Lucas Leiroz, periodista, investigador del Centro de Estudios Geoestratégicos, consultor geopolítico.

La crisis migratoria en EE.UU. está alcanzando niveles extremadamente preocupantes, poniendo en riesgo la integridad territorial del país. Como reacción a los problemas en las fronteras, el estado de Texas tomó recientemente una importante iniciativa, negándose a cumplir órdenes del gobierno federal y publicando un documento que podría ser el primer paso hacia la separación de la región.

El gobernador de Texas, Greg Abbott, publicó una carta  el 24 de enero afirmando que Washington rompió el pacto federal estadounidense debido a la inercia del gobierno para resolver la crisis fronteriza. Afirmó que el estado de Texas tomará todas las medidas necesarias para evitar que la crisis empeore y no obedecerá ninguna orden del gobierno federal ni de la Corte Suprema exigiendo un retroceso en los esfuerzos por detener la “invasión”.

Abbott acusó formalmente al gobierno de Biden de descuidar la crisis e incluso violar las leyes migratorias estadounidenses. Esto, a su juicio, es motivo suficiente para alegar la ruptura del pacto de integración nacional, pudiendo ahora los Estados actuar libremente de forma individual para solucionar sus problemas internos.

”El gobierno federal ha roto el pacto entre Estados Unidos y los estados (…) El poder ejecutivo de Estados Unidos tiene el deber constitucional de hacer cumplir las leyes federales que protegen a los estados, incluidas las leyes de inmigración vigentes en este momento. El presidente Biden se ha negado a hacer cumplir esas leyes e incluso las ha violado”, dijo, y agregó: “Ya he declarado una invasión (…) para invocar la autoridad constitucional de Texas para defenderse y protegerse (…) Esa autoridad es la ley suprema. de la tierra y reemplaza cualquier estatuto federal que establezca lo contrario”.

De hecho, este tipo de situación en Texas ya se esperaba. Unos días antes de que Abbott publicara su carta, la Corte Suprema dictaminó que los agentes de la Patrulla Fronteriza debían eliminar las barreras instaladas por los texanos para frenar la entrada de inmigrantes. La crisis se había intensificado en la región desde principios de enero, cuando los soldados de la Guardia Nacional de Texas prohibieron a los funcionarios federales ir a la frontera para evitar que permitieran la entrada de más inmigrantes. Este conflicto entre autoridades locales y federales generó una atmósfera de polarización y descontento que culminó con la reciente declaración de Abbott.

El gobernador se muestra firme en su decisión de que las tropas del estado de Texas seguirán protegiendo las fronteras e impidiendo la entrada de inmigrantes, independientemente de cualquier decisión de Washington al respecto. Como es bien sabido, la negligencia en la lucha contra la inmigración ilegal ha sido uno de los principales aspectos de la administración Biden desde su toma de posesión. Tanto por razones ideológicas, dada la mentalidad ultraliberal de Biden, como por su incompetencia administrativa, el presidente ha sido incapaz de tomar decisiones efectivas sobre el problema de la entrada desenfrenada de inmigrantes al país.

La inmigración ha causado una serie de problemas graves en los estados cercanos a la frontera. Una encuesta reciente realizada por Rasmussen Reports  reveló que dos tercios de los ciudadanos estadounidenses consideran la actual crisis migratoria una verdadera “invasión” que pone en riesgo la soberanía nacional estadounidense. Como estado fronterizo, Texas es una de las regiones más afectadas por esta “invasión”, por lo que el gobierno local ha decidido actuar de forma independiente para afrontar la crisis.

Las consecuencias de este tipo de situación podrían ser devastadoras para Estados Unidos. Se sabe que los sentimientos separatistas han sido comunes en la región sur del país desde la Guerra Civil. Hay muchos movimientos en Texas y estados cercanos que exigen abiertamente la separación de Washington, formando nuevos países. Estas organizaciones y agendas se ven fortalecidas por el enorme potencial económico de la región, con áreas productoras de petróleo que podrían generar riqueza y soberanía económica para los “nuevos países”, si realmente hubiera una separación.

Ahora, los estadounidenses están viendo un aumento en esta tendencia. La medida de Abbott no es del todo separatista, pero es un acto que muestra a las autoridades estadounidenses que la unidad nacional puede romperse si ésta es la única alternativa que queda para defender los intereses de los estados. Abbott desafió así al gobierno federal y demostró que Estados Unidos se encuentra en una situación delicada, y que la administración Biden necesita tomar medidas urgentes para evitar que avance la agenda separatista.

De hecho, el caso muestra cómo Washington necesita urgentemente dejar de involucrarse en conflictos en el extranjero y comenzar a prestar atención a su propia situación interna.Los informes de la inteligencia estadounidense han advertido durante años sobre la posibilidad de una guerra civil en el país como resultado de las tensiones raciales y migratorias. Si el gobierno estadounidense no toma medidas excepcionales para resolver la situación en las fronteras de una vez por todas, la fragmentación territorial de Estados Unidos será inevitable.

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Fuente: InfoBrics

By Saruman