Durante el encuentro en la Casa Blanca con el presidente Javier Milei y su comitiva, el presidente Donald Trump fue terminante al declarar que sólo apoyará a Argentina si el oficialismo gana las elecciones. Esto puede definirse como un chantaje indigno.

Argentinas y argentinos deberían votar de acuerdo a los deseos del mandatario estadounidense so pena de verse privados de una supuesta ayuda, esencial para que la economía se mantenga a flote.

Trump afirmó: “Si Milei pierde no seremos generosos con la Argentina” y también “…si no gana, no vamos a perder el tiempo” y otra más: “el plan puede caerse, pero también le puede ir bien, le daremos una chance”.

En Buenos Aires Santiago Caputo y Manuel Adorni, entre otros funcionarios, salieron a aclarar que el mandatario de Washington se refería en realidad a las elecciones presidenciales de 2027. Su advertencia era sobre lo que ocurriría si Axel Kicillof, por ejemplo, es electo presidente dentro de dos años.

Nada en el discurso de Trump habilita esa interpretación. ¿Y además qué sentido tendría que esté haciendo profecías a dos años vista?

Los “mercados” de nuestro país hicieron la única interpretación plausible: El “auxilio” pende de un hilo que podría cortarse en menos de dos semanas. Las acciones y los bonos bajaron fuerte y el dólar experimentó una suba. Que un gobierno “promercado” hasta el fanatismo no tenga buena sintonía con los inversores especulativos es un problema importante.

Es inútil ocultar que el mandatario estadounidense y su gabinete toman a Argentina como una suerte de protectorado. Un ariete en el cono sur para defender sus intereses estratégicos y una plaza donde hacer inversiones con todas las garantías posibles. También un sitio para colocaciones especulativas de amigos del poder del Norte a los que podría venirles bien una ayuda.

El cartero llama dos veces

El presidente argentino recibe por segunda vez una operación de salvamento internacional en el lapso de unos meses, la primera fue en forma de un préstamo del Fondo.  En ambas ocasiones su gobierno se hallaba al borde del colapso Queda ahora demostrado que él y su contrahecho equipo de gobierno no pueden sostenerse por sí solos a la cabeza del poder político.

Trump repite un gesto de su primer mandato. La búsqueda de conseguir que un amigo argentino gane las elecciones. Ya lo hizo con Mauricio Macri y el monumental crédito que le otorgó el Fondo Monetario Internacional (FMI) a sus instancias. No tuvo éxito, el líder de Pro perdió los comicios frente al peronismo.

Ahora, tras el frustrado salvavidas del FMI en abril, devorado por el hambre de dólares, actúa de modo directo la secretaría del Tesoro ofreciendo un swap,y vendiendo dólares en el mercado argentino. Es probable que agregue la compra de bonos soberanos para que éstos mantengan su valor y descienda el riesgo país.

Si el oficialismo consigue un resultado electoral aceptable es de suponer que correrán en su auxilio quienes han sido aliados, como PRO y también los opositores “amigables” y “dialoguistas”.

Si en cambio sufre una derrota por amplio margen tal vez la “solución” se complique bastante más.  Y el gobierno tenga que aceptar no ya una alianza sino una tutela desembozada: Poder y negocios para Mauricio Macri y sus seguidores, lustre institucional para los aspirantes Miguel Ángel Pichetto y Juan Schiaretti.

Además del margen de diferencia entre La Libertad Avanza (LLA) y Fuerza Patria, sin duda se prestará atención a si LLA consigue el tercio en la cámara de diputados que le permita blindar los eventuales vetos y frenar una posible iniciativa de desplazamiento del mandatario.

De cualquier manera, la estabilidad presidencial no es un requisito insoslayable a la hora de imponer políticas que apuntalen los intereses del gran capital. Allí está el claro ejemplo de Perú, con reiterados desplazamientos presidenciales que no afectan la continuidad de la política económica diseñada al paladar del establishment.

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Lo que quedará en pie en cualquier caso es la afrenta que produce la impúdica injerencia del poder político de EE.UU. en el ejercicio de la soberanía popular en nuestro país.

Es urgente encontrar el camino para dejar la lógica del sometimiento completo, de la renuncia hasta a las manifestaciones más elementales de soberanía. Será tarea insoslayable del pueblo argentino poner fin al itinerario del servilismo y dar pie a la recuperación de la independencia nacional efectiva.

Por Saruman