Las elecciones están a la vuelta de la esquina para el pueblo argentino y el día de la votación ya está aquí. Las elecciones generales están programadas para celebrarse en cuestión de horas y el autoproclamado “primer presidente judío de Argentina”, Javier Milei –presentado por los medios como “de extrema derecha”, “ultraconservador” y “derecha libertaria”– liderará en las encuestas. Un poco de contexto ayudará antes de que estalle la bomba electoral.

Tierra prometida judía: ¿Palestina o Argentina?

“¿Elegimos Palestina o Argentina?” pregunta la descarada frase inicial del “¿Palestina o Argentina?” capítulo del libro fundacional del sionismo Der Judenstaat (El Estado judío, 1896) de Theodor Herzl, aclamado como un hito del patrioterismo hebreo, en referencia a su tierra prometida bíblica. Frotándose las manos con júbilo anticipado, el autor saliva ante la codiciosa perspectiva de una Argentina controlada por los judíos:

“[…] Argentina es uno de los países más fértiles del mundo, se extiende sobre una vasta superficie, tiene una escasa población y un clima templado. La República Argentina obtendría considerables beneficios de la cesión de una parte de su territorio a nosotros. La actual infiltración de judíos ciertamente ha producido cierto descontento, y sería necesario ilustrar a la República sobre la diferencia intrínseca de nuestro nuevo movimiento”.

“Rico como un argentino” fue alguna vez una frase común, cuando la nación sudamericana era una de las más ricas del mundo (Deutsche Welle ). Pero eso fue antes de que los invasores sionistas hicieran sentir su presencia en esa nación otrora próspera y próspera construida por manos europeas. Una vez más, todos los dedos señalan a los sospechosos habituales, aunque la ADL y sus secuaces seguramente no estarían de acuerdo.

Tres guisantes en una vaina

Bregman, Bullrich y Milei (kovich) son los principales hebreos en la carrera presidencial hacia la Casa Rosada, irritados por este tan esperado domingo con el favorito Milei en camino de convertirse en el “primer presidente judío de los argentinos”. A decir verdad, es posible que todos ellos lleguen al menos dos presidencias tarde para reclamar ese título. Podría decirse que el país ya estaba harto de Carlos Menem (¿Menahem?), el primer presidente “argentino” que realizó una visita diplomática a Israel (Centro de Asuntos Públicos de Jerusalén ) y el pagador en serie del FMI, Néstor Kirchner, por mencionar algunos ejemplos intrigantes sin profundizar. en el tema del criptojudaísmo. En este contexto, los apellidos suelen ser problemáticos. El ex presidente proisraelí Mauricio Macri (¿Mahir?) ha sido denunciado como criptojudío al menos tantas veces como su probable compañero paisano Emmanuel Macron. Quizás sea pura especulación por parte de “antisemitas” paranoicos, pero esta vez no hay la menor duda sobre la identidad y lealtad de los candidatos.

Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio, está casada con el activista sionista Guillermo Yanco, vicepresidente del Museo del Holocausto de Buenos Aires. Su asesor “ético” es Santiago Kovaldoff, descendiente de Jacobo Kovaldoff, alto funcionario de la B’nai B’rith. Detrás está la judía trotskista Myriam Bregman, del Frente de Izquierda y Unidad de Trabajadores, rabiosa portadora de la antorcha del cambio climático y del feminismo del pañuelo verde financiado por Soros. En 2011, Bregman ganó notoriedad por su negativa a cantar el himno nacional argentino, explicando que “está por debajo de quienes provienen de la tradición de la política de izquierda”. Uno no puede evitar preguntarse si ella siente lo mismo por el Hatikvah. Y por último, pero no menos importante, nos quedamos asombrados cuando la pequeña pero ominosa figura de Milei(kovich), imitación de Trump, de Liberty Advances, emerge del pantano político como un candidato de “extrema derecha polarizadora” con una lengua afilada y propensión a los combates. de ira en la televisión nacional. En la página de Wikipedia en español de Milei leemos que su religión es “aspirante a judío”, y ha proclamado jactanciosamente convertirse en “el primer presidente judío de los argentinos”. El títere del FEM, Alberto Fernández, está listo para pasar el cetro. Como nota al margen, el nombre Massa aparece en la lista de nombres judíos en la península italiana, y Schiaretti, para ser justos el único candidato argentino, no tiene ninguna posibilidad en la carrera hacia el palacio presidencial.

Milei, el Trump de las Pampas, promovido por el establishment como una figura antisistema, se ha propuesto demandar a cualquiera que se atreva a compararlo con cierto líder nazi, argumentando que “trivializa el Holocausto”. Con el “antisemitismo” todavía en aumento, que alimenta incesantemente la grandiosa paranoia de una camarilla internacional de elegidos autoproclamados, estas acusaciones se han convertido en una táctica común que sirve como camuflaje político para dar una pátina de legitimidad a sus propios candidatos. Hemos visto suceder lo mismo con Trump, quien sigue siendo un firme partidario de Israel y siempre ha estado rodeado de judíos –comenzando por sionistas de alto perfil como Sheldon Adelson y Bibi Netanyahu–, sin mencionar que todos sus hijos son casados ​​con judíos o haberse convertido al judaísmo, como es el caso de Yael Kushner (antes conocida como Ivanka Trump).

Hasta aquí estos “semitas” de alto nivel que compiten por el trono argentino en una parodia de democracia.

Cambio y salida.

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By neo