¿Cuáles son los objetivos de la religión política del feminismo?
Al parecer, ocho:
1) mega-oprimir, encanallar y deshumanizar a las mujeres, lo que equivale a consumar el feminicidio,
2) crear un enfrentamiento civil sin precedentes entre varones y mujeres, el 50% de la población contra el otro 50%, para realizar el dicho “divide y vencerás”,
3) convertir definitivamente a las féminas en mano de obra dócil, motivada y barata, para elevar la cuota de ganancias de la patronal privada y estatal,
4) incorporar en masa a las mujeres al ejército,
5) rebajar aún más la tasa de natalidad, meta biopolítica que el tándem Estado-capital lleva persiguiendo desde hace 40 años,
6) destruir a los varones a través de sentimientos de culpa muy potentes y bien interiorizados,
7) conseguir que estos asuntos en modo alguno sean comprendidos por la gente de la calle y,
8) Incorporar a un núcleo de mujeres muy motivadas a los órganos de gestión y de poder legitimando el despotismo político por ese procedimiento.
Tales puntos dan origen a operaciones de ingeniería social de enorme complejidad, realizadas sin consultar a la población y de efectos aterradores, en especial las derivadas del número uno, dos y seis. La ingeniería social del Estado feminista es absolutamente intolerable, por sí y por sus metas. Es expresión extrema de totalitarismo, convirtiendo a la sociedad en una granja y al ser humano en criatura manipulada, humillada y nulificada ya de forma superlativa. Con ella, en buena medida, se realiza la destrucción de la esencia concreta humana que se analiza y denuncia en “Crisis y utopía en el siglo XXI.
Los y las feministas hoy son, ante todo, una parte de “la clase política”, una corporación de poder y un grupo de presión como otros, que “defiende a las mujeres”, viviendo y medrando con ello, de la misma manera que los sindicatos amarillos “defienden a los trabajadores” y los partidos políticos “representan y defienden los intereses de sus votantes”. Los y las feministas hacen suya la frase que en “Rebelión en la granja” Orwell pone en boca de los dominadores, “día y noche estamos velando por vuestra felicidad. Por vuestro bien”. Está por explicar cuándo y cómo las mujeres han otorgado a esta corporación de poder, que como todas ellas busca su provecho particular y nada más, la facultad de otorgarlas bien y felicidad, mucho menos el derecho a representarlas y a hablar en su nombre.
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FUENTE: Parte del Libro de María del Prado Esteban y Félix Rodrigo Mora