La pandemia, queramos o no, nos ha hecho un gran favor: destapar la realidad que hay detrás de la OMS.
Ciertamente, antes de esta crisis sanitaria, algunos llevábamos un seguimiento sobre las acciones que, tanto esta organización como tantas otras afines a la ONU, llevan a cabo para implantar la ideología de género por medio de programas de salud sexual y reproductiva. Sin embargo, quizás se nos escapaba la realidad que se esconde tras las campañas, muchas de ellas, de vacunaciones masivas.
Investigando sobre ciertas cuestiones, me topé con un documento bastante revelador de la OMS: un informe publicado en el año 1992, en Génova, llamado: “Las vacunas reguladoras de la fertilidad”.
Hay quienes tienen puesta la confianza ciegamente en esta organización, así como en su empeño en vacunarnos a todos a toda costa. Sin embargo, su propósito era y es esterilizarnos.
Si analizamos con detenimiento datos, hechos pasados y presentes, comenzaremos a atar cabos sueltos y podemos llegar a abrir los ojos y darnos cuenta de que no es todo tal y como pensábamos.
No es algo que deba sorprendernos, pues ya sabemos que la OMS alienta el aborto y la hipersexualización de los menores mediante la ideología de género
Anteriormente a este documento, ya en 1972, se estableció el llamado “Programa Especial de la OMS de Investigación, Desarrollo y Formación de Investigadores en Reproducción Humana”. Es decir, que se debía profundizar, como un objetivo principal, el desarrollo y evaluación de métodos nuevos y mejorados de regulación de la fecundidad, puesto que los métodos tradicionales: DIU, pídoras y preservativos, se estaban quedando ya retrasados.
En el informe “Las vacunas reguladoras de la fertilidad”, se observa claramente que pretenden controlar la fertilidad de las mujeres mediante las vacunas.
La OMS dirige estrategias a nivel mundial entre las que se encuentran las llamadas de “políticas familiares”. Esta expresión al igual que la de “salud sexual y reproductiva”, no es más que aborto y métodos anticonceptivos, así como el convencer a las parejas para que tengan pocos o ningún hijo.
Este informe de la OMS expone, en un primer lugar, los antecedentes que llevaron a los científicos a investigar y hacer posible una vacuna que provocara la infertilidad de las mujeres. Punto clave para su impulso, supuso la revolución sexual de los años 60.
Ya sabemos que esta revolución fue impulsada por grupos afines al marxismo y produjo un antes y un después en el tema de las relaciones sexuales. Tal podría ser como fruto la apertura a las relaciones sexuales liberticidas, los métodos anticonceptivos, el divorcio, el aborto… y ahora estamos con la ideología de género.
A lo largo del informe, se va explicando el proceso de los ensayos clínicos que pasó por diversas fases. Indicaban las dudas y preocupaciones que surgían, los efectos adversos, los éxitos obtenidos, así como lo que se esperaba lograr. Todo por el bien de la salud de las mujeres. Pues tal y como lo expresan, ellos son los “defensores de la salud de la mujer”.
Pero, además, hay un aspecto altamente relevante que está incluido en este informe: Reconocen que las investigaciones que se habían realizado anteriormente sobre el control de la fertilidad de las mujeres, tenían como fin disminuir la población.
Entre la década de 1960- 1970 hubo casos de mujeres que fueron esterilizadas sin su conocimiento y que fueron inscritas en ensayos de anticonceptivos o inyectables sin que se les facilitara el documento del consentimiento informado.
En algunos países, no se informó a las mujeres sobre los posibles efectos secundarios de métodos como el dispositivo intrauterino (DIU).
El resultado fue la sospecha acerca de programas o políticas que parecían estar impulsando la planificación familiar.
De hecho, al hacer un análisis de textos sobre políticas demográficas y de población de las décadas de 1960 y 1970 se desprende claramente que el objetivo demográfico de controlar el crecimiento de la población fue la principal motivación para la investigación y la introducción de los primeros anticonceptivos “modernos” (p. Ej., La píldora y DIU).
Se partía de la hipótesis de que reducir la tasa de crecimiento de la población contribuiría al desarrollo económico. Ideas que, si recordamos, provienen de la teoría de Thomas Malthus en el 1798.
Pero en aquellos años, los movimientos de mujeres, tanto de los países en vías de desarrollo, así como los desarrollados, comenzaron a ver la investigación anticonceptiva y las políticas de población como parte de un intento global de controlar la población al enfocarse en los cuerpos de las mujeres.
Es por ello por lo que las disfrazaron de políticas medioambientes, con el cambio climático y se comenzó a mentalizar a la sociedad y, a las mujeres en concreto, para que cambiaran sus estilos de vida familiares a familias más pequeñas. De hecho, ese mismo año, en 1992, tuvo lugar la Cumbre de la Tierra en el Rio de Janeiro que dio lugar a la Agenda 21. Todo un programa para despoblar la población con el fin de preservar a la Tierra de la acción destructora del ser humano.
Y no por casualidad, en este informe, entre los que aparecen aportando grandes sumas de dinero para llevar a cabo la elaboración de estas vacunas, se encuentra la Fundación Rockefeller.
Actualmente parece que ser que tan sólo una minoría de la población está teniendo en cuenta la realidad que se esconde tras la ONU.
Pero no debería de ser algo que nos sorprenda a estas alturas, tras un año de mentiras y manipulaciones por medio de los grandes medios de comunicación. Muchos son los estudios que están elaborándose que avalan el objetivo de la OMS de reducir la población mundial. Ejemplo tenemos en el informe publicado por la Asociación Libertas, que relacionan la posible esterilidad con las vacunas contra la Covid-19.
Esto, considero que, como mínimo, nos debería de poner en alerta para protegernos.