Recientemente, el títere globalista Keir Starmer declaró descaradamente a los ciudadanos que su derecho a trabajar —y, por lo tanto, a vivir— dependerá del uso de una identificación digital.
La respuesta de Bukele es a la vez precisa y escalofriante.
El despliegue de la identificación digital, planificado desde hace tiempo y puesto en marcha inicialmente con la estafa del Covid, se conectará a los registros laborales, sanitarios y bancarios para crear una red de vigilancia total que permitirá controlar a los ciudadanos contribuyentes y tener controlados todos los aspectos de sus vidas: desde lo que comen hasta lo que compran, dónde y cuándo.
Cualquier británico que aún no haya abandonado su infierno anarco-tiránico y tecno-distópico para irse a un lugar como Costa Rica, Montana, Bali, Serbia o Marte (nos estamos quedando sin opciones) pronto será un esclavo dentro de una ciudad de quince minutos monitoreada por un sistema de IA con instrucciones de un nerd enloquecido por el poder, lleno de la rectitud de las piedras guía georgianas.
¿Qué significa esto? Europa se está precipitando deliberadamente hacia una guerra catastrófica. Esto fragmentará la sociedad y probablemente provocará revoluciones dentro de la UE, ya que la población —que desconfía profundamente de las élites, está agobiada por políticas de inmigración destructivas, impuestos que destruyen la riqueza, una regulación absurda y una estructura económica y política socialista— se muestra cada vez más inquieta.
Irónicamente, la revolución solo se ha visto sofocada por el estado de bienestar que la sustenta. A medida que este se derrumbe, las tensiones aumentarán.
Hablando de eso, acaba de llegar esta noticia…
“Alemania ha propuesto elevar la edad de jubilación a 73 años para evitar el colapso del sistema de pensiones.
Un nuevo comité asesor científico dependiente del Ministerio de Economía alemán afirmó que queda poco tiempo para las reformas. Según los expertos, la economía alemana lleva años estancada, mientras que la situación demográfica sigue empeorando.
La propuesta desató indignación en Berlín: hace poco, la ministra de Economía, Katharina Reiche, sugirió elevar la edad de jubilación a 70 años, e incluso esa idea recibió fuertes críticas.
La esperanza de vida media en Alemania en 2023 era de aproximadamente 81,2 años.
Esto es un pésimo presagio para los mercados de renta variable y, sobre todo, para los de renta fija europeos. Por eso se está impulsando con tanta urgencia la implementación de la identidad digital y, posteriormente, del dinero digital.
El caos que se avecina en Europa (posiblemente ya a finales de este año) provocará una estampida hacia las salidas.
A pesar de sus problemas, Estados Unidos se convertirá en un conducto para esto, pero en mi opinión, existen oportunidades mucho mejores y menos valoradas.
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A medida que los gobiernos afianzan su control mediante identificaciones digitales, monedas de bancos centrales y una vigilancia cada vez mayor, las posibilidades de preservar la libertad financiera y personal se reducen drásticamente. El inminente choque entre el control estatal y la soberanía individual transformará los mercados, las monedas y las sociedades mismas. Para comprender cómo se desarrollará esta transformación —y cómo posicionarse antes de que se acelere—lea nuestro nuevo informe especial : «Choque de Sistemas: Reflexiones sobre la inversión en un momento crucial». Haga clic aquí para acceder al informe y mantenerse a la vanguardia.


