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En una era dominada por rápidos avances tecnológicos y panoramas políticos cambiantes, ha surgido un nuevo paradigma ideológico que desafía los fundamentos mismos de la gobernanza democrática.

Este paradigma, conocido como la Ilustración Oscura y su aliado filosófico, el aceleracionismo, aboga por un futuro en el que la tecnocracia dirigida por las corporaciones suplante a la democracia, priorizando la eficiencia, la jerarquía y el progreso tecnológico no regulado por sobre la política participativa y la estabilidad social.

Este ensayo examina cómo estos movimientos están configurando la gobernanza global, particularmente a través de la influencia de las élites de Silicon Valley y el desmantelamiento de las instituciones democráticas en Estados Unidos bajo la renovada presidencia de Donald Trump.

Al rastrear las raíces ideológicas de estos movimientos y sus principales defensores, el ensayo sostiene que la fusión del poder corporativo y la tecnología no es meramente una visión futurista sino una fuerza política activa, que erosiona la responsabilidad democrática en favor de un feudalismo digital autoritario.

Los fundamentos filosóficos: el rechazo a la democracia y a los ideales de la Ilustración

En el núcleo tanto de la Ilustración Oscura como del aceleracionismo hay un rechazo fundamental de los valores de la Ilustración: democracia, igualdad y humanismo.

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El filósofo británico Nick Land, quien fue el primero en formular la Ilustración Oscura, critica la democracia liberal como un sistema fallido que fomenta la mediocridad, la ineficiencia y la decadencia social.

Land y sus seguidores abogan por un retorno a la gobernanza jerárquica, donde el poder se concentra en manos de una élite tecnológica en lugar de dispersarse a través de instituciones democráticas.

Una de las figuras clave que promueve este modelo es Curtis Yarvin, también conocido como Mencius Moldbug, quien conceptualizó el estado neocameralista.

En este modelo, el Estado funciona como una corporación soberana (“gov-corp”) administrada por un rey-director ejecutivo responsable únicamente ante los accionistas: partes interesadas ricas que impulsan la toma de decisiones basándose en la eficiencia corporativa en lugar de la legitimidad electoral.

Esta visión de gobernanza se alinea estrechamente con las ambiciones de los magnates de Silicon Valley, que ven la democracia como un sistema obsoleto e ineficiente, incapaz de seguir el ritmo del progreso tecnológico.

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De manera similar, el aceleracionismo, que se originó como una crítica marxista del capitalismo, ha evolucionado hasta convertirse en un movimiento radical de derecha que aboga por la rápida desestabilización de las instituciones existentes a través de la tecnología.

Los aceleracionistas argumentan que el colapso social no sólo es inevitable sino deseable, ya que allanará el camino para un nuevo orden tecnocrático.

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La noción de hiperstición (la profecía autocumplida de que la creencia en un futuro particular puede manifestarlo en realidad) envalentona aún más a los aceleracionistas a impulsar la desregulación y la gobernanza impulsada por la IA, incluso si eso resulta en caos económico y social.

La toma de control de Silicon Valley: las élites tecnológicas como arquitectos políticos

El auge de la gobernanza dirigida por las corporaciones ya no es un ejercicio teórico sino una realidad vivida, particularmente en Estados Unidos bajo el gobierno de Trump 2.0.

El desmantelamiento de la burocracia federal estadounidense es un elemento clave de esta transformación. La creación del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), dirigido por Elon Musk, ejemplifica el creciente control directo de las élites tecnológicas sobre la gobernanza.

Intitulado

Aunque figuras como Musk, Peter Thiel y Marc Andreessen pueden no identificarse explícitamente con las corrientes más extremas del pensamiento neorreaccionario, sus acciones se alinean con la agenda aceleracionista.

Cómo Musk, Thiel, Zuckerberg y Andreessen, cuatro tecno-oligarcas multimillonarios, están creando una realidad alternativa y autocrática | Vanity Fair

Thiel, por ejemplo, ha declarado abiertamente que “la libertad y la democracia son incompatibles”, abogando por un cambio hacia el feudalismo corporativo, donde la gobernanza está dictada por la lógica del mercado en lugar de mandatos democráticos.

Su financiación de candidatos neorreaccionarios como JD Vance y Blake Masters garantiza que estas ideas se traduzcan en políticas.

Es más, el auge del aceleracionismo efectivo (e/acc), liderado por figuras como Guillaume Verdon (Beff Jezos), aboga por un futuro tecnológico no regulado donde la IA, la automatización y las criptomonedas reemplazan a los mecanismos de gobernanza tradicionales.

El objetivo final es disolver el poder estatal en una red de enclaves digitales controlados por las corporaciones —los llamados “Estados red”— donde la ciudadanía se reduce a una relación transaccional con entidades privadas en lugar de un derecho participativo.

El cambio simbólico en la dinámica de poder es evidente en la presencia casual de Musk en la Oficina Oval, donde el propio Trump es relegado a ser una mera figura decorativa, desempeñando el papel de un títere político de la élite tecnocrática.

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Este momento marca un alejamiento de las estructuras gubernamentales tradicionales y consolida la toma de control corporativa del gobierno.

La militarización de la tecnología: IA, vigilancia y control posdemocrático

Uno de los aspectos más preocupantes de la Ilustración Oscura y los movimientos aceleracionistas es su adopción de la IA y la vigilancia como instrumentos de gobierno.

La paradoja de la hiperstición permite tanto el avance hipertecnológico como el resurgimiento de la superstición, creando una realidad en la que el progreso tecnológico se mistifica y se utiliza como una fuerza de autoridad incuestionable.

La gobernanza impulsada por IA ya se está materializando a través de iniciativas como la distribución automatizada de la asistencia social, la vigilancia predictiva y la toma de decisiones algorítmica.

Estos sistemas, controlados por corporaciones privadas en lugar de funcionarios electos, reemplazan la rendición de cuentas democrática por un gobierno opaco y basado en datos.

La presión a favor de una Renta Básica Universal (RBU), a menudo presentada como una medida progresista, es en realidad una estrategia aceleracionista para pacificar a la población y al mismo tiempo consolidar el poder en manos de unos pocos.

Además, la visión neorreaccionaria de un mundo fragmentado de estados corporativos en competencia amenaza con crear una nueva forma de feudalismo digital, donde la ciudadanía está condicionada al valor económico de cada uno.

Como sugiere cínicamente Curtis Yarvin en “Un manifiesto formalista” (2008), “Si no te gusta tu gobierno, cámbiate a otro”, reduciendo la gobernanza a un mercado de gobernantes en lugar de un contrato social participativo: los estados funcionan como corporaciones soberanas que compiten por clientes en lugar de como instituciones democráticas al servicio de los ciudadanos.

Implicaciones globales: el nuevo orden geopolítico

La transformación del gobierno bajo la Ilustración Oscura y el aceleracionismo no se limita a los Estados Unidos.

Como señala Saran, la alineación de Trump con líderes autocráticos como Vladimir Putin y Xi Jinping señala un nuevo orden geopolítico, donde las alianzas democráticas liberales quedan cada vez más relegadas a un segundo plano en favor de un sistema mundial transaccional e impulsado por el autoritarismo.

En la Conferencia de Seguridad de Munich, el vicepresidente J.D. Vance declaró que Europa misma —no Rusia ni China— era el verdadero problema, lo que marca un cambio significativo respecto de la política exterior tradicional de Estados Unidos.

Esta postura socava la cooperación transatlántica y señala un cambio global más amplio hacia un capitalismo autoritario, donde la democracia se considera un obstáculo para el progreso.

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El declive de las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI), junto con el resurgimiento del populismo de derecha en Europa, refleja aún más la creciente influencia de la ideología de la Ilustración Oscura.

Al normalizar el autoritarismo corporativo, estos movimientos amenazan con erosionar no sólo la gobernanza democrática sino también el tejido mismo de las sociedades pluralistas.

La resistencia y la defensa de la democracia

A pesar del alarmante aumento del autoritarismo tecnocrático, la resistencia sigue siendo necesaria y posible.

Los críticos argumentan que la Ilustración Oscura y el aceleracionismo, aunque se disfrazan de enfoques pragmáticos de gobernanza, en realidad promueven ideologías hiperneoliberales, eugenésicas y antihumanistas.

Estos movimientos no solo abogan por la eficiencia, sino que buscan activamente consolidar el dominio de la élite, socavando la participación democrática y la equidad social.

Roger Burrows

Académicos como Roger Burrows, en Urban Futures and The Dark Enlightenment: A Brief Guide for the Perplexed” (en Keith Jacobs y Jeff Malpas, ed.Towards a Philosophy of the City: Interdisciplinary and Transcultural Perspectives, Londres: Rowman y Littlefield, 2018), advierten que el aceleracionismo no es una vía hacia la innovación sino una estrategia deliberada para exacerbar la desigualdad, asegurando que el poder siga concentrado dentro de una élite tecnológica y financiera privilegiada, en lugar de servir a un progreso social más amplio o a una gobernanza centrada en el ser humano.

Para contrarrestar estas amenazas emergentes, los defensores de la democracia enfatizan la necesidad de reformas regulatorias e institucionales integrales.

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En primer lugar, es necesario regular los monopolios tecnológicos, con leyes antimonopolio más estrictas y marcos éticos de inteligencia artificial para frenar los excesos corporativos.

En segundo lugar, es necesario fortalecer las instituciones cívicas, como los medios de comunicación independientes, los sindicatos y la educación pública, para desafiar las narrativas de las élites y promover una participación democrática informada.

Por último, el desarrollo tecnológico debe ser inclusivo, garantizando que los avances en IA y automatización favorezcan el bienestar público en lugar de las ganancias corporativas privadas, asegurando un futuro en el que la tecnología mejore la democracia en lugar de socavarla.

Conclusión

El ascenso de la Ilustración Oscura y el aceleracionismo representa una de las amenazas más importantes a la gobernanza democrática en el siglo XXI.

Al combinar el progreso tecnológico con la eficiencia autoritaria, estas ideologías corren el riesgo de crear un mundo donde la dignidad humana sea secundaria frente al control algorítmico.

Sin embargo, la historia ha demostrado que la democracia es resiliente.

El desafío para los responsables políticos, los activistas y los ciudadanos es garantizar que la innovación tecnológica siga siendo una herramienta de empoderamiento colectivo y no de dominación corporativa.

En última instancia, el futuro de la gobernanza depende de una elección fundamental: ¿priorizamos los derechos humanos y la democracia participativa o nos rendimos al dominio de la élite tecnológica?

La respuesta a esta pregunta determinará la trayectoria de la sociedad global para las generaciones venideras.

Por Saruman