La juventud e inexperiencia de Bobby Fischer no eran sólo los estigmas que lo diferenciaba con el resto de los grandes maestros.
La ausencia de una figura paterna en su vida cotidiana era evidente, Y También golpeaba a la vista, la elección de su vestimenta.
Bobby era el clásico adolescente que se viste <Con lo que sea > y Es que mientras los ajedrecistas se presentaban a jugar con camisa y saco, incluso algunos de traje y corbata, el joven adolescente norteamericano concurría a los torneos con Tenis , jeans, playeras a rallas arrugadas, desfajadas y el cabello desaliñado.
En 1960, con 17 años Bobby acompañado por Miguel Najdorf quiso ingresar al Casino de Mar del Plata pero no tenía un saco para su admisión.
Entonces el gran Najdorf, que le gustaba hacer ostentaciones exageradas de sus posesiones, le dijo, «no hay problema, Bobby, Te presto uno; yo tengo 25 trajes».
El joven e inexperto Fischer se quedó asombrado y boquiabierto, y pensó:
» como es posible que alguien puede tener un vestuario tan amplio y yo no»
Cuando tiempo después Bobby maduro como hombre y persona, cultivó su autoestima y disfrutaba de ser el mejor vestido y más popular entre sus colegas, utilizó parte del dinero de los premios en la compra de trajes de buena calidad.
A fines de los sesenta, Fischer y Najdorf se reencontraron en un aeropuerto.
Sin tiempo para los saludos, Bobby que jamás olvidaba situaciones o vivencias que alguna vez lo hicieran sentir menos le preguntó a Don Miguel:
» oiga Sr Najdorf aun cuenta con los 25 trajes» Najdorf que ni recordaba la escena del Casino le respondió, sin titubeo, «por supuesto».
A lo que Fischer comenzó a reírse a carcajadas, y mostrando toda su blanca dentadura le dijo: «Acá también te superé Miguelito. Yo ya tengo 26»