tejido cutáneo humano para crear los 16 “organoides” cerebrales esféricos de los que depende el sistema. Sé que esto suena como algo sacado de una película de ciencia ficción muy mala, pero es algo que realmente está sucediendo.
Los científicos de Final Spark llaman a su computadora híbrida “la Neuroplataforma”, y se informa que solo utiliza “una fracción de la energía necesaria para alimentar una configuración tradicional”…
La startup tecnológica suiza FinalSpark ahora vende acceso a biocomputadoras que combinan hasta cuatro pequeños cerebros humanos cultivados en laboratorio con chips de silicio.
Esta nueva plataforma de bioprocesamiento, llamada Neuroplatform, utiliza versiones pequeñas de cerebros humanos para realizar tareas informáticas en lugar de chips de silicio. La empresa afirma que puede colocar 16 de estos minicerebros en la Neuroplatform y utilizar una fracción de la energía necesaria para alimentar un sistema tradicional.
La plataforma, actualmente adoptada por nueve instituciones, integra hardware, software y biología para construir un sistema de procesamiento que sea energéticamente eficiente y de alto rendimiento.
Este “avance” está siendo aclamado como una forma de ahorrar una cantidad gigantesca de energía.
¿Pero qué pasa con los cerebros humanos cultivados en laboratorio que están siendo esclavizados para ejecutar la Neuroplataforma?
Cada uno de los 16 minicerebros está formado por aproximadamente 10.000 neuronas vivas, y se mantienen vivas gracias a un “sistema demicrofluidos que suministra agua y nutrientes a las células” …
En lugar de simplemente integrar conceptos biológicos en la informática, la plataforma en línea de FinalSpark “aprovecha” grupos esféricos de células cerebrales humanas cultivadas en laboratorio, llamados organoides. Un total de 16 organoides están alojados en cuatro conjuntos que se conectan a ocho electrodos cada uno y a un sistema de microfluidos que suministra agua y nutrientes a las células.
El enfoque, conocido como computación húmeda, en este caso aprovecha las capacidades de los investigadores para cultivar organoides en el laboratorio, una tecnología bastante nueva que permite a los científicos estudiar lo que son esencialmente mini réplicas de órganos individuales.
Durante su corta vida, los minicerebros son literalmente entrenados para realizar determinadas tareas utilizando un sistema de recompensa y castigo …
Los investigadores hacen esto entrenando a los organoides a través de un sistema de recompensa. Los organoides son recompensados con dopamina, el neurotransmisor responsable del placer (y la adicción).
Mientras tanto, como “castigo”, los organoides se exponen a estímulos caóticos, como una actividad eléctrica irregular.
Si los minicerebros esclavizados hacen lo que se supone que deben hacer, serán recompensados con mucho placer.
Si los minicerebros esclavizados no hacen lo que se supone que deben hacer, son golpeados con mucha “actividad eléctrica irregular”.
En otras palabras, estos cerebros humanos en miniatura son torturados hasta que aprenden a obedecer.
Leer eso literalmente debería enfermarte.
Lo que estos científicos están haciendo es increíblemente malvado.
Final Spark afirma que los cerebros humanos en miniatura utilizan “un millón de veces menos energía que sus homólogos de silicio” …
La empresa tecnológica suiza Final Spark ha lanzado con éxito Neuroplatform, la primera plataforma de bioprocesamiento del mundo donde los organoides cerebrales humanos (versiones miniaturizadas de órganos cultivados en laboratorio) realizan tareas computacionales en lugar de chips de silicio.
La primera instalación de este tipo alberga la destreza de procesamiento de 16 organoides cerebrales, que según la compañía utilizan un millón de veces menos energía que sus homólogos de silicio.
Final Spark espera que su nueva “tecnología” se convierta en la principal fuente de energía para la revolución de la IA.
Porque en este punto el entrenamiento de modelos de IA utiliza una cantidad colosal de energía convencional …
Según las estimaciones de Final Spark, el entrenamiento del popular modelo de lenguaje GPT-3, que impulsó a ChatGPT en sus inicios, consumió 10 GWh de energía, es decir, 6000 veces más energía de la que consume una ciudad europea media en un año entero.
Reemplazar los chips de silicio por bioprocesadores podría suponer un drástico ahorro energético. Final Spark permite a los laboratorios de investigación experimentar la potencia de los procesadores biológicos en la Neuroplatform.
Para mucha gente, esto va a sonar realmente genial.
Final Spark insiste en que el procesador que ha creado utilizará un millón de veces menos energía en comparación con un chip de silicio normal.
Sólo hay un enorme problema.
Los minicerebros siguen muriendo y deben ser reemplazados periódicamente.
Al principio morían “en pocas horas”, pero ahora parecen vivir hasta 100 días …
Final Spark enfrentó muchos desafíos en sus primeros años, ya que los organoides morían en apenas unas horas. La empresa ha trabajado en esta deficiencia y ha mejorado sus sistemas MEA para garantizar que los organoides vivan durante 100 días.
Estos “organoides” son literalmente trabajados hasta la muerte.
Se conectan a electrodos y se trabajan hasta que ya no pueden funcionar más…
Final Spark ha hecho posible el trabajo con estos variados componentes a través de una innovadora configuración denominada Matrices Multielectrodos (MEAs), donde se colocan las masas tridimensionales del tejido cerebral.
Cada MEA tiene cuatro organoides cerebrales que interactúan con ocho electrodos. Estos electrodos desempeñan la doble función de estimular los organoides y registrar los datos que procesan.
La transferencia de datos se realiza a través de conversores analógicos digitales con una resolución de 16 bits y una frecuencia de 30 kHz. Un sistema de microfluidos proporciona soporte vital a los MEA y las cámaras pueden monitorear su funcionamiento general.
¿Has visto alguna vez “Matrix”?
Me acordé de esa película mientras investigaba todo esto.
Al igual que en esa película, la energía humana alimenta todo el sistema.
Y al igual que en esa película, aquellos que impulsan el sistema están esclavizados.
Los creadores de “la Neuroplataforma” insisten en que esto está perfectamente bien porque los minicerebros no son seres sensibles.
Sea cierto o no, lo que están haciendo sigue estando muy mal.
Crear cerebros humanos en miniatura y usarlos para alimentar una computadora puede ser una forma de ahorrar mucha energía, pero también ilustra perfectamente hasta qué punto ha caído nuestra sociedad.
Estamos cruzando límites que nunca deberían cruzarse y, al final, pagaremos un precio muy alto por los crímenes que están cometiendo nuestros científicos.
El nuevo libro de Michael titulado “Chaos” está disponible en edición de bolsillo y para Kindle en Amazon.com, y puede suscribirse a su boletín Substack en michaeltsnyder.substack.com .