Rahim Volkov
Antonio Gramsci dijo una vez, nadie puede permanecer indiferente para siempre, algún día tenemos que elegir un bando y el camino correcto. Así pues, lo que diferencia a los eurasianistas de los postmodernistas occidentales como Jordan Peterson es que nosotros consideramos la posmodernidad como un alejamiento total de la modernidad que ha fomentado el caos en todos los estratos de la sociedad.
Para los postmodernistas occidentales, la posmodernidad exige recuperar los valores liberales perdidos de libertad, igualdad, individualismo y libertades. Sin embargo, en nuestro caso, creemos que la era postmoderna es un completo caos y que este caos sólo puede superarse apelando a las tradiciones perdidas de la antigüedad como el misticismo, la espiritualidad y apelando a la era clásica que representa los días de gloria de la civilización humana.
Con el nacimiento del hipermaterialismo y el hiperconsumismo la esencia misma del individuo ha trascendido de una entidad natural a una agencia artificial con un completo desapego al mundo natural. En nuestra opinión, la reevaluación de los valores liberales (en el sentido nietzscheano) no puede ni siquiera contrarrestar el caos posmoderno en curso. Hay dos razones principales para defender nuestra posición al respecto. En primer lugar, para comprender el caos en curso, fomentado por la posmodernidad, debemos examinar de cerca la condición postmoderna de la humanidad en su conjunto. La condición postmoderna se refiere a una situación en la que el reino humano ha perdido por completo su esencia natural: una degeneración inflada del ser hacia un yo artificialmente construido. La propia identidad del “ser” que ha sido el núcleo de toda civilización a lo largo de la historia humana ha perdido su auténtico significado.
Además, la inautenticidad ya se ha apoderado de los fundamentos naturales de los estratos humanos tanto en la esfera social como en la personal. Desde el punto de vista heideggeriano, Das Nicht (la nada) está dominando todos los estratos del ámbito humano provocando la crisis del ser en las condiciones liberales neokantianas. En segundo lugar, el progreso superinflado de las tecnologías disruptivas a escala global está obstaculizando las tradiciones sagradas de los “seres humanos”. Aquí las tradiciones sagradas se refieren al proceso natural que asistió e impulsó el desarrollo de la civilización humana en el transcurso de los siglos. En el proceso natural, el ser humano permaneció en el centro de todo progreso y desarrollo desempeñando el papel de agencia sociopolítica. El lenguaje utilizado principalmente por los postmodernos liberales tiene elementos de simulación de tipo matricial que promueven insignias ilusorias de progreso colectivo del reino humano.
No obstante, en todo lenguaje lo que más importa son los colores verbales, la sintaxis y la psicología que se ha utilizado. De ahí que en la mayoría de los escritos de pensadores liberales postmodernos como Jordan Peterson y Jürgen Habermas aparezca con mucha frecuencia el uso de estos últimos patrones lingüísticos relativos a la reafirmación liberal. Sin embargo, el reciente proceso tecnológico basado en la inteligencia artificial y los algoritmos está alterando gradualmente la agencia de este largo proceso histórico al situar en el centro el robotismo y el automatismo basados en la inteligencia artificial. En este sentido, las condiciones postmodernas se refieren al gran desplazamiento humano del núcleo del progreso y el desarrollo que se está produciendo en torno al ámbito humano con total aislamiento y singularidad. El desarrollo tecnológico dirigido por la inteligencia artificial ha reducido el papel del ser humano a “conejillo de indias” empujándolo hacia la periferia de todo el desarrollo. En este sentido, el problema de los postmodernos liberales es que son los simpatizantes de las consecuencias postmodernas actuando como apologistas. Los postmodernos liberales comprenden claramente la era del caos pero al mismo tiempo simpatizan con el progreso de las tecnologías disruptivas.
Creen que el viejo orden moribundo puede resucitar limitando el alcance de las tecnologías disruptivas al ámbito humano, lo que es, en efecto, una imaginación especulativa. Por desgracia, lo que no entienden realmente es que las condiciones postmodernas son una batalla entre la conciencia y la imaginación, entre el ser y el yo, entre la existencia y la vida artificial. La condición postmoderna ha apretado el reino humano entre el hipermaterialismo y el consumismo fetichista, que es como un barro entre los dos ladrillos del edificio destruido.