La estrecha relación simbiótica entre nuestros cuerpos y las bacterias intestinales es tan profunda que algunos científicos han sugerido que se nos considere “metaorganismos”.

De hecho, sin estas bacterias amigables no podríamos realizar funciones críticas para el sustento de la vida, tales como:

Los probióticos también realizan al menos 35 funciones biológicas esenciales, de las cuales 17 se pueden ver a continuación:

Más allá de estas notables propiedades,  se ha confirmado empíricamente quelos probióticos  previenen y/o mejoran más de 200 enfermedades y/o síntomas de desequilibrio, lo que indica que son indispensables para nuestra salud en formas que apenas estamos comenzando a comprender.

Tenemos los antiguos vestigios de bacterias dentro de nuestras células

Una simbiosis fundamental con las bacterias está presente en la infraestructura misma de nuestros cuerpos, como lo ejemplifica el origen evolutivo de las mitocondrias, que son las pequeñas centrales energéticas de nuestras células. De hecho, las mitocondrias tienen su propio ADN, que solo se transmite a través de las mitocondrias de la madre  a través del citoplasma de las células germinales maternas.

El ADN mitocondrial es circular, como el ADN bacteriano, y los ribosomas mitocondriales y el ARN de transferencia también son similares a los de las bacterias, al igual que otros componentes de su membrana. Las secuencias genéticas de las mitocondrias también indican claramente su origen en un grupo de bacterias llamadas alfa-proteobacterias.

Estos hechos han llevado a los investigadores a la “teoría endosimbiótica”, que propone que las mitocondrias alguna vez fueron bacterias que vivían fuera de nosotros y que renunciaron a su independencia al convertirse en orgánulos dentro de una antigua protocélula que evolucionó hasta convertirse en las células eucariotas que actualmente componen nuestros cuerpos; si no fuera por este antiguo matrimonio simbiótico, no estaríamos aquí hoy.

En definitiva, nuestros cuerpos cuentan una historia muy diferente sobre nuestros orígenes y nuestra necesidad de cooperación con otras comunidades celulares (es decir, los probióticos) que la del ego humano y sus diversas explicaciones antropocéntricas sobre quiénes somos y de dónde venimos. Dado que los probióticos provienen de otros organismos vivos (es decir, cubren y permean las frutas, verduras y animales que comemos), y su salud (y la salud de su entorno, como el suelo, el agua y el aire) es indispensable para asegurar el florecimiento de comunidades probióticas saludables dentro de estos “alimentos”, ya no es posible separar nuestra salud y nuestro destino de los del medio ambiente y del planeta en su conjunto.

También debemos entender que los antibióticos (literalmente: “contra la vida”), tanto en forma de medicamentos recetados como en forma de miles de sustancias químicas artificiales que matan la vida microbiana, tienen consecuencias devastadoras para los probióticos (literalmente: “a favor de la vida”) cuando se usan de manera indiscriminada o inconsciente (fluoración y cloración del agua, o el uso a gran escala de Roundup para destruir bacterias  ).

La raíz de nuestra salud depende de la relación frágil, necesaria y atemporal entre vastas poblaciones de estos “seres” microscópicos, sin los cuales nosotros mismos no podemos estar completos, sanos y (p)atos, implantados con un sentido de sacralidad en nuestros cuerpos y almas.


Por Saruman